Oh Dios, de
quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra, Padre, que eres Amor
y Vida, haz que en cada familia humana sobre la tierra se convierta, por medio
de tu Hijo, Jesucristo, "nacido de Mujer", y del Espíritu Santo,
fuente de caridad divina, en verdadero santuario de la vida y del amor para las
generaciones porque siempre se renuevan.
Haz que tu
gracia guíe a los pensamientos y las obras de los esposos hacia el bien de sus
familias y de todas las familias del mundo.
Haz que las
jóvenes generaciones encuentren en la familia un fuerte apoyo para su humanidad
y su crecimiento en la verdad y en el amor.
Haz que el
amor, corroborado por la gracia del sacramento del matrimonio, se demuestre más
fuerte que cualquier debilidad y cualquier crisis, por las que a veces pasan
nuestras familias.
Haz finalmente,
te lo pedimos por intercesión de la Sagrada Familia de Nazaret, que la Iglesia
en todas las naciones de la tierra pueda cumplir fructíferamente su misión en
la familia y por medio de la familia. Tú, que eres la Vida, la Verdad y El
Amor, en la unidad del Hijo y del Espíritu santo. Amén.
(San Juan Pablo II)
A Cristo, María y José encomiendo cada familia
(San Juan Pablo II)
A Cristo, María y José encomiendo cada familia
Que Cristo
Señor, Rey del universo, Rey de las familias, esté presente como en Caná, en
cada hogar cristiano para dar luz, alegría, serenidad y fortaleza. A Él, en el
día solemne dedicado a su Realeza, pido que cada familia sepa dar generosamente
su aportación original para la venida de su Reino al mundo, «Reino de verdad y
de vida, Reino de santidad y de gracia, Reino de justicia, de amor y de paz»
hacia el cual está caminando la historia.
Que la Virgen
María, como es Madre de la Iglesia, sea también Madre de la «Iglesia
doméstica», y, gracias a su ayuda materna, cada familia cristiana pueda llegar
a ser verdaderamente una «pequeña Iglesia», en la que se refleje y reviva el
misterio de la Iglesia de Cristo. Sea ella, Esclava del Señor, ejemplo de
acogida humilde y generosa de la voluntad de Dios; sea ella, Madre Dolorosa a
los pies de la Cruz, la que alivie los sufrimientos y enjugue las lágrimas de
cuantos sufren por las dificultades de sus familias.
Que San José,
«hombre justo», trabajador incansable, custodio integérrimo de los tesoros a él
confiados, las guarde, proteja e ilumine siempre.
San Juan Pablo
II
Familiaris Consortio, 86
Familiaris Consortio, 86
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