sábado, 28 de septiembre de 2024
domingo, 8 de septiembre de 2024
Juan Pablo II y Teresa de Calcuta: “los santos vienen de a dos”
Se dice que los santos
“vienen de a dos” como en los casos de la Virgen María y San José, San Pedro y
San Pablo, San Francisco y Santa Clara o los franceses San Luis y Santa Celia
Martin.
Quizá la dupla de santos y
amigos que más se conoce en la actualidad es la de la Madre Teresa Calcuta y
San Juan Pablo II, cuyos caminos se entrelazaron en el tiempo que la religiosa
era Superiora de las Misioneras de la Caridad y Juan Pablo II era Obispo de
Roma.
En 1986, el Papa llegó hasta
la casa de la Madre Teresa ubicado en el corazón de los barrios pobres de
Calcuta. La santa describió esta visita como “el día más feliz de mi
vida”. Tras la llegada del Santo Padre
al lugar, la Madre Teresa subió al papamóvil blanco y besó su anillo, conocido
como el anillo del pescador. Luego el Pontífice besó la frente de la santa, un
saludo que intercambiaban cada vez que se encontraban.
Después de un cálido “hola”
la Madre Teresa llevó a Juan Pablo II a su hogar llamado Nirmal Hriday (Sagrado
Corazón), que era un hospicio para enfermos, indigentes y moribundos, que fundó
en la década de 1950. El registro fotográfico de la visita muestra a la
religiosa llevando al Papa de la mano a varias locaciones del hospicio mientras
se detenía a abrazar, bendecir y saludar a los pacientes. También bendijo
cuatro cadáveres, entre ellos el de un niño.
De acuerdo a lo informado
por la BBC, el Papa Wojtyla estaba "visiblemente emocionado" durante
el recorrido mientras ayudaba a las hermanas a alimentar y cuidar a enfermos y
moribundos. En algunos momentos el Santo Padre estuvo tan sorprendido que no
tenía palabras para responder a la Madre Teresa. El entonces Obispo de Roma dio
un breve discurso fuera del hospicio, y llamó al hogar Nirmal Hriday "un
lugar que da testimonio de la primacía del amor".
"Cuando Jesucristo
enseñaba a sus discípulos cómo podían mostrar su amor por Él, les dijo: ‘De
cierto os digo que cuanto hicisteis a uno de los más pequeños de estos mis
hermanos, me lo hicieron a mí'. A través de la Madre Teresa y las Misioneras de
la Caridad, y través de muchos otros que han servido aquí, Jesús ha amado
profundamente a las personas que la sociedad considera a menudo 'el más pequeño
de nuestros hermanos'", comentó.
"Nirmal Hriday proclama
la profunda dignidad de toda persona humana. Es testimonio de la certeza de que
el valor de un ser humano no se mide por su utilidad, con la salud o la
enfermedad, con la edad, credo o raza. Nuestra dignidad humana viene de Dios
nuestro creador, a cuya imagen fuimos creados. Ninguna privación o sufrimiento
puede quitarnos esa dignidad, porque siempre somos valiosos a los ojos del
Señor”, añadió el Pontífice.
Después de su discurso, el
Papa saludó a la multitud reunida, e hizo una parada especial para saludar a
las sonrientes y cantoras hermanas Misioneras de la Caridad.
Además de describir aquella
visita como “el día más feliz de mi vida”, la Madre Teresa afirmó que “es una
cosa maravillosa para el pueblo, porque su contacto es el contacto mismo de
Cristo".
Ambos santos siguieron
siendo amigos cercanos y se visitaron varias veces a lo largo de los años.
Después de la muerte de
Madre Teresa en 1997, San Juan Pablo II decidió no esperar los cinco años
establecidos para abrir la causa de canonización de la religiosa. Durante la
beatificación en 2003, el Pontífice polaco alabó el amor de la Madre Teresa
hacia Dios, que se mostró a través de su amor a los pobres.
El día de la canonización,
el 4 de septiembre de 2016, el Papa Francisco manifestó que la Madre Teresa “a
lo largo de toda su existencia, ha sido una generosa dispensadora de la
misericordia divina, poniéndose a disposición de todos por medio de la acogida
y la defensa de la vida humana, tanto la no nacida como la abandonada y descartada.
Se ha comprometido en la defensa de la vida proclamando incesantemente que 'el
no nacido es el más débil, el más pequeño, el más pobre'".
Su misión, continuó el Papa,
"en las periferias de las ciudades y en las periferias existenciales
permanece en nuestros días como testimonio elocuente de la cercanía de Dios
hacia los más pobres entre los pobres".
"Hoy entrego esta
emblemática figura de mujer y de consagrada a todo el mundo del voluntariado:
que ella sea vuestro modelo de santidad", expresó.
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