domingo, 19 de marzo de 2023

San José desde la mirada de San Juan Pablo II

Llamado a ser el Custodio del Redentor, «José... hizo como el ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer» (Mt 1, 24)
 
San José está ante nosotros como el hombre de fe y de oración. La liturgia le aplica la Palabra de Dios en el salmo 88: “Él me invocará: Tú eres mi Padre, mi Dios, mi roca salvadora”
 
Ciertamente, cuántas veces, durante las largas jornadas de trabajo, José habrá elevado su pensamiento a Dios, para invocarlo, para ofrecerle sus fatigas, para implorar luz, ayuda y consuelo.
 
¡Cuántas veces! Pues bien, este hombre que con toda su vida parecía gritar a Dios “Tú eres mi Padre”, obtuvo esta gracia particularísima: el Hijo de Dios en la tierra, lo trató como padre.
 
José invoca a Dios con todo el ardor de su corazón creyente: “Padre mío”, y Jesús, que trabaja a su lado con las herramientas de carpintero, se dirigía a él llamándolo “padre”.
 
Misterio profundo: Cristo, que en cuanto Dios, tenía directamente la experiencia de la Paternidad divina en el seno de la Santísima Trinidad, vivió esta experiencia en cuanto hombre, a través de la persona de José, su padre putativo. Y José, a su vez, ofreció en la casa de Nazaret al niño que crecía a su lado, el apoyo de su equilibrio viril, de su clarividencia, de su valentía, de las dotes propias de todo buen padre, sacándolas de esa fuente suprema, de quien toma nombre  toda paternidad en el cielo y en la tierra.
 
...Él mi invocará: “Tú eres mi Padre”. Como san José, invocad también vosotros con una oración asidua y fervorosa al Padre celestial y también vosotros experimentareis como él, la verdad de las siguientes palabras del salmo: “le mantendré eternamente mi favor y mi alianza con él será estable”.

San Juan Pablo II