María,
Madre de la esperanza... ¡Camina con nosotros!
Enséñanos
a proclamar al Dios vivo; ayúdanos a dar testimonio de Jesús, el único
Salvador; haznos serviciales con el prójimo, acogedores de los pobres, artífices
de justicia, constructores apasionados de un mundo más justo; intercede por
nosotros que actuamos en la historia, convencidos de que el designio del Padre
se cumplirá.
Aurora
de un mundo nuevo... ¡Muéstrate Madre de la esperanza y vela por nosotros!
Vela
por la Iglesia en el mundo: que sea trasparencia del Evangelio; que sea
auténtico lugar de comunión; que viva su misión de anunciar, celebrar y servir
el Evangelio de la esperanza para la paz y la alegría de todos.
Reina
de la Paz... ¡Protege la humanidad del tercer milenio!
Vela
por todos los cristianos: que prosigan confiados por la vía de la unidad, como
fermento para la concordia del todo el mundo.
Vela
por los jóvenes, esperanza del mañana: que respondan generosamente a la llamada
de Jesús.
Vela
por los responsables de las naciones: que se empeñen en construir una casa
común, en la que se respeten la dignidad y los derechos de todos.
María,
¡Danos a Jesús! ¡Haz que lo sigamos y amemos! Él es la esperanza de la Iglesia,
y de la humanidad. Él vive con nosotros, entre nosotros, en su Iglesia.
Contigo
decimos «Ven, Señor Jesús» (Ap 22,20): Que la esperanza de la gloria infundida
por Él en nuestros corazones dé frutos de justicia y de paz.
San Juan Pablo II
Ecclesia in Europa, 125
En el punto 17 de la Carta
Apostólica "Rosarium Virginis Mariae", San Juan Pablo II, expresa que
"La Virgen del Rosario continúa su obra de anunciar a Cristo". El siguiente es el texto completo de dicho
punto:
"...El Rosario es
también un itinerario de anuncio y de profundización, en el que el misterio de
Cristo es presentado continuamente en los diversos aspectos de la experiencia
cristiana. Es una presentación orante y contemplativa, que trata de modelar al
cristiano según el corazón de Cristo. Efectivamente, si en el rezo del Rosario
se valoran adecuadamente todos sus elementos para una meditación eficaz, se da,
especialmente en la celebración comunitaria en las parroquias y los santuarios,
una significativa oportunidad catequética que los Pastores deben saber
aprovechar. La Virgen del Rosario continúa también de este modo su obra de
anunciar a Cristo. La historia del Rosario muestra cómo esta oración ha sido
utilizada especialmente por los Dominicos, en un momento difícil para la
Iglesia a causa de la difusión de la herejía. Hoy estamos ante nuevos desafíos.
¿Por qué no volver a tomar en la mano las cuentas del rosario con la fe de
quienes nos han precedido? El Rosario conserva toda su fuerza y sigue siendo un
recurso importante en el bagaje pastoral de todo buen evangelizador..."
¡Dios te salve María, Madre de Cristo y de la
Iglesia! ¡Dios te salve, vida, dulzura y esperanza nuestra!
A tus cuidados confío esta tarde las necesidades
de todas las familias, las alegrías de los niños, la ilusión de los jóvenes,
los desvelos de los adultos, el dolor de los enfermos y el sereno atardecer de
los ancianos.
Te encomiendo la fidelidad y abnegación de los
ministros de tu Hijo, la esperanza de quienes se preparan para ese ministerio,
la gozosa entrega de las vírgenes del claustro, la oración y solicitud de los
religiosos y religiosas, la vida y empeño de cuantos trabajan por el Reino de
Cristo.
En tus manos pongo la fatiga y el sudor de quienes
trabajan con las suyas; la noble dedicación de los que transmiten su saber y el
esfuerzo de los que aprenden; la hermosa vocación de quienes con su ciencia y
servicio alivian el dolor ajeno; la tarea de quienes con su inteligencia buscan
la verdad.
En tu Corazón dejo los anhelos de quienes,
mediante los quehaceres económicos, procuran honradamente la prosperidad de sus
hermanos; de quienes, al servicio de la verdad, informan y forman rectamente la
opinión pública; de cuantos, en la política, en la milicia, en las labores
sindicales o en el servicio del orden ciudadano, prestan su colaboración
honesta en favor de una justa, pacífica y segura convivencia.
Virgen Santa del Pilar: Aumenta nuestra fe,
consolida nuestra esperanza, aviva nuestra caridad. Socorre a los que padecen desgracias, a los
que sufren soledad, ignorancia, hambre o falta de trabajo. Fortalece a los débiles
en la fe. Fomenta en los jóvenes la disponibilidad para una entrega plena a
Dios. Y asiste maternalmente, oh María, a cuantos te invocan como Patrona de la
Hispanidad. Así sea.
San Juan
Pablo II - 1982
El
centro de nuestra fe es Cristo, el Redentor de la humanidad, recordó el papa
Juan Pablo II, el 16 de octubre de 2002. María no lo opaca; Ella no oculta su
obra salvífica. Llevada al cielo en cuerpo y alma, es la Virgen la primera en
probar los frutos de la Pasión y Resurrección de su Hijo, es quien de la forma
más segura nos conduce a Cristo, el fin último de nuestras acciones y de toda
nuestra existencia...
Para
contemplar el rostro de Cristo con María, ¿hay algún instrumento mejor que
rezar el Rosario? Sin embargo, debemos redescubrir la profundidad mística
contenida en la simplicidad de esta oración, tan preciada por la tradición
popular.
En
su estructura, esta oración mariana es, de hecho, sobre todo una meditación de
los misterios de la vida y obra de Cristo. Al repetir la invocación del Ave
María, podemos profundizar en los acontecimientos esenciales de la misión del
Hijo de Dios en la tierra, los cuales nos han sido transmitidos por el
Evangelio y la Tradición.