domingo, 6 de junio de 2021

Corpus Christi: un misterio de pan y de vino

El jueves 22 de junio de 2000 en la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, San Juan Pablo II  celebró Ia Santa Misa ante miles de personas en la basílica de San Juan de Letrán. En su homilía expresó:
 
"La institución de la Eucaristía, el sacrificio de Melquisedec y la multiplicación de los panes es el sugestivo tríptico que nos presenta la liturgia de la Palabra en esta solemnidad del Corpus Christi.
 
El libro del Génesis nos habla de Melquisedec, "rey de Salem" y "sacerdote del Dios altísimo", que bendijo a Abraham y "ofreció pan y vino" (Gn 14, 18). A este pasaje se refiere el Salmo 109, que atribuye al Rey Mesías un carácter sacerdotal singular, por consagración directa de Dios: "Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec". La víspera de su muerte en la cruz, Cristo instituyó la Eucaristía. También él ofreció pan y vino, que "en sus santas y venerables manos" (Canon romano) se convirtieron en su Cuerpo y su Sangre, ofrecidos en sacrificio. Así cumplía la profecía de la antigua Alianza, vinculada a la ofrenda del sacrificio de Melquisedec. Precisamente por ello, -recuerda la carta a los Hebreos- "él (...) se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen, proclamado por Dios sumo sacerdote a semejanza de Melquisedec" (Hb 5, 7-10).
 
"El relato evangélico de la multiplicación de los panes nos ayuda a comprender mejor el don y el misterio de la Eucaristía. Jesús tomó cinco panes y dos peces, levantó los ojos al cielo, los bendijo, los partió, y los dio a los Apóstoles para que los fueran distribuyendo a la gente (cf. Lc 9, 16). Todos comieron hasta saciarse e incluso se llenaron doce canastos con los trozos que habían sobrado. Se trata de un prodigio sorprendente, que constituye el comienzo de un largo proceso histórico: la multiplicación incesante en la Iglesia del Pan de vida nueva para los hombres de todas las razas y culturas. Este ministerio sacramental se confía a los Apóstoles y a sus sucesores. Y ellos, fieles a la consigna del divino Maestro, no dejan de partir y distribuir el Pan eucarístico de generación en generación..."

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