En Adviento, nos preparamos para revivir el misterio del nacimiento del
Redentor: acontecimiento tan antiguo, pero siempre tan misteriosamente nuevo.
Es antiguo, porque hunde sus raíces en el plan eterno de Dios que, aunque
se realizó históricamente hace casi dos milenios, fue preparado ya desde el
alba de la creación. Y es, al mismo tiempo, un acontecimiento siempre nuevo,
porque difunde, de generación en generación, su inagotable energía redentora en
la espera del regreso de Cristo en la gloria.
A la luz de este misterio, la historia humana, más allá de las
vicisitudes de cada día, manifiesta una unidad profunda, y el hombre está
llamado a construirla en diálogo responsable y activo con la Providencia
divina.
Deseo de corazón que el Adviento, tiempo de espera, de escucha y de
esperanza, constituya para todos los creyentes una ocasión propicia para
reavivar su fe y afianzar su compromiso de testimonio coherente de vida
cristiana.
Juan Pablo II
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