domingo, 29 de diciembre de 2024

Oración a la Familia de San Juan Pablo II

Este Domingo de la Sagrada Familia es buen día para contemplar nuestra vida y la de las personas que nos rodean. Contemplar personas, familias, donde brilla el bien, el amor, la comprensión, la capacidad de perdón, el respeto, la fortaleza ante las dificultades, la confianza en Dios. Personas que son reflejo de la bondad, que transmiten cariño y alegría; que disfrutan cuando pueden ayudar a los demás.
 
Todos conocemos a personas que son presencia de Dios, como José y María, Simeón y Ana..., que buscan y se hacen preguntas, inquietas, abiertas al asombro, capaces de acoger buenas noticias y de compartirlas. Por ellas aprendemos a leer la vida cotidiana, a  contemplar el Espíritu y nos demuestran que es posible soñar con una humanidad formada por personas como ellas. Están ahí, a tu lado. En ellas encontramos  un eco de Dios.
 
Alégrate por sus vidas. Agradece y bendice a Dios por su presencia.
 
Oración de San Juan Pablo II a la Familia
 
“Oh Dios, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra, Padre, que eres Amor y Vida, haz que en cada familia humana sobre la tierra se convierta, por medio de tu Hijo, Jesucristo, "nacido de Mujer", y del Espíritu Santo, fuente de caridad divina, en verdadero santuario de la vida y del amor para las generaciones porque siempre se renuevan.
Haz que tu gracia guíe a los pensamientos y las obras de los esposos hacia el bien de sus familias y de todas las familias del mundo.
Haz que las jóvenes generaciones encuentren en la familia un fuerte apoyo para su humanidad y su crecimiento en la verdad y en el amor.
Haz que el amor, corroborado por la gracia del sacramento del matrimonio, se demuestre más fuerte que cualquier debilidad y cualquier crisis, por las que a veces pasan nuestras familias.
Haz finalmente, te lo pedimos por intercesión de la Sagrada Familia de Nazaret, que la Iglesia en todas las naciones de la tierra pueda cumplir fructíferamente su misión en la familia y por medio de la familia. Tú, que eres la Vida, la Verdad y El Amor, en la unidad del Hijo y del Espíritu santo. Amén”

domingo, 22 de diciembre de 2024

San Juan Pablo II ante la Navidad


En sus 27 años al frente de la barca de Pedro, San Juan Pablo II no ha dejado de celebrar la fiesta de la Natividad del Señor. A lo largo de este tiempo, ha escrito multitud de mensajes, pronunciado discursos y homilías acerca del Misterio de la Navidad, como tiempo de paz. A su vez, ha denunciado, de muy diversos modos, la injusticia y la violencia en todos los rincones del mundo, así como la esperanza cristiana en que el nacimiento del Niño Dios traiga la reconciliación a todos los hombres.

La mayoría de los mensajes de Navidad de San Juan Pablo II -incluidos dentro de la tradicional bendición Urbi et Orbi, pronunciada por el Pontífice en la balconada principal de la Basílica de San Pedro, a las doce de la mañana del 25 de diciembre-, hacen referencia al nacimiento de Jesús como un símbolo de «la ternura de Dios sembrada en el corazón de los hombres». «¡Hacía falta la Navidad!», subraya en sus discursos, dedicados en varias ocasiones a los niños, porque -como señaló en una carta enviada a los niños en las Navidades de 1994- «la Navidad es la fiesta de un niño, de un recién nacido».

Pero, además del llamamiento a la esperanza, San Juan Pablo II no ha perdido ocasión para denunciar los males que afectan a la humanidad y que impiden que la alegría del Nacimiento sea vivida en plenitud en todos los rincones del orbe. Ha mostrado su pesar por las guerras del Golfo, Bosnia u Oriente Medio, por el hambre y la desnutrición en los países del Tercer Mundo, por los genocidios y las catástrofes naturales, por los abusos y el desprecio por la vida humana, en sus inicios y final. A continuación reproducimos algunos de los pasajes claves de los mensajes navideños del Santo Padre.

«Día de extraordinaria alegría es la Navidad. Esta alegría ha inundado los corazones humanos y ha tenido múltiples expresiones en la historia y en la cultura de las naciones cristianas; en el canto litúrgico y popular, en la pintura, en la literatura y en el campo del arte» (Mensaje Urbi et Orbi, Navidad de 1997).

«Desde la noche de Belén hasta hoy, la Navidad continúa suscitando himnos de alegría, que expresan la ternura de Dios sembrada en el corazón de los hombres. En todas las lenguas del mundo se celebra el acontecimiento más grande: el Emmanuel, Dios con nosotros para siempre». (Urbi et Orbi. Navidad de 1998).

«Dios, hecho hombre, nos da parte en su divinidad. Éste es el mensaje de Navidad, mensaje de la noche de Belén, que resuena en este maravilloso día. «La palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros». ¡Qué admirable intercambio! El Creador recibe un cuerpo de la Virgen y, hecho hombre, nos da parte en su divinidad» (Urbi et Orbi, Navidad de 1993).

«La Navidad es la fiesta de un Niño, de un recién nacido. ¡Por eso es vuestra fiesta! Vosotros [niños] la esperáis con impaciencia y las preparáis con alegría, contando los días y casi las horas que faltan para la Nochebuena de Belén. Parece que os estoy viendo: preparando una casa, en la parroquia, en cada rincón del mundo el nacimiento, reconstruyendo el clima y el ambiente en que nació el Salvador».

«Queridos niños: os escribo acordándome de cuando, hace muchos años, yo era un niño como vosotros. Entonces yo vivía también la atmósfera serena de la Navidad, y al ver brillar la estrella de Belén corría al nacimiento con mis amigos para recordar lo que sucedió en Palestina hace 2.000 años. Los niños manifestábamos nuestra alegría ante todo con cantos. ¡Qué bellos y emotivos son los villancicos, que en la tradición de cada pueblo se cantan en torno al nacimiento!» (Carta a los niños, 13 de diciembre de 1994).

«Que el anuncio de la Navidad aliente a cuantos se esfuerzan por aliviar la situación penosa del Medio Oriente respetando los compromisos internacionales. Que la Navidad refuerce en el mundo el consenso sobre medidas urgentes y adecuadas para detener la producción y el comercio de armas, para defender la vida humana, para desterrar la pena de muerte, para liberar a los niños y adolescentes de toda forma de explotación, para frenar la mano ensangrentada de los responsables de genocidios y crímenes de guerra, para prestar a las cuestiones del medio ambiente, sobre todo tras las recientes catástrofes naturales, la atención indispensable que merecen a fin de salvaguardar la creación y la dignidad del hombre» (Urbi et Orbi, Navidad 1998).

«Desde el pesebre, la mirada se extiende hoy a toda la humanidad, destinataria de la gracia del «segundo Adán», aunque siempre heredero del pecado del «primer Adán» Niños maltratados, humillados y abandonados, mujeres violentadas y explotadas, jóvenes, adultos, ancianos marginados, interminables comitivas de exiliados y prófugos, violencia y guerrilla en tantos rincones del planeta. Pienso con preocupación en Tierra Santa, donde la violencia continúa ensangrentando el difícil camino de la paz» (Urbi et Orbi, Navidad de 2000).

«No podemos olvidar hoy que las sombras de la muerte amenazan la vida del hombre en cada una de sus fases e insidian especialmente sus primeros momentos y su ocaso natural. Se hace cada vez más fuerte la tentación de apoderarse de la muerte procurándola anticipadamente, casi como si se fuera árbitro de la vida propia o ajena. Estamos ante síntomas alarmantes de la «cultura de la muerte», que son una seria amenaza para el futuro. Pero, por más densas que parezcan las tinieblas, es más fuerte aún la esperanza del triunfo de la luz surgida en la Noche Santa de Belén» (Urbi et Orbi, Navidad de 2000).

«La respuesta de Dios se llama Evangelio. Tiene su principio en la noche de Belén para convertirse después en testimonio de Aquel que nació precisamente aquella noche [...]. Hermanos y hermanas: no nos encerremos en nosotros mismos frente a Dios. No le impidamos que habite entre nosotros [...]. Su nombre es Jesús, Dios que salva» (Urbi et Orbi, Navidad 1992).

domingo, 15 de diciembre de 2024

San Juan Pablo II: "Preparad los caminos del Señor"

«Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas» (Lc 3, 4). Con estas palabras, hoy, segundo Domingo de Adviento, el Evangelio nos exhorta a disponer el corazón para acoger al Señor que viene. Y la liturgia de este día nos propone como modelo de esa preparación interior la figura austera de Juan Bautista, que predica en el desierto invitando a la conversión.
 
Su testimonio sugiere que, para salir al encuentro del Señor es preciso crear dentro de nosotros y a nuestro alrededor espacios de desierto: ocasiones de renuncia a lo superfluo, búsqueda de lo esencial, y un clima de silencio y oración.
 
San Juan Bautista invita, sobre todo, a volver a Dios, huyendo con decisión del pecado, enfermedad del corazón del hombre, que le impide la alegría del encuentro con el Señor.
 
El tiempo de Adviento es especialmente apto para hacer experiencia del Amor divino que salva. Y es sobre todo en el Sacramento de la Reconciliación donde el cristiano puede hacer esa experiencia, redescubriendo a la luz de la palabra de Dios la verdad de su propio ser y gustando la alegría de recuperar la paz consigo mismo y con Dios.
 
Juan en el desierto anuncia la venida del Salvador. El desierto hace pensar también en muchas situaciones contemporáneas graves: la indiferencia moral y religiosa, el desprecio hacia la vida humana que nace o que se encamina a su última meta natural, el odio racial, la violencia, la guerra y la intolerancia, son algunas de las causas de ese desierto de injusticia, de dolor y de desesperación que avanza en nuestra sociedad.
 
Frente a ese escenario, el creyente, como Juan Bautista, debe ser la voz que proclama la salvación del Señor, adhiriéndose plenamente a su Evangelio y testimoniándolo visiblemente en el mundo.
 
En nuestros días, tiempo de nueva evangelización, es urgente que los padres cristianos pongan atención especial en la educación de sus hijos para ser testigos valientes del Salvador en el mundo de hoy. Convirtiéndose en los primeros catequistas de sus hijos, pueden suscitar más fácilmente en ellos un amor singular a la palabra de Dios, y adecuando diariamente su vida al Evangelio, los estimulan en las decisiones coherentes y generosas, que son propias de todo auténtico discípulo del Señor.
 
Oremos para que cada familia cristiana sea una pequeña iglesia misionera y una escuela de evangelizadores. Encomendemos esta misión de todos los núcleos familiares creyentes así como sus alegrías y sufrimientos, a la Virgen Inmaculada, cuya solemnidad celebraremos el jueves próximo. Que María sea nuestro ejemplo y nuestra guía, especialmente ejemplo y guía de las familias.
 
San Juan Pablo II
4-diciembre-1994

domingo, 8 de diciembre de 2024

San Juan Pablo II y la Inmaculada Concepción de María

San Juan Pablo II enseñaba lo siguiente en la Audiencia del 12 de junio de 1996: "La definición dogmática de la Inmaculada Concepción":
 
"...La convicción de que María fue preservada de toda mancha de pecado ya desde su concepción, hasta el punto de que ha sido llamada toda santa, se fue imponiendo progresivamente en la liturgia y en la teología. Ese desarrollo suscitó, al inicio del siglo XIX, un movimiento de peticiones en favor de una definición dogmática del privilegio de la Inmaculada Concepción."
 
"El Papa Pío IX, hacia la mitad de ese siglo, con el deseo de acoger esa demanda, después de haber consultado a los teólogos, pidió a los obispos su opinión acerca de la oportunidad y la posibilidad de esa definición, convocando casi un concilio por escrito. El resultado fue significativo: la inmensa mayoría de los 604 obispos respondió de forma positiva a la pregunta."
 
"Después de una consulta tan amplia, que pone de relieve la preocupación que tenía mi venerado predecesor por expresar, en la definición del dogma, la fe de la Iglesia, se comenzó con el mismo esmero la redacción del documento. La comisión especial de teólogos, creada por Pío IX para la certificación de la doctrina revelada, atribuyó un papel esencial a la praxis eclesial. Y este criterio influyó en la formulación del dogma, que otorgó más importancia a las expresiones de lo que se vivía en la Iglesia, de la fe y del culto del pueblo cristiano, que a las determinaciones escolásticas."
 
"Finalmente, en el año 1854, Pío IX, con la Bula Ineffabilis Deus, proclamó solemnemente el dogma de la Inmaculada Concepción:
 
«...Declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser, por tanto, firme y constantemente creída por todos los fieles»...".
.
Fuente: “El camino de María”

domingo, 1 de diciembre de 2024

Mensaje de Adviento de San Juan Pablo II

«Vayamos jubilosos al encuentro del Señor»
es un estribillo que está perfectamente en armonía con el jubileo. Es, por decir así, un «estribillo jubilar», según la etimología de la palabra latina jubilar, que encierra una referencia al júbilo. ¡Vayamos, pues, con alegría! Caminemos jubilosos y vigilantes a la espera del tiempo que recuerda la venida de Dios en la carne humana, tiempo que llegó a su plenitud cuando en la cueva de Belén nació Cristo. Entonces se cumplió el tiempo de la espera.
 
Viviendo el Adviento, esperamos un acontecimiento que se sitúa en la historia y a la vez la trasciende. Al igual que los demás años, tendrá lugar en la noche de la Navidad del Señor. A la cueva de Belén acudirán los pastores; más tarde, irán los Magos de Oriente. Unos y otros simbolizan, en cierto sentido, a toda la familia humana. La exhortación que resuena en la liturgia de hoy: «Vayamos jubilosos al encuentro del Señor» se difunde en todos los países, en todos los continentes, en todos los pueblos y naciones. La voz de la liturgia, es decir, la voz de la Iglesia, resuena por doquier e invita a todos al gran jubileo.
 
Nosotros podemos encontrar a Dios, porque Él ha venido a nuestro encuentro. Lo ha hecho, como el padre de la parábola del hijo pródigo (cf. Lc 15, 11-32), porque es Rico en Misericordia, Dives in Misericordia, y quiere salir a nuestro encuentro sin importarle de qué parte venimos o a dónde lleva nuestro camino. Dios viene a nuestro encuentro, tanto si lo hemos buscado como si lo hemos ignorado, e incluso si lo hemos evitado. Él sale primero a nuestro encuentro, con los brazos abiertos, como un padre amoroso y misericordioso.
 
Si Dios se pone en movimiento para salir a nuestro encuentro, ¿podremos nosotros volverle la espalda? Pero no podemos ir solos al encuentro con el Padre. Debemos ir en compañía de cuantos forman parte de «la familia de Dios». Para prepararnos convenientemente al jubileo debemos disponernos a acoger a todas las personas. Todos son nuestros hermanos y hermanas, porque son hijos del mismo Padre celestial. (...)
 
En el Evangelio [leemos] la invitación del Señor a la vigilancia. «Velad, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor». Y a continuación: «Estad preparados, porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del hombre» (Mt 24, 42.44). La exhortación a velar resuena muchas veces en la liturgia, especialmente en Adviento, tiempo de preparación no sólo para la Navidad, sino también para la definitiva y gloriosa venida de Cristo al final de los tiempos. Por eso, tiene un significado marcadamente escatológico e invita al creyente a pasar cada día, cada momento, en presencia de Aquel «que es, que era y que vendrá» (Ap 1, 4), al que pertenece el futuro del mundo y del hombre. Ésta es la esperanza cristiana. Sin esta perspectiva, nuestra existencia se reduciría a un vivir para la muerte.
 
Cristo es nuestro Redentor: Redentor del mundo y Redentor del hombre. Vino a nosotros para ayudarnos a cruzar el umbral que lleva a la puerta de la vida, la «Puerta Santa» que es Él mismo.
 
Que esta consoladora verdad esté siempre muy presente ante nuestros ojos, mientras caminamos como peregrinos hacia el gran jubileo. Esa verdad constituye la razón última de la alegría a la que nos exhorta la liturgia: «Vayamos jubilosos al encuentro del Señor». Creyendo en Cristo Crucificado y Resucitado, creemos en la resurrección de la carne y en la vida eterna.
 
San Juan Pablo II
Extracto de la Homilía del Domingo I de Adviento.
Domingo 29 de noviembre de 1998, previo al Jubileo del año 2000

domingo, 17 de noviembre de 2024

El Papa y el mendigo

Un sacerdote norteamericano de la diócesis de Nueva York se disponía a rezar en una de las parroquias de Roma cuando, al entrar, se encontró con un mendigo. Después de observarlo durante un momento, el sacerdote se dio cuenta de que conocía a aquel hombre. ¡Era un compañero del seminario, ordenado sacerdote el mismo día que él! Ahora mendigaba por las calles.
 
El sacerdote, tras identificarse y saludarle, escuchó de labios del mendigo cómo había perdido su fe y su vocación. Quedó profundamente estremecido.
 
Al día siguiente el sacerdote llegado de Nueva York tenía la oportunidad de asistir a la Misa privada del Papa al que podría saludar al final de la celebración, como suele ser la costumbre. Al llegar su turno sintió el impulso de arrodillarse ante el santo Padre y pedir que rezara por su antiguo compañero de seminario, y describió brevemente la situación al Papa.
 
Un día después recibió la invitación del Vaticano para cenar con el Papa, en la que solicitaba llevara consigo al mendigo de la parroquia. El sacerdote volvió a la parroquia y le comentó a su amigo el deseo del Papa. Una vez convencido el mendigo, le llevó a su lugar de hospedaje, le ofreció ropa y la oportunidad de asearse.
 
El Pontífice, después de la cena, indicó al sacerdote de Nueva York que los dejara solos, y pidió al mendigo que escuchara su confesión. El hombre, impresionado, respondió que ya no era sacerdote, a lo que el Papa contestó: "una vez sacerdote, sacerdote siempre". "Pero estoy fuera de mis facultades de presbítero", insistió el mendigo. "Yo soy el obispo de Roma, me puedo encargar de eso", dijo el Papa.
 
El hombre escuchó la confesión del Santo Padre y le pidió a su vez que escuchara su propia confesión. Después de ella lloró amargamente. Al final Juan Pablo II le preguntó en qué parroquia había estado mendigando, y le designó asistente del párroco de la misma, y encargado de la atención a los mendigos.

domingo, 10 de noviembre de 2024

San Juan Pablo II en diez frases


1. "No tengáis miedo. Abrid las puertas a Cristo". (El 16 de octubre de 1978, día de su elección como Papa)
 
2. "La peor prisión es un corazón cerrado".
 
3. "Que nadie se haga ilusiones de que la simple ausencia de guerra, aun siendo tan deseada, sea sinónimo de una paz verdadera. No hay verdadera paz sino viene acompañada de equidad, verdad, justicia, y solidaridad”.
 
4. "La familia es base de la sociedad y el lugar donde las personas aprenden por vez primera los valores que les guían”.
 
5. "Dios se deja conquistar por el humilde y rechaza la arrogancia del orgulloso".
 
6. "Ahora más que nunca es urgente que seáis los centinelas del mañana, los vigías que anuncian la luz del alba y la nueva primavera del Evangelio, de la que ya se ven los brotes". (Mensaje de Juan Pablo II para la XVIII Jornada Mundial de la Juventud. 25 de julio 2002)
 
7. "No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón". (Mensaje de Juan Pablo II para la celebración de la XXXV Jornada Mundial de la Jornada Mundial de la Paz. 1 de enero de 2002)
 
8. "Hoy más que nunca la Iglesia necesita sacerdotes santos cuyo ejemplo diario de conversión inspire en los demás el deseo de buscar la santidad".
 
9. "La paz exige cuatro condiciones esenciales: Verdad, justicia, amor y libertad".
 
10. "Dejadme ir a la casa del Padre". (2 de abril de 2005. Sus últimas palabras)
 

viernes, 1 de noviembre de 2024

En la Solemnidad de Todos los Santos

Queridos hermanos y hermanas:
 
Con interés especial hoy os pido a los que estáis aquí reunidos, para rezar conmigo el Ángelus [1 Nov 1978], que os detengáis un momento a reflexionar sobre el misterio de la liturgia del día.
 
La Iglesia vive con una gran perspectiva, la acompaña siempre, la forja continuamente y la proyecta hacia la eternidad. La liturgia del día pone en evidencia la realidad escatológica, una realidad que brota de todo el plan de salvación y, a la vez de la historia del hombre, realidad que da el sentido último a la existencia misma de la Iglesia y a su misión.
 
Por esto vivimos con tanta intensidad la Solemnidad de todos los Santos, así como también el día de mañana, Conmemoración de los Difuntos. Estos dos días engloban en sí de modo muy especial la fe en la "vida eterna" (últimas palabras del Credo apostólico). Si bien estos dos días enfocan ante los ojos de nuestra alma lo ineludible de la muerte, dan también al mismo tiempo testimonio de la vida.
 
El hombre que está "condenado a muerte", según las leyes de la naturaleza, el hombre que vive con la perspectiva de la aniquilación de su cuerpo, este hombre desarrolla su existencia al mismo tiempo con perspectivas de vida futura y está llamado a la gloria.
 
La Solemnidad de todos los Santos pone ante los ojos de nuestra fe a los que han alcanzado ya la plenitud de su llamada a la unión con Dios. El día de la Conmemoración de los Difuntos hace converger nuestros pensamientos en quienes, después de dejar este mundo, en la expiación esperan alcanzar la plenitud de amor que requiere la unión con Dios.
 
Se trata de dos días grandes en la Iglesia que "prolonga su vida" de cierta manera en sus santos y en todos los que se han preparado a esa vida sirviendo a la verdad y al amor.
 
Por ello los primeros días de noviembre la Iglesia se une de modo especial a su Redentor, que nos ha introducido en la realidad misma de esa vida a través de su Muerte y Resurrección. Al mismo tiempo ha hecho de nosotros "un reino de sacerdotes" para su Padre.
 
Por ello, a nuestra oración común uniré una intención especial por las vocaciones sacerdotales en la Iglesia de todo el mundo. Me dirijo a Cristo para que llame a muchos jóvenes y les diga: "Ven y sígueme". Y pido a los jóvenes que no se opongan, que no contesten "no". A todos ruego que oren y colaboren en favor de las vocaciones.
 
La mies es grande. La Solemnidad de todos los Santos nos dice precisamente que la mies es abundante. No la mies de la muerte, sino la de la salvación; no la mies del mundo que pasa, sino la mies de Cristo que perdura a través de los siglos.
 
San Juan Pablo II
Ángelus 1 Nov 1978
Fuente: El Camino de María

domingo, 27 de octubre de 2024

Oración a María Madre de la Esperanza

María, Madre de la esperanza... ¡Camina con nosotros!
 
Enséñanos a proclamar al Dios vivo; ayúdanos a dar testimonio de Jesús, el único Salvador; haznos serviciales con el prójimo, acogedores de los pobres, artífices de justicia, constructores apasionados de un mundo más justo; intercede por nosotros que actuamos en la historia, convencidos de que el designio del Padre se cumplirá.
 
Aurora de un mundo nuevo... ¡Muéstrate Madre de la esperanza y vela por nosotros!
 
Vela por la Iglesia en el mundo: que sea trasparencia del Evangelio; que sea auténtico lugar de comunión; que viva su misión de anunciar, celebrar y servir el Evangelio de la esperanza para la paz y la alegría de todos.
 
Reina de la Paz... ¡Protege la humanidad del tercer milenio!
 
Vela por todos los cristianos: que prosigan confiados por la vía de la unidad, como fermento para la concordia del todo el mundo.
 
Vela por los jóvenes, esperanza del mañana: que respondan generosamente a la llamada de Jesús.
 
Vela por los responsables de las naciones: que se empeñen en construir una casa común, en la que se respeten la dignidad y los derechos de todos.
 
María, ¡Danos a Jesús! ¡Haz que lo sigamos y amemos! Él es la esperanza de la Iglesia, y de la humanidad. Él vive con nosotros, entre nosotros, en su Iglesia.
 
Contigo decimos «Ven, Señor Jesús» (Ap 22,20): Que la esperanza de la gloria infundida por Él en nuestros corazones dé frutos de justicia y de paz.
 
San Juan Pablo II
Ecclesia in Europa, 125

sábado, 19 de octubre de 2024

El Santo Rosario

En el punto 17 de la Carta Apostólica "Rosarium Virginis Mariae", San Juan Pablo II, expresa que "La Virgen del Rosario continúa su obra de anunciar a Cristo".  El siguiente es el texto completo de dicho punto:

"...El Rosario es también un itinerario de anuncio y de profundización, en el que el misterio de Cristo es presentado continuamente en los diversos aspectos de la experiencia cristiana. Es una presentación orante y contemplativa, que trata de modelar al cristiano según el corazón de Cristo. Efectivamente, si en el rezo del Rosario se valoran adecuadamente todos sus elementos para una meditación eficaz, se da, especialmente en la celebración comunitaria en las parroquias y los santuarios, una significativa oportunidad catequética que los Pastores deben saber aprovechar. La Virgen del Rosario continúa también de este modo su obra de anunciar a Cristo. La historia del Rosario muestra cómo esta oración ha sido utilizada especialmente por los Dominicos, en un momento difícil para la Iglesia a causa de la difusión de la herejía. Hoy estamos ante nuevos desafíos. ¿Por qué no volver a tomar en la mano las cuentas del rosario con la fe de quienes nos han precedido? El Rosario conserva toda su fuerza y sigue siendo un recurso importante en el bagaje pastoral de todo buen evangelizador..."

domingo, 13 de octubre de 2024

Oración de San Juan Pablo II a Nuestra Señora del Pilar

 
¡Dios te salve María, Madre de Cristo y de la Iglesia! ¡Dios te salve, vida, dulzura y esperanza nuestra!
 
A tus cuidados confío esta tarde las necesidades de todas las familias, las alegrías de los niños, la ilusión de los jóvenes, los desvelos de los adultos, el dolor de los enfermos y el sereno atardecer de los ancianos.
 
Te encomiendo la fidelidad y abnegación de los ministros de tu Hijo, la esperanza de quienes se preparan para ese ministerio, la gozosa entrega de las vírgenes del claustro, la oración y solicitud de los religiosos y religiosas, la vida y empeño de cuantos trabajan por el Reino de Cristo.
 
En tus manos pongo la fatiga y el sudor de quienes trabajan con las suyas; la noble dedicación de los que transmiten su saber y el esfuerzo de los que aprenden; la hermosa vocación de quienes con su ciencia y servicio alivian el dolor ajeno; la tarea de quienes con su inteligencia buscan la verdad.
 
En tu Corazón dejo los anhelos de quienes, mediante los quehaceres económicos, procuran honradamente la prosperidad de sus hermanos; de quienes, al servicio de la verdad, informan y forman rectamente la opinión pública; de cuantos, en la política, en la milicia, en las labores sindicales o en el servicio del orden ciudadano, prestan su colaboración honesta en favor de una justa, pacífica y segura convivencia.
 
Virgen Santa del Pilar: Aumenta nuestra fe, consolida nuestra esperanza, aviva nuestra caridad.  Socorre a los que padecen desgracias, a los que sufren soledad, ignorancia, hambre o falta de trabajo. Fortalece a los débiles en la fe. Fomenta en los jóvenes la disponibilidad para una entrega plena a Dios. Y asiste maternalmente, oh María, a cuantos te invocan como Patrona de la Hispanidad. Así sea.
 
San Juan Pablo II - 1982

sábado, 5 de octubre de 2024

San Juan Pablo II, María y el mes del Rosario

El centro de nuestra fe es Cristo, el Redentor de la humanidad, recordó el papa Juan Pablo II, el 16 de octubre de 2002. María no lo opaca; Ella no oculta su obra salvífica. Llevada al cielo en cuerpo y alma, es la Virgen la primera en probar los frutos de la Pasión y Resurrección de su Hijo, es quien de la forma más segura nos conduce a Cristo, el fin último de nuestras acciones y de toda nuestra existencia...
 
Para contemplar el rostro de Cristo con María, ¿hay algún instrumento mejor que rezar el Rosario? Sin embargo, debemos redescubrir la profundidad mística contenida en la simplicidad de esta oración, tan preciada por la tradición popular.
 
En su estructura, esta oración mariana es, de hecho, sobre todo una meditación de los misterios de la vida y obra de Cristo. Al repetir la invocación del Ave María, podemos profundizar en los acontecimientos esenciales de la misión del Hijo de Dios en la tierra, los cuales nos han sido transmitidos por el Evangelio y la Tradición.

sábado, 28 de septiembre de 2024

Carta de San Juan Pablo II al Santo Padre Pío

Hay una carta inédita que Karol Wojtyla envió al Padre Pío de Pietrelcina, el fraile con los estigmas, pocos días antes de ser nombrado arzobispo de Cracovia. Una carta nunca publicada ni conocida, que fue hallada en el archivo de la Curia de Cracovia y que quizá inicialmente había sido confundida con la transcripción de una de las dos cartas del futuro Papa al futuro santo ya conocidas. En cambio aquella copia escrita a máquina era del todo desconocida y añade una nueva prueba fundamental a la reconstrucción de la relación entre Wojtyla y el Padre Pío.

Como es sabido se conocían dos letras, escritas en latín y enviadas al fraile el 17 y el 28 de noviembre de 1962 por el joven obispo auxiliar de Cracovia que en aquellos días se encontraba en Roma para el Concilio. En la primera Wojtyla pedía las oraciones del Padre Pío por la médica Wanda Poltawska, madre de familia, enferma de cáncer. En la segunda el obispo agradecía al santo del Gargano por la curación acaecida de la mujer. La nueva misiva (Archivo de la Curia de Cracovia), está fechada el 14 de diciembre de 1963 y es más larga que las precedentes. Como las otras dos fue escrita en Roma, probablemente en la conclusión de la segunda sesión del Concilio Vaticano II. Ha sido publicada y comentada por don Francesco Castelli en la revista “Servi della Sofferenza”.

Al final de las primeras líneas, Wojtyla hace referencia a las precedentes peticiones dirigidas por él al Padre Pio: «Vuestra paternidad se acordará ciertamente que ya algunas veces en el pasado me he permitido recomendar a Sus oraciones casos particularmente dramáticos y dignos de atención». Y ya aquí hay una primera sorpresa. Hasta hoy, de hecho, se ha sabido siempre que el futuro Papa pidió y obtuvo las oraciones del fraile sólo para la médica Poltawska. No se conocían otros casos. El joven obispo polaco agradece al Padre Pío la curación de una mujer enferma de cáncer –está claro que se trata del caso ya conocido– pero en el número de las personas curadas Wojtyla añade el hijo de un abogado, gravemente enfermo desde el nacimiento. «Ambas personas están bien», declara en el texto inédito. Por lo tanto, además de esta carta y a las dos ya conocidas existe al menos otra misiva con la cual Wojtyla pedía la curación del joven.

El futuro Papa recurre después al Padre Pío por una señora paralizada de su diócesis, por tanto una nueva petición. Ulterior indicio de una relación consolidada. Pero no es todo. Esta vez, de hecho, el obispo añade una petición personal: «Al mismo tiempo me permito recomendarle las ingentes dificultades pastorales que mi pobre obra encuentra en la presente situación». ¿A qué se refiere Wojtyla, que por primera vez pide algo para sí mismo? ¿Y cuáles son las «ingentes dificultades» que apunta?

Desde la mitad de 1962 monseñor Wojtyla atraviesa una fase delicada de su vida. En junio de 1962 había muerto el arzobispo de Cracovia, Baziak, y desde hacía meses estaba abierta la búsqueda de un candidato para la sucesión que sea grato al primado polaco, el cardenal Stefan Wyszynski, y a la autoridad del Estado. Wyszynski había presentado más veces ternas de nombres rechazadas por el gobierno comunista. Después de dos ternas distintas rechazadas de plano, un alto funcionario del Partido comunista, Zenon Kliszko, sugiere que se proponga a «un hombre de diálogo, como el joven obispo auxiliar, del cual he olvidado el nombre, con el cual en dos semanas hemos resuelto el caso del seminario de Cracovia».

Aquel obispo es Karol Wojtyla, que había reivindicado con firmeza el derecho de la Iglesia sobre la sede del seminario, ocupado por los comunistas locales. Con sólo 43 años, Karol Wojtyla se encuentra así arzobispo de la sede de Cracovia, después de haber regido durante más de un año y medio aquella sede como administrador apostólico, entre «ingentes dificultades pastorales».

Nótese la coincidencia de las fechas. La carta del futuro Papa al Padre Pío, con la petición de oraciones e intercesión, es del 14 de diciembre. Exactamente dos semanas después, el 30 de diciembre, llega la designación como arzobispo metropolitano de la prestigiosa diócesis polaca.

Como es sabido, Wojtyla y Padre Pío se encontraron sólo una vez, en 1948. Pero el descubrimiento de esta nueva carta atestigua la profundidad del vínculo existente entre el fraile con los estigmas y el Papa que lo proclamará beato y después santo.

domingo, 8 de septiembre de 2024

Juan Pablo II y Teresa de Calcuta: “los santos vienen de a dos”

Se dice que los santos “vienen de a dos” como en los casos de la Virgen María y San José, San Pedro y San Pablo, San Francisco y Santa Clara o los franceses San Luis y Santa Celia Martin.
 
Quizá la dupla de santos y amigos que más se conoce en la actualidad es la de la Madre Teresa Calcuta y San Juan Pablo II, cuyos caminos se entrelazaron en el tiempo que la religiosa era Superiora de las Misioneras de la Caridad y Juan Pablo II era Obispo de Roma.
 
En 1986, el Papa llegó hasta la casa de la Madre Teresa ubicado en el corazón de los barrios pobres de Calcuta. La santa describió esta visita como “el día más feliz de mi vida”.  Tras la llegada del Santo Padre al lugar, la Madre Teresa subió al papamóvil blanco y besó su anillo, conocido como el anillo del pescador. Luego el Pontífice besó la frente de la santa, un saludo que intercambiaban cada vez que se encontraban.
 
Después de un cálido “hola” la Madre Teresa llevó a Juan Pablo II a su hogar llamado Nirmal Hriday (Sagrado Corazón), que era un hospicio para enfermos, indigentes y moribundos, que fundó en la década de 1950. El registro fotográfico de la visita muestra a la religiosa llevando al Papa de la mano a varias locaciones del hospicio mientras se detenía a abrazar, bendecir y saludar a los pacientes. También bendijo cuatro cadáveres, entre ellos el de un niño.
 
De acuerdo a lo informado por la BBC, el Papa Wojtyla estaba "visiblemente emocionado" durante el recorrido mientras ayudaba a las hermanas a alimentar y cuidar a enfermos y moribundos. En algunos momentos el Santo Padre estuvo tan sorprendido que no tenía palabras para responder a la Madre Teresa. El entonces Obispo de Roma dio un breve discurso fuera del hospicio, y llamó al hogar Nirmal Hriday "un lugar que da testimonio de la primacía del amor".
 
"Cuando Jesucristo enseñaba a sus discípulos cómo podían mostrar su amor por Él, les dijo: ‘De cierto os digo que cuanto hicisteis a uno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí'. A través de la Madre Teresa y las Misioneras de la Caridad, y través de muchos otros que han servido aquí, Jesús ha amado profundamente a las personas que la sociedad considera a menudo 'el más pequeño de nuestros hermanos'", comentó.
 
"Nirmal Hriday proclama la profunda dignidad de toda persona humana. Es testimonio de la certeza de que el valor de un ser humano no se mide por su utilidad, con la salud o la enfermedad, con la edad, credo o raza. Nuestra dignidad humana viene de Dios nuestro creador, a cuya imagen fuimos creados. Ninguna privación o sufrimiento puede quitarnos esa dignidad, porque siempre somos valiosos a los ojos del Señor”, añadió el Pontífice.
 
Después de su discurso, el Papa saludó a la multitud reunida, e hizo una parada especial para saludar a las sonrientes y cantoras hermanas Misioneras de la Caridad.
 
Además de describir aquella visita como “el día más feliz de mi vida”, la Madre Teresa afirmó que “es una cosa maravillosa para el pueblo, porque su contacto es el contacto mismo de Cristo".
 
Ambos santos siguieron siendo amigos cercanos y se visitaron varias veces a lo largo de los años.
 
Después de la muerte de Madre Teresa en 1997, San Juan Pablo II decidió no esperar los cinco años establecidos para abrir la causa de canonización de la religiosa. Durante la beatificación en 2003, el Pontífice polaco alabó el amor de la Madre Teresa hacia Dios, que se mostró a través de su amor a los pobres.
 
El día de la canonización, el 4 de septiembre de 2016, el Papa Francisco manifestó que la Madre Teresa “a lo largo de toda su existencia, ha sido una generosa dispensadora de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos por medio de la acogida y la defensa de la vida humana, tanto la no nacida como la abandonada y descartada. Se ha comprometido en la defensa de la vida proclamando incesantemente que 'el no nacido es el más débil, el más pequeño, el más pobre'".
 
Su misión, continuó el Papa, "en las periferias de las ciudades y en las periferias existenciales permanece en nuestros días como testimonio elocuente de la cercanía de Dios hacia los más pobres entre los pobres".
 
"Hoy entrego esta emblemática figura de mujer y de consagrada a todo el mundo del voluntariado: que ella sea vuestro modelo de santidad", expresó.

viernes, 30 de agosto de 2024

San Juan Pablo II habla sobre Santa Rosa de Lima

Queridísimos hermanos y hermanas, reanudando nuestra peregrinación espiritual por los santuarios del continente americano, con motivo del V Centenario de la evangelización, vamos hoy a Lima, capital del Perú, para visitar el templo dedicado a santa Rosa.
 
Joven mestiza, enamorada de Cristo y de su cruz, Rosa representa una primicia de santidad florecida en América precisamente en el alba del anuncio del Evangelio. El santuario dedicado a ella, meta de constantes peregrinaciones, lo forman la iglesia, el jardín y la casa en la cual vivió y murió el 24 de agosto de 1617, cuando tenía poco más de 30 años.
 
Muy jovencita aún Rosa vistió el hábito de la Tercera Orden de Santo Domingo. En el jardín de su casa ella misma construyó una ermita, donde se dedicó a la oración y a la penitencia, realizando notables progresos en el camino de la virtud y de la contemplación de los misterios divinos. La ermita se transformó en un grandioso templo, recientemente inaugurado.
 
Primera santa de América, Rosa de Lima, con su vida sencilla y austera su carácter dulce, su ardiente palabra y su apostolado entre los pobres, los indios y los enfermos, fue también una intrépida evangelizadora, testimonio elocuente del papel decisivo que la mujer ha tenido y sigue teniendo en el anuncio del Evangelio.
 
La próxima Conferencia de Santo Domingo ha de recordar a las santas y santos latinoamericanos y proclamar con énfasis que el fruto más luminoso de la evangelización es la santidad. Que la Iglesia en América Latina, en continuidad con estos quinientos años de fe que celebramos, siga siendo madre de numerosos y fieles discípulos de Cristo.
 
Lo pedimos a María, que ha sido la primera evangelizadora de ese continente rico de posibilidades y esperanzas para la difusión del mensaje evangélico.
 
San Juan Pablo II
(Fuente Aciprensa)

domingo, 25 de agosto de 2024

San Juan Pablo II y la Virgen

La Virgen siempre protegió a Karol Wojtyla, aun desde su época de seminarista, mucho tiempo antes que llegara a ser el papa Juan Pablo II.

Se conoce que el 6 de agosto de 1944, festividad litúrgica de la Transfiguración, permanecerá en Cracovia como el «domingo negro»: la Gestapo barre la ciudad y detiene a los jóvenes para impedir que se repita el alzamiento de Varsovia.
 
El arzobispo Sapieha convoca inmediatamente a sus seminaristas clandestinos con la intención de esconderlos en su residencia. (...) Cuando llega al lugar, Malinski pregunta «¿Karol Wojtyla está aquí ?» Y, sí, ahí estaba, pero se había salvado de milagro. Durante la redada de la víspera, la Gestapo había registrado los dos primeros pisos de la casa del N° 10 de Tyniecka. Pero Karol estaba en su apartamento situado en el subsuelo, detrás de una puerta, con el corazón que se le salía del pecho, rezando... Los alemanes se marcharon con las manos vacías.
 
Es apenas un ejemplo de los tantos que se pueden citar sobre la forma en que San Juan Pablo II estuvo unido y protegido siempre por María, a la que se declaraba “Todo Tuyo” (Totus Tuus).

jueves, 15 de agosto de 2024

La Asunción de la Virgen María al cielo

El Papa San Juan Pablo II, en una de sus Catequesis sobre la Asunción, manifestó:
 
♡ "El dogma de la Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto, mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio" (JP II, 2-julio-97).
 
♡ "Contemplando el misterio de la Asunción de la Virgen, es posible comprender el plan de la Providencia Divina con respecto a la humanidad: después de Cristo, Verbo encarnado, María es la primera criatura humana que realiza el ideal escatológico, anticipando la plenitud de la felicidad, prometida a los elegidos mediante la resurrección de los cuerpos" (JP II , Audiencia General del 9-julio-97).
 
♡ Continúa el Papa: "María Santísima nos muestra el destino final de quienes ‘oyen la Palabra de Dios y la cumplen' (Lc. 11, 28). Nos estimula a elevar nuestra mirada a las alturas, donde se encuentra Cristo, sentado a la derecha del Padre, y donde está también la humilde esclava de Nazaret, ya en la gloria celestial" (JP II, 15-agosto-97)

sábado, 10 de agosto de 2024

Totus Tuus Maria: ¿por qué?

El 2 de abril de 2005, hace poco más de 15 años, murió san Juan Pablo II, después de una larga enfermedad que vivió ofreciendo un testimonio extraordinario. ¿Qué nos dice la vida y el ejemplo de Karol Wojtyla hoy, en un contexto dramático como el que estamos experimentando debido al coronavirus?
 
La propagación de la epidemia y el informe diario sobre el número de víctimas han encontrado una sociedad mal preparada y han dejado ver el vacío espiritual de muchos. El periodista Indro Montanelli, poco antes de su muerte, hizo esta consideración lúcida y honesta: "Si debiera cerrar los ojos sin saber de dónde vengo, a dónde voy y qué he venido a hacer en esta tierra, ¿valdría la pena abrir los ojos? ¡Mi opinión es una declaración de fracaso!”. Estas palabras de Montanelli son una fotografía de la situación de una parte de la sociedad actual. También por esta razón la epidemia es aterradora: porque en muchas personas, la fe se ha extinguido. Juan Pablo II era un creyente, un creyente acérrimo, un creyente constante y la fe iluminó su camino de vida.
 
Todos recordamos el último Viernes Santo de Juan Pablo II. La escena que vimos en la televisión es inolvidable: el Papa, entonces impotente, sostuvo el crucifijo en sus manos y lo miró con gran amor y se podía sentir que estaba diciendo: “Jesús, yo también estoy en la cruz como tú, pero contigo espero la Resurrección”.
 
Juan Pablo II quiso que estas palabras aparecieran en su escudo de armas como lema: Totus Tuus Maria. ¿Por qué? La Virgen estaba cerca de Jesús a la hora de la crucifixión y Ella creyó que era el momento de la victoria de Dios sobre la maldad humana. ¿Cómo? A través del amor, que es la fuerza todopoderosa de Dios.
 
Y María, poco antes de que Jesús consumara su sacrificio de amor en la cruz, escuchó las palabras exigentes que Jesús le dirigió: “¡Mujer, he ahí a tu hijo!”. Es decir, "No pienses en mí, sino en los demás, ayúdalos a transformar el dolor en amor, ayúdalos a creer que la bondad es la fuerza que vence la maldad”. Desde ese momento, María se ha preocupado por nosotros y, cuando nos dejamos guiar por Ella, estamos en buenas manos. Juan Pablo II creía en ello, confiaba en María y con María, transformó el dolor en amor.
(Extraido de Sitio Santísima Virgen)

martes, 6 de agosto de 2024

San Juan Pablo II nos explica la Transfiguración del Señor

«Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia; escuchadlo» (Mt.17, 5)
 
La invitación que el Padre dirige a los discípulos, testigos privilegiados del extraordinario acontecimiento de la Transfiguración, resuena de nuevo hoy para nosotros y para toda la Iglesia. Como Pedro, Santiago y Juan, también nosotros estamos invitados a subir al monte Tabor junto con Jesús y a quedar fascinados por el resplandor de su gloria, contemplando a Cristo envuelto en luz, en compañía de los autorizados portavoces del Antiguo Testamento, Moisés y Elías. A él le renovamos nuestra adhesión personal: es el «Hijo amado» del Padre.
 
Escuchadlo. Es una invitación a dejar que la luz de Cristo ilumine nuestra vida y nos comunique la fuerza para anunciar y testimoniar el Evangelio a nuestros hermanos. Como bien sabemos, es un compromiso que implica a veces muchas dificultades y sufrimientos.
 
La experiencia de la Transfiguración de Jesús prepara a los Apóstoles para afrontar los dramáticos acontecimientos del Calvario, presentándoles anticipadamente lo que será la plena y definitiva revelación de la gloria del Maestro en el misterio pascual. Al meditar en esta página evangélica, nos preparamos para revivir también nosotros los acontecimientos decisivos de la muerte y resurrección del Señor, siguiéndolo por el camino de la cruz para llegar a la luz y a la gloria. En efecto, «sólo por la pasión podemos llegar con él al triunfo de la resurrección».
 
¿No es verdad que, precisamente por conocer a Cristo, su persona, su amor y su verdad, cuantos lo experimentan personalmente sienten un deseo irresistible de anunciarlo a todos, de evangelizar y de guiar también a los demás al descubrimiento de la fe? Os deseo de corazón a cada uno que este anhelo de Cristo, fuente de auténtico espíritu misionero, os anime cada vez más.

-Homilía del Papa San Juan Pablo II en 1999- 

sábado, 20 de julio de 2024

ORACIÓN POR LA PAZ de San Juan Pablo II

 

Oh, Dios, Creador del universo, que extiendes tu preocupación paternal sobre cada criatura y que guías los eventos de la historia a la meta de la salvación; reconocemos tu amor paternal que a pesar de la resistencia de la humanidad y, en un mundo dividido por la disputa y la discordia, Tú nos haces preparar para la reconciliación.
Renueva en nosotros las maravillas de tu misericordia; envía tu Espíritu sobre nosotros, para que él pueda obrar en la intimidad de nuestros corazones; para que los enemigos puedan empezar a dialogar; para que los adversarios puedan estrecharse las manos; y para que las personas puedan encontrar entre sí la armonía.
Para que todos puedan comprometerse en la búsqueda sincera de la verdadera paz; para que se eliminen todas las disputas, para que la caridad supere al odio, para que el perdón venza el deseo de venganza. Amén.