Es conocida la devoción mariana de Juan Pablo II. La
figura de María tenía que estar fuertemente presente en el magisterio de un
Papa que, como Juan Pablo II, ha querido llevar en su escudo papal no sólo el
anagrama de María, sino las palabras “Totus
tuus” (Todo tuyo), que sintetizan el núcleo fundamental de su consagración
personal mariana, hecha mucho antes de su pontificado y renovada ante la imagen
de la Virgen de Czestochowa en su primer viaje como Papa a Polonia.
Proclamó en 1987, un Año Mariano, como pórtico al
gran Jubileo conmemorativo de los 2.000 años del nacimiento de Jesús. Pensó que
había que recordar igualmente, unos años antes del segundo milenio, el
nacimiento de su Madre.
Luego, nunca dejó pasar una ocasión para hablar de
María. Le dedicó la encíclica “Redemptoris
Mater” (25 de marzo de 1987) donde exalta a María en su función de
co-redentora: María nueva Eva, asociada a Jesús, el nuevo Adán, en su obra
salvadora, tema al que el Papa hace referencia tres veces a lo largo de su gran
documento mariano. Si junto al primer Adán existió una figura de mujer, Eva,
que cooperó en la obra de nuestra ruina en cuanto que, tras un diálogo con el
demonio, su desobediencia trajo ruina y muerte al mundo, existe una figura
señera de mujer que, en la plenitud de los tiempos, dialogó con el ángel
Gabriel, y obedeciendo a Dios trajo al mundo al Salvador y, con Él, la
salvación.
El atentado contra su vida el 13 de mayo de 1981 en
la plaza San Pedro, significó que salvara milagrosamente su vida, cosa que Juan
Pablo II atribuyó a la intervención prodigiosa de la Virgen de Fátima a la que
un año después entregó la bala extraída de su cuerpo y que quedó engarzada en
la corona de la Madre.
Las visitas reiteradas a santuarios marianos
(Cracovia, Lourdes, Fátima, Guadalupe, Luján, etc) son otro testimonio de María
como hilo conductor de su ministerio Petrino.
El 16 de octubre de 2002 dio a conocer la encíclica “Rosarium Virginis Mariae” donde
manifiesta que "El Rosario es mi oración preferida. Oración maravillosa en
su sencillez y en su profundidad. En esta oración repetimos muchas veces las
palabras que la Virgen María escuchó de boca del ángel y de su prima Isabel. A
estas palabras se asocia toda la Iglesia (...) Mediante el Rosario, el creyente
obtiene abundantes gracias, como recibiéndolas de las mismas manos de la Madre
del Redentor”.
Y fue precisamente entonces cuando Juan Pablo II
regaló a la Iglesia los Misterios Luminosos del Santo Rosario, que desde el año
2002 se rezan los días jueves.
Que la Santísima Virgen María del Rosario del
Milagro, patrona de Córdoba, y San Juan Pablo II, su hijo dilecto, sean nuestra
motivación para el rezo diario de esta oración a nuestra Madre del cielo.
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