Hay una carta inédita que Karol Wojtyla envió a
Padre Pío de Pietrelcina, el fraile con los estigmas, pocos días antes de ser
nombrado arzobispo de Cracovia. Una carta nunca publicada ni conocida, que fue
hallada en el archivo de la Curia de Cracovia y que quizá inicialmente había
sido confundida con la transcripción de una de las dos cartas del futuro Papa
al futuro santo ya conocidas. En cambio aquella copia escrita a máquina era del
todo desconocida y añade una nueva prueba fundamental a la reconstrucción de la
relación entre Wojtyla y el Padre Pío.
Como es sabido se conocían dos letras, escritas en
latín y enviadas al fraile el 17 y el 28 de noviembre de 1962 por el joven
obispo auxiliar de Cracovia que en aquellos días se encontraba en Roma para el
Concilio. En la primera Wojtyla pedía las oraciones del Padre Pío por la médica
Wanda Poltawska, madre de familia, enferma de cáncer. En la segunda el obispo
agradecía al santo del Gargano por la curación acaecida de la mujer. La nueva
misiva (Archivo de la Curia de Cracovia), está fechada el 14 de diciembre de
1963 y es más larga que las precedentes. Como las otras dos fue escrita en
Roma, probablemente en la conclusión de la segunda sesión del Concilio Vaticano
II. Ha sido publicada y comentada por don Francesco Castelli en la revista
“Servi della Sofferenza”.
Al final de las primeras líneas, Wojtyla hace
referencia a las precedentes peticiones dirigidas por él al Padre Pio: «Vuestra
paternidad se acordará ciertamente que ya algunas veces en el pasado me he
permitido recomendar a Sus oraciones casos particularmente dramáticos y dignos
de atención». Y ya aquí hay una primera sorpresa. Hasta hoy, de hecho, se ha
sabido siempre que el futuro Papa pidió y obtuvo las oraciones del fraile sólo
para la médica Poltawska. No se conocían otros casos. El joven obispo polaco
agradece al Padre Pío la curación de una mujer enferma de cáncer –está claro
que se trata del caso ya conocido– pero en el número de las personas curadas
Wojtyla añade el hijo de un abogado, gravemente enfermo desde el nacimiento.
«Ambas personas están bien», declara en el texto inédito. Por lo tanto, además
de esta carta y a las dos ya conocidas existe al menos otra misiva con la cual
Wojtyla pedía la curación del joven.
El futuro Papa recurre después al Padre Pío por una
señora paralizada de su diócesis, por tanto una nueva petición. Ulterior
indicio de una relación consolidada. Pero no es todo. Esta vez, de hecho, el
obispo añade una petición personal: «Al mismo tiempo me permito recomendarle
las ingentes dificultades pastorales que mi pobre obra encuentra en la presente
situación». ¿A qué se refiere Wojtyla, que por primera vez pide algo para sí
mismo? ¿Y cuáles son las «ingentes dificultades» que apunta?
Desde la mitad de 1962 monseñor Wojtyla atraviesa
una fase delicada de su vida. En junio de 1962 había muerto el arzobispo de
Cracovia, Baziak, y desde hacía meses estaba abierta la búsqueda de un
candidato para la sucesión que sea grato al primado polaco, el cardenal Stefan
Wyszynski, y a la autoridad del Estado. Wyszynski había presentado más veces
ternas de nombres rechazadas por el gobierno comunista. Después de dos ternas
distintas rechazadas de plano, un alto funcionario del Partido comunista, Zenon
Kliszko, sugiere que se proponga a «un hombre de diálogo, como el joven obispo
auxiliar, del cual he olvidado el nombre, con el cual en dos semanas hemos
resuelto el caso del seminario de Cracovia».
Aquel obispo es Karol Wojtyla, que había
reivindicado con firmeza el derecho de la Iglesia sobre la sede del seminario,
ocupado por los comunistas locales. Con sólo 43 años, Karol Wojtyla se
encuentra así arzobispo de la sede de Cracovia, después de haber regido durante
más de un año y medio aquella sede como administrador apostólico, entre
«ingentes dificultades pastorales».
Nótese la coincidencia de las fechas. La carta del futuro
Papa al Padre Pío, con la petición de oraciones e intercesión, es del 14 de
diciembre. Exactamente dos semanas después, el 30 de diciembre, llega la
designación como arzobispo metropolitano de la prestigiosa diócesis polaca.
Como es sabido, Wojtyla y Padre Pío se encontraron
sólo una vez, en 1948. Pero el descubrimiento de esta nueva carta atestigua la
profundidad del vínculo existente entre el fraile con los estigmas y el Papa
que lo proclamará beato y después santo.