domingo, 10 de noviembre de 2024
San Juan Pablo II en diez frases
viernes, 1 de noviembre de 2024
En la Solemnidad de Todos los Santos
Queridos hermanos y
hermanas:
Con interés especial hoy os
pido a los que estáis aquí reunidos, para rezar conmigo el Ángelus [1 Nov 1978], que os
detengáis un momento a reflexionar sobre el misterio de la liturgia del día.
La Iglesia vive con una gran
perspectiva, la acompaña siempre, la forja continuamente y la proyecta hacia la
eternidad. La liturgia del día pone en evidencia la realidad escatológica, una
realidad que brota de todo el plan de salvación y, a la vez de la historia del
hombre, realidad que da el sentido último a la existencia misma de la Iglesia y
a su misión.
Por esto vivimos con tanta
intensidad la Solemnidad de todos los Santos, así como también el día de
mañana, Conmemoración de los Difuntos. Estos dos días engloban en sí de modo
muy especial la fe en la "vida eterna" (últimas palabras del Credo
apostólico). Si bien estos dos días enfocan ante los ojos de nuestra alma lo
ineludible de la muerte, dan también al mismo tiempo testimonio de la vida.
El hombre que está
"condenado a muerte", según las leyes de la naturaleza, el hombre que
vive con la perspectiva de la aniquilación de su cuerpo, este hombre desarrolla
su existencia al mismo tiempo con perspectivas de vida futura y está llamado a
la gloria.
La Solemnidad de todos los
Santos pone ante los ojos de nuestra fe a los que han alcanzado ya la plenitud
de su llamada a la unión con Dios. El día de la Conmemoración de los Difuntos
hace converger nuestros pensamientos en quienes, después de dejar este mundo,
en la expiación esperan alcanzar la plenitud de amor que requiere la unión con
Dios.
Se trata de dos días grandes
en la Iglesia que "prolonga su vida" de cierta manera en sus santos y
en todos los que se han preparado a esa vida sirviendo a la verdad y al amor.
Por ello los primeros días
de noviembre la Iglesia se une de modo especial a su Redentor, que nos ha
introducido en la realidad misma de esa vida a través de su Muerte y
Resurrección. Al mismo tiempo ha hecho de nosotros "un reino de sacerdotes"
para su Padre.
Por ello, a nuestra oración
común uniré una intención especial por las vocaciones sacerdotales en la
Iglesia de todo el mundo. Me dirijo a Cristo para que llame a muchos jóvenes y
les diga: "Ven y sígueme". Y pido a los jóvenes que no se opongan,
que no contesten "no". A todos ruego que oren y colaboren en favor de
las vocaciones.
La mies es grande. La
Solemnidad de todos los Santos nos dice precisamente que la mies es abundante.
No la mies de la muerte, sino la de la salvación; no la mies del mundo que
pasa, sino la mies de Cristo que perdura a través de los siglos.
San
Juan Pablo II
Ángelus 1 Nov
1978
Fuente: El
Camino de María
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