domingo, 31 de marzo de 2024

La Virgen María en la Resurrección de Jesús

Es legítimo pensar que verosímilmente Jesús Resucitado se apareció a su Madre en primer lugar. La ausencia de María del grupo de las mujeres que al alba se dirigieron al sepulcro (ver Mc 16,1; Mt 28,1), ¿no podría constituir un indicio del hecho de que Ella ya se había encontrado con Jesús? Esta deducción quedaría confirmada también por el dato de que las primeras testigos de la Resurrección, por Voluntad de Jesús, fueron las mujeres, las cuales permanecieron fieles al pie de la Cruz y, por tanto, más firmes en la fe.
 
La Virgen santísima, presente en el Calvario durante el Viernes santo (cf. Jn 19, 25) y en el cenáculo en Pentecostés (cf. Hch 1, 14), fue probablemente testigo privilegiada también de la resurrección de Cristo, completando así su participación en todos los momentos esenciales del misterio pascual. María, al acoger a Cristo resucitado, es también signo y anticipación de la humanidad, que espera lograr su plena realización mediante la resurrección de los muertos.
 
En el tiempo pascual la comunidad cristiana, dirigiéndose a la Madre del Señor, la invita a alegrarse: «Regina caeli, laetare. Alleluia». «¡Reina del cielo, alégrate. Aleluya!». Así recuerda el gozo de María por la resurrección de Jesús, prolongando en el tiempo el «¡Alégrate!» que le dirigió el ángel en la Anunciación, para que se convirtiera en «causa de alegría» para la humanidad entera.
 
San Juan Pablo II
21 de mayo de 1997

domingo, 24 de marzo de 2024

Vía Crucis escrito por San Juan Pablo II

San Juan Pablo II escribió de su puño y letra las meditaciones del Vía Crucis para Semana Santa en ocasión del Jubileo del año 2000.
 
El texto completo lo pueden leer y/o imprimir desde la siguiente dirección:
http://www.santorosario.info/Cuaresma/ViaCrucis-JuanPabloII.htm
 
Oración:
Señor Jesucristo, Tú que en el momento de la agonía no has permanecido indiferente a la suerte del hombre y con tu último respiro has confiado con Amor a la Misericordia del Padre a los hombres y mujeres de todos los tiempos, con sus debilidades y pecados, llénanos a nosotros y a las generaciones futuras de tu Espíritu de Amor, para que nuestra indiferencia no haga vanos en nosotros los frutos de tu Muerte.
A Ti, Jesús Crucificado, Sabiduría y Poder de Dios, Honor y Gloria por los siglos de los siglos. Amén.
 
San Juan Pablo II

sábado, 16 de marzo de 2024

Oración a San Juan Pablo II

¡Oh San Juan Pablo, desde la ventana del Cielo dónanos tu bendición! Bendice a la Iglesia, que tú has amado, servido y guiado, animándola a caminar con coraje por los senderos del mundo para llevar a Jesús a todos y a todos a Jesús. Bendice a los jóvenes, que han sido tu gran pasión. Concédeles volver a soñar, volver a mirar hacia lo alto para encontrar la luz, que ilumina los caminos de la vida en la tierra.
 
Bendice las familias, ¡bendice cada familia! Tú advertiste el asalto de satanás contra esta preciosa e indispensable chispita de Cielo, que Dios encendió sobre la tierra. San Juan Pablo, con tu oración protege las familias y cada vida que brota en la familia.
 
Ruega por el mundo entero, todavía marcado por tensiones, guerras e injusticias. Tú te opusiste a la guerra invocando el diálogo y sembrando el amor: ruega por nosotros, para que seamos incansables sembradores de paz.
 
Oh San Juan Pablo, desde la ventana del Cielo, donde te vemos junto a María, haz descender sobre todos nosotros la bendición de Dios. Amén.
 
Cardenal Ángelo Comastri

viernes, 8 de marzo de 2024

Carta de San Juan Pablo II a las mujeres

Te doy gracias, mujer-madre, que te conviertes en seno del ser humano con la alegría y los dolores de parto de una experiencia única, la cual te hace sonrisa de Dios para el niño que viene a la luz y te hace guía de sus primeros pasos, apoyo de su crecimiento, punto de referencia en el posterior camino de la vida.
 
Te doy gracias, mujer-esposa, que unes irrevocablemente tu destino al de un hombre, mediante una relación de recíproca entrega, al servicio de la comunión y de la vida.
 
Te doy gracias, mujer-hija y mujer-hermana, que aportas al núcleo familiar y también al conjunto de la vida social las riquezas de tu sensibilidad, intuición, generosidad y constancia.
 
Te doy gracias, mujer-trabajadora, que participas en todos los ámbitos de la vida social, económica, cultural, artística y política, mediante la indispensable aportación que das a la elaboración de una cultura capaz de conciliar razón y sentimiento, a una concepción de la vida siempre abierta al sentido del « misterio », a la edificación de estructuras económicas y políticas más ricas de humanidad.
 
Te doy gracias, mujer-consagrada, que a ejemplo de la más grande de las mujeres, la Madre de Cristo, Verbo encarnado, te abres con docilidad y fidelidad al amor de Dios, ayudando a la Iglesia y a toda la humanidad a vivir para Dios una respuesta «esponsal», que expresa maravillosamente la comunión que Él quiere establecer con su criatura.
 
Te doy gracias, mujer… ¡Por el hecho mismo de ser mujer! Con la intuición propia de tu femineidad enriqueces la comprensión del mundo y contribuyes a la plena verdad de las relaciones humanas.
 
San Juan Pablo II - 1995

domingo, 3 de marzo de 2024

San Juan Pablo II, un enamorado del Santo Rosario

San Juan Pablo II fue un gran enamorado del Rosario. Toda la vida lo promocionó de la mejor manera: “rezándolo” en público, en privado, en los grandes acontecimientos, sobre todos aquellos en los que se debía, por las malas circunstancias, invocar la paz.
 
Gracias a él, hoy miles de personas rezan el Rosario con frecuencia, quizás porque ha demostrado y enseñado cuánto hace bien tener esta buena práctica.
 
Lo podemos ver en su carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, enteramente dedicada a esta oración, y en donde agregó los “Misterios de la luz”.
 
“Tenemos que redescubrir la profundidad mística encerrada en la sencillez de esta oración, tan querida por la tradición popular”, anunció el 16 de octubre del 2002 al presentar la carta.
 
De esta carta y de otras intervenciones del santo padre a los fieles, hemos extraídos algunas de las frases más significativas sobre esta estimada oración del santo Rosario:
 
“El Rosario es la oración más sencilla a la Virgen, pero la más llena de contenidos bíblicos”.
 
“Recorrer con María las decenas del Rosario, es como ir a la escuela de María para leer a Cristo, para penetrar sus secretos, para entender sus mensajes”.
“En el Rosario hacemos lo que hace María, meditamos en nuestro corazón los misterios de Cristo”.
 
“El Rosario es la oración en la que, con la repetición del saludo del Ángel a María, tratamos de sacar nuestras consideraciones sobre el misterio de la redención  partiendo de la meditación de la Virgen”.
 
“En la oración del Rosario nos unimos a la Virgen como los Apóstoles congregados en el cenáculo después de la ascensión de Cristo”.
 
“La plegaria del Rosario es oración del hombre en favor del hombre: es la oración de la solidaridad humana, oración colegial de los redimidos, que refleja el espíritu y las intenciones de la primera redimida: María”.
 
“El Rosario es la oración que indica la perspectiva del reino de Dios y orienta a los hombres para recibir los frutos de la redención”.
 
“En los misterios del santo Rosario contemplamos y revivimos los gozos, dolores y gloria de Cristo y su Madre Santa, que pasan a ser gozos, dolores y esperanzas del hombre”.
 
“El Rosario forma parte de la mejor y más reconocida tradición de la contemplación cristiana”.
 
“El Rosario me ha acompañado en los momentos de alegría y en los de tribulación. A él he confiado tantas preocupaciones y en él siempre he encontrado consuelo”