Carta de San Juan Pablo II a las mujeres ("Te doy gracias mujer")
Te doy gracias, mujer-madre,
porque te conviertes en seno del ser humano con la alegría y los dolores de
parto de una experiencia única, lo cual te hace sonrisa de Dios para el niño
que viene a la luz y te hace guía de sus primeros pasos, apoyo de su
crecimiento, punto de referencia en el posterior camino de la vida.
Te doy gracias,
mujer-esposa, que unes irrevocablemente tu destino al de un hombre, mediante
una relación de recíproca entrega, al servicio de la comunión y de la vida.
Te doy gracias, mujer-hija y
mujer-hermana, que aportas al núcleo familiar y también al conjunto de la vida
social las riquezas de tu sensibilidad, intuición, generosidad y constancia.
Te doy gracias
mujer-trabajadora, que participas en todos los ámbitos de la vida, mediante la
indispensable aportación capaz de conciliar razón y sentimiento, a una
concepción de la vida siempre abierta al sentido del “misterio”, a la
edificación de estructuras económicas y políticas más ricas de humanidad.
Te doy gracias
mujer-consagrada, que a ejemplo de la más grande de las mujeres, la Madre de
Cristo, Verbo encarnado, te abres con docilidad y fidelidad al amor de Dios,
ayudando a la Iglesia y a toda la humanidad a vivir para Dios una respuesta
“esponsal” que expresa maravillosamente la comunión que Él quiere establecer
con su criatura.
Te doy gracias, mujer: ¡Por
el hecho mismo de ser mujer! Con la intuición propia de tu femineidad
enriqueces la comprensión del mundo y contribuyes a la plena verdad de las
relaciones humanas.
San Juan Pablo II
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