San José, el hombre justo
"El ángel Gabriel fue enviado por
Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una Virgen, desposada con un
hombre llamado José, de la estirpe de David; la Virgen se llamaba María" (Lc 1, 26-27).
En el relato de la Anunciación, al lado de la
Virgen Santísima aparece su esposo, José, el gran Santo al que precisamente hoy
veneramos.
Al lado de Jesús veis la dulce figura de
María, su Madre y Madre nuestra, sentís la serena presencia de José, el hombre
"justo" (Mt 1, 19), que en laborioso silencio provee a las
necesidades de toda la familia.
Hoy, 19 de marzo, se detiene en él, sobre
todo, la mirada del corazón para admirar sus dotes de discreción y de
disponibilidad, de laboriosidad y de valentía, que circundan su bondadosa
figura con una aureola de cautivadora simpatía. Toda la tradición ha visto en
San José al Patrono y Protector de la comunidad de los creyentes; su poderosa
intercesión acompaña y protege el camino de la Iglesia en el curso de la historia.
Él la defiende de los peligros, la sostiene en las luchas y sufrimientos, le
señala el camino, le obtiene alientos y consuelos.
Tened confianza en este Santo tan grande y
tan humilde. Partícipe como es del misterio de María y de su Hijo divino, él os
guiará dulcemente y con seguridad a la comprensión de este misterio de
salvación, y llevará a cumplimiento cuanto de hermoso ―a la luz de Dios― desea
vuestro corazón.
San José con el ejemplo de su vida, os habla
también a vosotros, jóvenes de hoy, y os invita a dar en el mundo testimonio de
vuestro amor a Cristo, de vuestra honestidad y coherencia, de vuestro
compromiso para construir una sociedad más justa y más humana.
San Juan Pablo II
19
de marzo de 1986
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