domingo, 27 de octubre de 2024
Oración a María Madre de la Esperanza
María,
Madre de la esperanza... ¡Camina con nosotros!
sábado, 19 de octubre de 2024
El Santo Rosario
En el punto 17 de la Carta Apostólica "Rosarium Virginis Mariae", San Juan Pablo II, expresa que "La Virgen del Rosario continúa su obra de anunciar a Cristo". El siguiente es el texto completo de dicho punto:
"...El Rosario es también un itinerario de anuncio y de profundización, en el que el misterio de Cristo es presentado continuamente en los diversos aspectos de la experiencia cristiana. Es una presentación orante y contemplativa, que trata de modelar al cristiano según el corazón de Cristo. Efectivamente, si en el rezo del Rosario se valoran adecuadamente todos sus elementos para una meditación eficaz, se da, especialmente en la celebración comunitaria en las parroquias y los santuarios, una significativa oportunidad catequética que los Pastores deben saber aprovechar. La Virgen del Rosario continúa también de este modo su obra de anunciar a Cristo. La historia del Rosario muestra cómo esta oración ha sido utilizada especialmente por los Dominicos, en un momento difícil para la Iglesia a causa de la difusión de la herejía. Hoy estamos ante nuevos desafíos. ¿Por qué no volver a tomar en la mano las cuentas del rosario con la fe de quienes nos han precedido? El Rosario conserva toda su fuerza y sigue siendo un recurso importante en el bagaje pastoral de todo buen evangelizador..."
domingo, 13 de octubre de 2024
Oración de San Juan Pablo II a Nuestra Señora del Pilar
¡Dios te salve María, Madre de Cristo y de la
Iglesia! ¡Dios te salve, vida, dulzura y esperanza nuestra!
A tus cuidados confío esta tarde las necesidades
de todas las familias, las alegrías de los niños, la ilusión de los jóvenes,
los desvelos de los adultos, el dolor de los enfermos y el sereno atardecer de
los ancianos.
Te encomiendo la fidelidad y abnegación de los
ministros de tu Hijo, la esperanza de quienes se preparan para ese ministerio,
la gozosa entrega de las vírgenes del claustro, la oración y solicitud de los
religiosos y religiosas, la vida y empeño de cuantos trabajan por el Reino de
Cristo.
En tus manos pongo la fatiga y el sudor de quienes
trabajan con las suyas; la noble dedicación de los que transmiten su saber y el
esfuerzo de los que aprenden; la hermosa vocación de quienes con su ciencia y
servicio alivian el dolor ajeno; la tarea de quienes con su inteligencia buscan
la verdad.
En tu Corazón dejo los anhelos de quienes,
mediante los quehaceres económicos, procuran honradamente la prosperidad de sus
hermanos; de quienes, al servicio de la verdad, informan y forman rectamente la
opinión pública; de cuantos, en la política, en la milicia, en las labores
sindicales o en el servicio del orden ciudadano, prestan su colaboración
honesta en favor de una justa, pacífica y segura convivencia.
Virgen Santa del Pilar: Aumenta nuestra fe,
consolida nuestra esperanza, aviva nuestra caridad. Socorre a los que padecen desgracias, a los
que sufren soledad, ignorancia, hambre o falta de trabajo. Fortalece a los débiles
en la fe. Fomenta en los jóvenes la disponibilidad para una entrega plena a
Dios. Y asiste maternalmente, oh María, a cuantos te invocan como Patrona de la
Hispanidad. Así sea.
San Juan
Pablo II - 1982
sábado, 5 de octubre de 2024
San Juan Pablo II, María y el mes del Rosario
El
centro de nuestra fe es Cristo, el Redentor de la humanidad, recordó el papa
Juan Pablo II, el 16 de octubre de 2002. María no lo opaca; Ella no oculta su
obra salvífica. Llevada al cielo en cuerpo y alma, es la Virgen la primera en
probar los frutos de la Pasión y Resurrección de su Hijo, es quien de la forma
más segura nos conduce a Cristo, el fin último de nuestras acciones y de toda
nuestra existencia...
Para
contemplar el rostro de Cristo con María, ¿hay algún instrumento mejor que
rezar el Rosario? Sin embargo, debemos redescubrir la profundidad mística
contenida en la simplicidad de esta oración, tan preciada por la tradición
popular.
En
su estructura, esta oración mariana es, de hecho, sobre todo una meditación de
los misterios de la vida y obra de Cristo. Al repetir la invocación del Ave
María, podemos profundizar en los acontecimientos esenciales de la misión del
Hijo de Dios en la tierra, los cuales nos han sido transmitidos por el
Evangelio y la Tradición.
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