sábado, 20 de abril de 2019

El sepulcro vacío y el encuentro con Cristo Resucitado

"...La profesión de fe que hacemos en el Credo cuando proclamamos que Jesucristo 'al tercer día resucitó de entre los muertos', se basa en los textos evangélicos que, a su vez, nos transmiten y hacen conocer la primera predicación de los Apóstoles. De estas fuentes resulta que la fe en la Resurrección es, desde el comienzo, una convicción basada en un hecho, en un acontecimiento real, y no un mito o una 'concepción', una idea inventada por los Apóstoles o producida por la comunidad post-pascual reunida en torno a los Apóstoles en Jerusalén, para superar junto con ellos el sentido de desilusión consiguiente a la muerte de Cristo en Cruz. De los textos resulta todo lo contrario y por ello, como he dicho, tal hipótesis es también crítica e históricamente insostenible.

Los Apóstoles y los discípulos no inventaron la Resurrección (y es fácil comprender que eran totalmente incapaces de una acción semejante). No hay rastros de una exaltación personal suya o de grupo, que les haya llevado a conjeturar un acontecimiento deseado y esperado y a proyectarlo en la opinión y en la creencia común como real, casi por contraste y como compensación de la desilusión padecida. No hay huella de un proceso creativo de orden psicológico-sociológico-literario ni siquiera en la comunidad primitiva o en los autores de los primeros siglos.

Los Apóstoles fueron los primeros que creyeron, no sin fuertes resistencias, que Cristo había resucitado simplemente porque vivieron la Resurrección como un acontecimiento real del que pudieron convencerse personalmente al encontrarse varias veces con Cristo nuevamente vivo, a lo largo de cuarenta días. Las sucesivas generaciones cristianas aceptaron aquel testimonio, fiándose de los Apóstoles y de los demás discípulos como testigos creíbles. La fe cristiana en la Resurrección de Cristo está ligada, pues, a un hecho, que tiene una dimensión histórica precisa..."

San Juan Pablo II (1989)

martes, 2 de abril de 2019

Sobre la muerte de San Juan Pablo II

Hoy se cumplen 14 años del fallecimiento de San Juan Pablo II, el Papa peregrino que viajó por el mundo y se convirtió en uno de los líderes más influyentes del siglo XX.

El Pontífice permaneció en la Cátedra de San Pedro 26 años y 5 meses, siendo el suyo el tercer pontificado más largo en los más de 2000 años de historia de la Iglesia.

Aquí 6 cosas que tal vez no sabías sobre su muerte.

1. Murió de un colapso cardiocirculatorio.
San Juan Pablo II falleció el 2 de abril de 2005 a las 9:37 pm (hora de Roma) en la víspera del Domingo de la Misericordia, una fiesta establecida durante su pontificado. Sufrió un “choque (shock) séptico con colapso cardiocirculatorio debido a una infección, ya detectada, de vías urinarias”. Así lo detalló un exhaustivo informa sobre su agonía y muerte realizado en el Vaticano.
Durante la última semana de vida recibió comida procesada a través de un tubo nasal. Los doctores decían que los problemas en la ingesta de alimentos y en la respiración del Papa, de 84 años, eran consecuencia de la enfermedad de Parkinson.

2. Su funeral duplicó la población de Roma.
A su funeral asistieron 75 jefes de estado, incluyendo presidentes, príncipes, entre otras autoridades. La población de Roma se duplicó durante ese evento y los asistentes esperaron más de 24 horas para verlo en cuerpo presente.
Cuando la Plaza de San Pedro estuvo al tope de su capacidad, quedó completamente en silencio.

3. Sus últimas palabras fueron en polaco.
El informe del Vaticano precisa que seis horas antes de su muerte, Juan Pablo dijo en polaco, con una voz muy débil y con palabras murmuradas: “Déjame ir a la casa del Padre”.
El diario ‘La República’ de Roma, citó a un sacerdote polaco, Jarek Cielecki, diciendo que el Papa murió un instante después de pronunciar con gran esfuerzo la palabra “amén”.

4. Escuchaba la oración de los fieles días antes de su muerte.
Miles de fieles se reunieron para orar en voz alta y hacer vigilia en la Plaza de San Pedro en los días previos a su muerte.
El entonces Arzobispo de Cracovia y Secretario Personal de juan Pablo II durante más de 40 años, Cardenal Stanislaw Dziwisz, aseguró que el Papa escuchaba las oraciones de la multitud.

5. Sumamente enfermo dio una última bendición desde su ventana.
Tras su fallido y conmovedor intento de dar la bendición “Urbi et Orbi” el último Domingo de Pascua de 2005, el cual arrancó aplausos y el llanto de los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa Juan Pablo II, que después de su segunda hospitalización sufría ‘déficit nutricional y marcada debilidad’, volvió a asomarse a la ventana de su habitación el miércoles 30 de marzo para dar la bendición.
Este nuevo intento tampoco tuvo éxito. Aquella comparecencia fue la última estación pública de su doloroso Vía Crucis, dice un documento del Vaticano.

6. “Concelebró” una misa en su agonía.
El informe del Vaticano detalló que los ojos de Juan Pablo II estaban prácticamente cerrados durante una Misa celebrada al pie de su cama en la tarde del 31 de marzo de 2005.
“Pero en el momento de la consagración, débilmente levantó su mano derecha dos veces, es decir, cuando se eleva el pan y el vino. Hizo un gesto indicando que estaba tratando de golpear su pecho durante la recitación de la oración del Cordero de Dios”
Ese día el Cardenal Marian Jaworski, amigo íntimo desde que ambos eran jóvenes sacerdotes en Polonia, le administró el sacramento de la unción de los enfermos.
(Aciprensa)