domingo, 27 de enero de 2013

Cardenal Re: "Juan Pablo II fue grande como hombre, como Papa y como santo"


“Yo no tengo elementos suficientes para decir que será este mismo año, pero no tardaremos en ver a Juan Pablo II elevado a los altares, pues sé que hasta hace algún tiempo se analizaban tres o cuatro milagros para ver cuál de ellos era más sólido, manifestó el miércoles, 9 de enero, en rueda de prensa el cardenal Giovanni Battista Re, uno de los más estrechos colaboradores del beato papa Juan Pablo II, durante la presentación del espectáculo "‘El Papa y el Poeta"’, un recital multimedia, basado en las poesías de Karol Wojtyla.

En la presentación también participaron el director del recital di Gianfranco Migliorelli, y su autor, el vaticanista Mimmo Muolo, quien recordó a Juan Pablo II como un hombre "que plantó raíces allá donde se pensaba que no podrían fructificar, su fe traspasó las montañas, fue un maestro de aquella fe que sabe conjugarse con todas las expresiones de la vida, y por tanto con el teatro también".

El recital "El Papa y el Poeta" mezcla música, danza y poesía, y trata de responder a la invitación del papa Benedicto XVI para introducir en la cultura de hoy los contenidos de la fe, en el marco del Año de la Fe, inclusive haciendo uso de otros lenguajes específicos como el del teatro. Se estrenó el 10 de enero en el Auditorium della Conciliazione.

Algunos temas de las poesías de Wojtyla se vuelven a encontrar también en el Pontificado, dijo el cardenal Re y reveló un episodio hasta ahora inédito de la vida del papa polaco.

“En la cantera de piedra donde había encontrado trabajo a los 18 años, después de haber tenido que dejar la universidad porque estaba ocupada por los alemanes, un obrero le dijo: "Serás un gran sacerdote, también cantarás bien"”, relató. Juan Pablo II "nos confesó después que hasta entonces la idea de ser sacerdote no se le había ocurrido nunca", evocó el purpurado.

El cardenal Battista Re, ex prefecto de la Congregación para los Obispos y previamente sustituto de Asuntos Generales en la Secretaría de Estado, destacó que Juan Pablo II "fue grande como hombre, como Papa y como Santo" y reiteró "la única cosa que se necesita ahora para la canonización de Juan Pablo II es el reconocimiento de un milagro".

AICA

sábado, 19 de enero de 2013

"Haced lo que Él os diga"


Homilía de la  Audiencia General del miércoles 26 de febrero de  1997

Queridos hermanos y hermanas: 

En el episodio de las bodas de Caná, San Juan presenta la primera intervención de María en la vida pública de Jesús y pone de relieve su cooperación en la misión de su Hijo. Ya desde el inicio del relato, el evangelista anota que «estaba allí la Madre de Jesús» (Jn 2,1) y, como para sugerir que esa presencia estaba en el origen de la invitación dirigida por los esposos al mismo Jesús y a sus discípulos, añade: «Fue invitado a la boda también Jesús con sus discípulos» (Jn 2,2). Con esas palabras, San Juan parece indicar que en Caná, como en el acontecimiento fundamental de la Encarnación, María es quien introduce al Salvador.

El significado y el papel que asume la presencia de la Virgen se manifiesta cuando llega a faltar el vino. Ella, como experta y solícita ama de casa, inmediatamente se da cuenta e interviene para que no decaiga la alegría de todos y, en primer lugar, para ayudar a los esposos en su dificultad. Dirigiéndose a Jesús con las palabras: «No tienen vino» (Jn 2,3), María le expresa su preocupación por esa situación, esperando una intervención que la resuelva. Más precisamente, según algunos exégetas, la Madre espera un signo extraordinario, dado que Jesús no disponía de vino.
 
La opción de María, que habría podido tal vez conseguir en otra parte el vino necesario, manifiesta la valentía de su fe porque, hasta ese momento, Jesús no había realizado ningún milagro, ni en Nazaret ni en la vida pública.

En Caná, la Virgen muestra una vez más su total disponibilidad a Dios. Ella que, en la Anunciación, creyendo en Jesús antes de verlo, había contribuido al prodigio de la concepción virginal, aquí, confiando en el poder de Jesús aún sin revelar, provoca su «primer signo», la prodigiosa transformación del agua en vino. De ese modo, María precede en la fe a los discípulos que, como refiere San Juan, creerán después del milagro: Jesús «manifestó su gloria, y creyeron en Él sus discípulos» (Jn 2,11). Más aún, al obtener el signo prodigioso, María brinda un apoyo a su fe.
 
La respuesta de Jesús a las palabras de María: «Mujer, ¿qué nos va a Mí y a ti? Todavía no ha llegado Mi hora» (Jn 2,4), expresa un rechazo aparente, como para probar la fe de su Madre.

Según una interpretación, Jesús, desde el inicio de su misión, parece poner en tela de juicio su relación natural de hijo, ante la intervención de su Madre. En efecto, en la lengua hablada del ambiente, esa frase da a entender una distancia entre las personas, excluyendo la comunión de vida. Esta lejanía no elimina el respeto y la estima; el término «mujer», con el que Jesús se dirige a su madre, se usa en una acepción que reaparecerá en los diálogos con la cananea (ver Mt 15,28), la samaritana (ver Jn 4,21), la adúltera (ver Jn 8,10) y María Magdalena (ver Jn 20,13), en contextos que manifiestan una relación positiva de Jesús con sus interlocutoras.

Con la expresión: «Mujer, ¿qué nos va a Mi y a Ti?», Jesús desea poner la cooperación de María en el plano de la salvación que, comprometiendo su fe y su esperanza, exige la superación de su papel natural de madre.
 
Mucho más fuerte es la motivación formulada por Jesús: «Todavía no ha llegado Mi hora» (Jn 2,4). Algunos estudiosos del texto sagrado, siguiendo la interpretación de San Agustín, identifican esa «hora» con el acontecimiento de la Pasión. Para otros, en cambio, se refiere al primer milagro en que se revelaría el poder mesiánico del profeta de Nazaret. Hay otros, por último, que consideran que la frase es interrogativa y prolonga la pregunta anterior: «¿Qué nos va a Mí y a ti? ¿no ha llegado ya Mi hora?» (Jn 2,4). Jesús da a entender a María que Él ya no depende de Ella, sino que debe tomar la iniciativa para realizar la obra del Padre. María, entonces, dócilmente deja de insistir ante Él y, en cambio, se dirige a los sirvientes para invitarlos a cumplir sus órdenes.

En cualquier caso, su confianza en el Hijo es premiada. Jesús, al que Ella ha dejado totalmente la iniciativa, hace el milagro, reconociendo la valentía y la docilidad de su Madre: «Jesús les dice: "Llenad las tinajas de agua". Y las llenaron hasta el borde» (Jn 2,7). Así, también la obediencia de los sirvientes contribuye a proporcionar vino en abundancia.

La exhortación de María: «Haced lo que Él os diga», conserva un valor siempre actual para los cristianos de todos los tiempos, y está destinada a renovar su efecto maravilloso en la vida de cada uno. Invita a una confianza sin vacilaciones, sobre todo cuando no se entienden el sentido y la utilidad de lo que Cristo pide.

De la misma manera que en el relato de la cananea (ver Mt 15,24-26) el rechazo aparente de Jesús exalta la fe de la mujer, también las palabras del Hijo «Todavía no ha llegado Mi hora», junto con la realización del primer milagro, manifiestan la grandeza de la Fe de la Madre y la fuerza de su oración.

El episodio de las bodas de Caná nos estimula a ser valientes en la fe y a experimentar en nuestra vida la verdad de las palabras del Evangelio: «Pedid y se os dará» (Mt 7,7; Lc 11,9).

Beato Juan Pablo II
Fuente: El Camino de María

sábado, 12 de enero de 2013

Plegaria del Beato Juan Pablo II


¡Gloria a Ti, oh Padre,
Dios de Abraham, Isaac y Jacob!
Tú enviaste a tus siervos,
los profetas,
a proclamar tu palabra
de amor fiel
y a llamar a tu pueblo
al arrepentimiento.

En las orillas del río Jordán
suscitaste a Juan Bautista,
una voz que clama en el desierto,
enviado para toda la región
del Jordán,
a preparar el camino
del Señor,
a anunciar la venida de Jesús.

¡Gloria a Ti, oh Cristo,
Hijo de Dios!
Viniste a las aguas del Jordán
para ser bautizado
por la mano de Juan.
Sobre Ti descendió el Espíritu
en forma de paloma.
Sobre Ti se abrieron los cielos
y se escuchó la voz del Padre:
"Este es mi Hijo, el predilecto".
Del río bendecido
por tu presencia
saliste para bautizar
no sólo con agua
sino también con fuego
y Espíritu Santo.

¡Gloria a Ti,
oh Espíritu Santo,
Señor y dador de vida!
Por tu poder
la Iglesia es bautizada,
descendiendo con Cristo a la muerte
y resucitando con Él a nueva vida.
Por tu poder
somos liberados del pecado
y nos convertimos en hijos de Dios,
el glorioso Cuerpo de Cristo.
Por tu Poder
es vencido todo miedo,
y se predica el Evangelio del Amor
en todos los rincones de la tierra,
para Gloria de Dios,
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
A Él toda gloria
en este Año jubilar
y en todos los siglos futuros.
Amén

Beato Juan Pablo II

Tomado de "El Camino de María"

domingo, 6 de enero de 2013

Juan Pablo II podría ser canonizado este año


Juan Pablo II fue beatificado el 1 de Mayo de 2011. ¿Cuál es el estado de la causa de su canonización?

Según diversos medios de comunicación polacos, Juan Pablo II podría ser canonizado en la siguiente fecha: 20 de octubre de 2013. ¿Qué tiene de especial esta fecha? Coincide con el XXXV aniversario del comienzo de su pontificado.

Hace unos días, el arzobispo de Gdansk, Slawoj Leszek Glódz, declaraba al diario polaco Super Express: «Para que la canonización termine con éxito, hay que elegir un milagro. Pero en este punto no hay problema. Lo más probable es que ya se haya escogido uno, y que haya sido confirmado, entre otros, por médicos y teólogos. Tenemos milagros. Desde el punto de vista del procedimiento no hay obstáculos. Por lo tanto, todo dependerá de la decisión del Papa, Benedicto XVI».

Tal y como comenta Monseñor Leszek, milagros de Juan Pablo II en estudio hay muchos, como por ejemplo el que se cita a continuación:

Un colombiano que sufría de Párkinson y que habría sido curado "milagrosamente" por intercesión del Beato Juan Pablo II podría ser el testimonio que haga realidad la canonización del Papa polaco.

Según informó el diario El Tiempo, se trata del caso de Marco Fidel Rojas, exalcalde de Huila y cuyo testimonio "fue enviado al despacho vaticano encargado de la causa de canonización de Juan Pablo II, donde deben estudiar un nuevo milagro para que sea proclamado santo".

El caso

Según relató Marco Fidel, todo comenzó el 8 de diciembre del 2005 cuando sintió los primeros síntomas de la enfermedad. Luego de una serie de exámenes se determinó que tenía un accidente cerebrovascular. Posteriormente le indicaron que como consecuencia del infarto en el cerebro sufría de Párkinson.

Poco a poco la enfermedad fue empeorando. "En cualquier momento me podía desplomar. Varias veces me caí en la calle", indicó y relató que incluso como consecuencia de uno de estos desplomes casi es atropellado por un taxi.

Fueron pasando los años hasta que la noche del 27 de diciembre del 2010 recordó que en un viaje a Roma conoció al en entonces Papa Juan Pablo II en una Misa y que habló con él unos pocos segundos.

"Tengo un amigo en el más allá. Y tuvo Párkinson. ¿Por qué no lo había invocado antes? Venerable padre Juan Pablo II: venga y sáneme, ponga sus manos en mi cabeza", dijo esa noche en medio de su dolor.

Esa noche durmió profundamente y al día siguiente ya no tenía los síntomas de la enfermedad.

"Sí, Juan Pablo II me hizo el milagro de curarme", dijo el colombiano que ahora no duda en destinar su pensión para extender la devoción al Papa polaco comprando y regalando estampitas.

"Mi gran promesa con mi sanador, con el beato, es regar la devoción por donde vea que puedo", contó a El Tiempo. Según el diario, dijo que sería como volver a nacer si Juan Pablo II es proclamado santo gracias a su historia.

Según el diario colombiano, la sanación de Marco Fidel es certificada por "el prestigioso neurólogo Antonio Schlesinger Piedrahita", que en el certificado expedido el 26 de septiembre de 2011 señala que "actualmente encuentro al paciente en buenas condiciones de salud. Presenta temblor de reposo en manos. Resto del examen neurológico, normal".

Como se recuerda, el milagro que permitió la beatificación del Papa Juan Pablo II fue la sanación de la religiosa francesa Marie Simon-Pierre, que también padecía de Párkinson, la enfermedad que durante años padeció el extinto Pontífice.

La beatificación de Juan Pablo II se realizó el 1 de Mayo de 2011. La comisión médica de la Congregación para las Causas de los Santos y un grupo de teólogos le dieron el visto bueno al milagro atribuido a su intercesión: la inexplicable curación del mal de Parkinson de una monja francesa, Sor Marie Pierre-Simon.

Esta enfermedad le había obligado a dejar su trabajo como enfermera en el área de maternidad de un hospital de Arles, en Francia. En junio de 2005, tras haber pedido a Juan Pablo II una mejora en su enfermedad, el Parkinson desapareció totalmente.

Los cardenales y obispos de la Congregación para las Causas de los Santos dieron su visto bueno y Benedicto XVI firmó el decreto poniendo como fecha el 1 de Mayo de 2011, domingo de la Divina Misericordia, devoción impulsada por Juan Pablo II.

La beatificación reunió a un millón de personas.

En este año 2013 se espera la aprobación de un nuevo milagro. La fecha estimada de canonización de Juan Pablo II es el 20 de octubre de 2013.

Para conocer testimonios de curaciones por mediación del beato Juan Pablo II hacer clic acá.

Fuente: Web Católico de Javier

martes, 1 de enero de 2013

El Año Nuevo en perspectiva cristiana


La historia del hombre, iluminada por el misterio del Dios hecho hombre, Nuestro Señor Jesucristo, adquiere una clara orientación hacia el mundo de lo divino.  La fiesta de Navidad da un sentido cristiano a la sucesión de los acontecimientos y a los sentimientos humanos, proyectos y esperanzas, y permite descubrir en este rítmico y aparentemente mecánico correr del tiempo, no sólo las líneas de tendencia del peregrinaje humano, sino también los signos, las pruebas y las llamadas de la Providencia y Bondad Divina.

¿Vamos hacia lo mejor? ¿Vamos hacia lo peor? Para el cristiano no hay duda: la Redención de Cristo, que comienza en la Santa Noche de Navidad, lleva progresivamente a la humanidad redimida y que acoge esta Redención, al triunfo sobre el mal y sobre la muerte.

Ciertamente a medida que se va hacia Dios aumentan pruebas y dificultades. Esto vale tanto para el camino de la Iglesia como para cada uno de los cristianos. Las fuerzas hostiles a la verdad y a la justicia -como nos explica todo el libro del Apocalipsis- aumentan, en el curso de la historia, sus tramas y su violencia contra quien quiere seguir el camino del Redentor. Por tanto, en definitiva, a pesar de los riesgos y las derrotas parciales, la historia marcha hacia el triunfo del bien, hacia la victoria final de Cristo.

Así, pues, para el cristiano el progreso histórico es una realidad y una esperanza cierta; no es sin embargo el simple resultado de una especie de proceso dialéctico que nos exima de nuestro compromiso personal por la justicia y la santidad; y el hecho de estar colocados, mediante la Redención, en una corriente de gracia divina que nos lleva hacia el Reino, no quita la lamentable posibilidad, por parte de cualquiera de nosotros, de substraerse voluntariamente a la fuerza benéfica de ese influjo divino.

En su significado profundo el verdadero progreso histórico que, como dice el Concilio Vaticano II (Gaudium et spes, 39), es preparación al Reino de Dios, no puede más que ser el efecto de los esfuerzos humanos sostenidos por la fuerza redentora de la Sangre de Cristo. El Verbo Divino, al encarnarse, redimió el tiempo y la historia, llevándoles hacia la salvación del hombre y su bienaventuranza en la visión beatífica y dándoles un impulso progresivo incontenible, si bien contrastado.

La Sagrada Familia de Nazaret es el modelo de todas las familias cristianas.

Vale especialmente para la familia el problema que nos hemos planteado en términos generales: ¿Los valores de la familia están decayendo? ¿Los valores de la familia se están reforzando? También aquí nuestra respuesta de fe no puede ser más que una respuesta de esperanza y de sano optimismo cristiano, que no cierra los ojos a la gravedad de los fenómenos involutivos reales, sino que sabe reconocer también los fenómenos de crecimiento y saca de las dificultades que ofrecen ciertos procesos de decadencia la ocasión para una búsqueda más fervorosa de la santidad y de un valiente testimonio también en este sector fundamental de la vida, como es el de la familia.

La fiesta de la Sagrada Familia es uno de los principales puntos luminosos que nos ofrece la liturgia en nuestro camino terreno; con ellos podemos comprender el significado escatológico del tiempo y cómo verdaderamente Cristo, elevado en la Cruz, atrae a Sí todas has cosas (cf. Jn 12, 32)

La liturgia, de la que estamos viviendo en estos días algunos momentos particularmente intensos, nos ilumina así acerca del sentido del tiempo y de la historia, por lo cual, si surge en nosotros la impresión de que el mal está aumentando y triunfando, ella nos responde con el misterio de la Navidad, que nos introduce en el  misterio de la Cruz. No aumenta el mal, aumentan las pruebas. Y puesto que Dios, junto con la prueba da también la fuerza para superarla (cf. I Cor 10, 13), la abundancia del mal, que nos quiere herir y seducir, termina por transformarse en una sobreabundancia de bien y de gloria. Por eso San Pablo pudo decir que "donde abundó el pecado sobreabundó la gracia" (Rom, 5, 20). En el curso del tiempo aumentan los ataques contra el Reino de Dios y contra los que quieren seguir piadosamente a Cristo; pero aumenta también el don de fortaleza que les concede el Espíritu Santo, de modo que al final todo se resuelve en la victoria para cuantos han permanecido fieles.

Esta es, queridos hermanos y hermanas, la perspectiva con la que debemos encaminarnos a afrontar y vivir el año nuevo que tenemos delante. La vida de aquí abajo no es por sí misma, un cómodo y garantizado viaje hacia lo mejor. Desde los primeros años de nuestra vida nos damos cuenta de ello si tenemos los ojos abiertos. Lo mejor es ciertamente una perspectiva real; la humanidad, guiada por el Pueblo de Dios, está marchando en esta dirección; pero para cada uno de nosotros esta marcha hacia lo "mejor" no está privada de riesgos y de dificultades; y sobre todo está sometida cada día a la prueba de nuestra responsabilidad, debe ser el objeto de una elección libre.

La luz de Belén y la luz del Pesebre nos indican la dirección hacia lo mejor, nos hablan de la victoria final del bien, nos animan a caminar con esperanza y sin miedo, "sin apartarnos ni a la derecha ni a la izquierda" (Jos 23, 6).

Beato Juan Pablo II
Audiencia general
29 de diciembre de 1982
Fuente: El Camino de María