sábado, 8 de mayo de 2021
San Juan Pablo II en Luján (Argentina)
¡Dios te salve, María, llena
de gracia, Madre del Redentor!
domingo, 2 de mayo de 2021
En el MES DE MARÍA, evocamos VIRGO FIDELIS de San Juan Pablo II
"...De entre tantos
títulos atribuidos a la Virgen, a lo largo de los siglos, por el amor filial de
los cristianos, hay uno de profundísimo significado: Virgo Fidelis, Virgen
fiel. ¿Qué significa esta fidelidad de María? ¿Cuáles son las dimensiones de
esa fidelidad?
La primera dimensión se
llama búsqueda. María fue fiel ante todo cuando, con amor se puso a buscar el
sentido profundo del Designio de Dios en Ella y para el mundo. “Quomodo fiet?
-¿Cómo sucederá esto? ”, preguntaba Ella al Ángel de la Anunciación. Ya en el
Antiguo Testamento el sentido de esta búsqueda se traduce en una expresión de
rara belleza y extraordinario contenido espiritual: “buscar el Rostro del
Señor”. No habrá fidelidad si no hubiere en la raíz esta ardiente, paciente y
generosa búsqueda; si no se encontrara en el corazón del hombre una pregunta,
para la cual sólo Dios tiene respuesta, mejor dicho, para la cual sólo Dios es
la respuesta.
La segunda dimensión se
llama acogida, aceptación. El “quomodo fiet” se transforma, en los labios de
María, en un “fiat”. Que se haga, estoy pronta, acepto: éste es el momento
crucial de la fidelidad, momento en el cual el hombre percibe que jamás
comprenderá totalmente el cómo; que hay en el Designio de Dios más zonas de
misterio que de evidencia; que, por más que haga, jamás logrará captarlo todo.
Es entonces cuando el hombre acepta el misterio, le da un lugar en su corazón
así como “María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”. Es el momento en el que el hombre se abandona
al misterio, no con la resignación de alguien que capitula frente a un enigma,
a un absurdo, sino más bien con la disponibilidad de quien se abre para ser
habitado por algo – ¡por Alguien! – más grande que el propio corazón. Esa
aceptación se cumple en definitiva por la fe que es la adhesión de todo el ser
al misterio que se revela.
Coherencia, es la tercera
dimensión de la fidelidad. Vivir de acuerdo con lo que se cree. Ajustar la
propia vida al objeto de la propia adhesión. Aceptar incomprensiones, persecuciones
antes que permitir rupturas entre lo que se vive y lo que se cree: esta es la
coherencia. Aquí se encuentra, quizás, el núcleo más íntimo de la fidelidad.
Pero toda fidelidad debe
pasar por la prueba más exigente: la de la duración. Por eso la cuarta
dimensión de la fidelidad es la constancia. Es fácil ser coherente por un día o
algunos días. Difícil e importante es ser coherente toda la vida. Es fácil ser
coherente en la hora de la exaltación, difícil serlo en la hora de la
tribulación. Y sólo puede llamarse fidelidad una coherencia que dura a lo largo
de toda la vida. El “fiat” de María en la Anunciación encuentra su plenitud en
el “fiat” silencioso que repite al pie de la Cruz. Ser fiel es no traicionar en
las tinieblas lo que se aceptó en público.
De todas les enseñanzas que
la Virgen da a sus hijos, quizás la más bella e importante es esta lección de
fidelidad..."
San
Juan Pablo II
Homilía en la Catedral de
México. 26 de enero de 1979
Suscribirse a:
Entradas (Atom)