miércoles, 8 de diciembre de 2010

Inmaculada Concepción

Ángelus. Meditación del jueves 8 de diciembre de 1994 Solemnidad de la Inmaculada Concepción

La Iglesia contempla hoy con gratitud y asombro las maravillas realizadas por el Señor en María, la Mujer a la que el pueblo cristiano aclama con las palabras de la antigua antífona: «Toda hermosa eres, María; no hay en Ti mancha del pecado original».

El misterio de gracia y de hermosura que envuelve a la Virgen Madre tiene su origen en la Ternura de Dios que, ya desde el primer instante de su existencia la preservó del pecado original y de sus consecuencias, preparándola para convertirse en la digna Madre de su Hijo. De ese modo, el Señor puso a María por encima de todas las demás criaturas, haciéndola llena de gracia, espejo admirable de su santidad.

La Inmaculada es el signo de la fidelidad de Dios, que no se rinde ante el pecado del hombre. Su plenitud de gracia nos recuerda también las inmensas posibilidades de bien de belleza, de grandeza y de gozo que están al alcance del hombre cuando se deja guiar por la Voluntad de Dios, y rechaza el pecado.

A la luz de la Mujer que el Señor nos regala como Abogada de gracia y Modelo de santidad, aprendemos a huir siempre del pecado. Pidamos a la Virgen que nos conceda la alegría de vivir bajo su mirada materna con pureza y santidad de vida.

Juan Pablo II

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sábado, 4 de diciembre de 2010

Experimentar el Amor Divino en Adviento

Queridos hermanas y hermanos :

1. «Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas» (Lc 3, 4). Con estas palabras, el Evangelio nos exhorta a disponer el corazón para acoger al Señor que viene. Y la liturgia de este día nos propone como modelo de esa preparación interior la figura austera de Juan Bautista, que predica en el desierto invitando a la conversión.

Su testimonio sugiere que, para salir al encuentro del Señor es preciso crear dentro de nosotros y a nuestro alrededor espacios de desierto: ocasiones de renuncia a lo superfluo, búsqueda de lo esencial, y un clima de silencio y oración.

San Juan Bautista invita, sobre todo, a volver a Dios, huyendo con decisión del pecado, enfermedad del corazón del hombre, que le impide la alegría del encuentro con el Señor.

El tiempo de Adviento es especialmente apto para hacer experiencia del Amor divino que salva. Y es sobre todo en el Sacramento de la Reconciliación donde el cristiano puede hacer esa experiencia, redescubriendo a la luz de la palabra de Dios la verdad de su propio ser y gustando la alegría de recuperar la paz consigo mismo y con Dios.

2. Juan en el desierto anuncia la venida del Salvador. El desierto hace pensar también en muchas situaciones contemporáneas graves: la indiferencia moral y religiosa, el desprecio hacia la vida humana que nace o que se encamina a su ultima meta natural, el odio racial, la violencia, la guerra y la intolerancia, son algunas de las causas de ese desierto de injusticia, de dolor y de desesperación que avanza en nuestra sociedad.

Frente a ese escenario, el creyente, como Juan Bautista, debe ser la voz que proclama la salvación del Señor, adhiriéndose plenamente a su Evangelio y testimoniándolo visiblemente en el mundo.

3. En nuestros días, tiempo de nueva evangelización, es urgente que los padres cristianos pongan atención especial en la educación de sus hijos para ser testigos valientes del Salvador en el mundo de hoy. Convirtiéndose en los primeros catequistas de sus hijos, pueden suscitar más fácilmente en ellos un amor singular a la palabra de Dios, y adecuando diariamente su vida al Evangelio, los estimulan en las decisiones coherentes y generosas, que son propias de todo auténtico discípulo del Señor.

Oremos para que cada familia cristiana sea una pequeña iglesia misionera y una escuela de evangelizadores. Encomendemos esta misión de todos los núcleos familiares creyentes así como sus alegrías y sufrimientos, a la Virgen Inmaculada, cuya solemnidad celebraremos el jueves próximo. Que María sea nuestro ejemplo y nuestra guía, especialmente ejemplo y guía de las familias.

Juan Pablo II
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Meditación antes del rezo del Ángelus del domingo 4 de diciembre de 1994

viernes, 26 de noviembre de 2010

Oración a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa

Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Vos.

Esta es la oración que tú inspiraste, oh María, a Santa Catalina Labouré, y esta invocación, grabada en la Medalla la llevan y pronuncian ahora muchos fieles por el mundo entero.

¡Bendita tú entre todas las mujeres! ¡Bienaventurada tú que has creído! ¡El Poderoso ha hecho maravillas en Ti! ¡La maravilla de tu Maternidad divina! Y con vistas a ésta, ¡la maravilla de tu Inmaculada Concepción! ¡La maravilla de tu fiat! ¡Has sido asociada tan íntimamente a toda la obra de nuestra redención, has sido asociada a la Cruz de nuestro Salvador!

Tu Corazón fue traspasado junto con su Corazón. Y ahora, en la gloria de tu Hijo, no cesas de interceder por nosotros, pobres pecadores. Velas sobre la Iglesia de la que eres Madre. Velas sobre cada uno de tus hijos. Obtienes de Dios para nosotros todas esas gracias que simbolizan los rayos de luz que irradian de tus manos abiertas. Con la única condición de que nos atrevamos a pedírtelas, de que nos acerquemos a Ti con la confianza, osadía y sencillez de un niño. Y precisamente así nos encaminas sin cesar a tu Divino Hijo.

Te consagramos nuestras fuerzas y disponibilidad para estar al servicio del designio de salvación actuado por tu Hijo. Te pedimos que por medio del Espíritu Santo la fe se arraigue y consolide en todo el pueblo cristiano, que la comunión supere todos los gérmenes de división que la esperanza cobre nueva vida en los que están desalentados. Te pedimos por los que padecen pruebas particulares, físicas o morales, por los que están tentados de infidelidad, por los que son zarandeados por la duda de un clima de incredulidad, y también por los que padecen persecución a causa de su fe.

Te confiamos el apostolado de los laicos, el ministerio de los sacerdotes, el testimonio de las religiosas.

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Juan Pablo II

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martes, 23 de noviembre de 2010

Juan Pablo II en Argentina - Segunda visita

Segunda visita: 6 al 12 de abril de 1987

En 1987, durante la semana que se inició el lunes 6 y concluyó el domingo 12 de abril (Domingo de Ramos), la Argentina vivió uno de los acontecimientos más trascendentales de su historia religiosa: la segunda visita del Papa Juan Pablo II, que como maestro de la fe efectuó un recorrido por el país que abarcó 10 ciudades: Buenos Aires, Bahía Blanca, Viedma, Mendoza, Córdoba, Tucumán, Salta, Corrientes, Paraná y Rosario.

Lunes 6 de abril de 1987

En el aeroparque Jorge Newbery, al que llegó a las 16, el Papa dijo que sentía una «profunda alegría y una gran emoción al pisar por segunda vez esta bendita tierra de la Argentina. Vuelvo ahora en visita pastoral para seguir cumpliendo la misión que el Señor me ha encomendado, de evangelizar y ser Maestro de la fe, ejerciendo a la vez, como sucesor de Pedro, el ministerio de confirmar a mis hermanos».

Desde el aeropuerto se trasladó en Papamóvil a la Catedral metropolitana, donde dirigió un discurso al clero y al pueblo de Dios.

Desde la catedral se dirigió a la vecina Casa de Gobierno. El presidente Alfonsín, en un gesto excepcional, recibió al Papa al pie de la escalinata que da a la calle Rivadavia. Desde allí lo acompañó hasta su despacho, donde tuvieron una conversación privada. Durante la misma el primer mandatario obsequió a Su Santidad un rosario de un metro de largo, realizado en plata y rodocrocita. A continuación se dirigió al Salón Blanco para un encuentro con los dirigentes políticos, representantes de las dos cámaras legislativas, miembros del Poder judicial y ministros y secretarios de Estado.

Terminado el encuentro con las autoridades del país, Juan Pablo II se asomó al balcón de la Casa Rosada para saludar a la gran multitud congregada en la plaza. Luego se dirigió en papamóvil a la Nunciatura Apostólica, donde tuvo un encuentro con los 65 jefes de misión del cuerpo diplomático.

Martes 7 de abril de 1987

Juan Pablo II comenzó su jornada a las 8 trasladándose a la ciudad de Bahía Blanca, donde fue recibido por unas 130.000 personas con el canto «Gracias, Juan Pablo», compuesto con motivo de esta visita por el músico local Walter Giménez. En su homilía trató sobre «la evangelización del mundo rural». La ofrenda de un gran cesto de trigo recordó la generosidad ubérrima de la pampa húmeda.

El próximo destino fue la ciudad de Viedma adonde llegó a las 13.30 para tener allí una celebración de la Palabra. El tema de la misma tuvo carácter misionero. El obispo de Viedma, monseñor Hesayne, dirigió al Pastor universal un saludo de bienvenida y el Romano Pontífice pronunció a su vez un discurso que tenía como tema central la «nueva evangelización».

Terminada la ceremonia, la comitiva papal volvió a tomar el avión para dirigirse al aeropuerto El Plumerillo, de Mendoza, a 1.012 kilómetros. El Papa llegó a las 16.45 y se trasladó hasta el sitio donde iba a tener lugar la celebración de la Palabra. Había unas 200.000 personas. El Papa fue recibido por un coro de 250 voces, que entonó «Tú eres Pedro», y luego siguió una canción de cuna polaca. El arzobispo de Mendoza, monseñor Cándido Rubiolo, dirigió al Pontífice un discurso de salutación. A continuación hubo una plegaria por la paz, y luego el Padre Santo pronunció un discurso. Tanto la alocución papal como todos los textos litúrgicos, estuvieron centrados en el tema de la paz: esto tenía un especial significado, dada la posición geográfica de Mendoza, limítrofe con Chile. A las 19 Su Santidad se trasladó al aeropuerto y viajó a Córdoba, que dista de allí a 725 kilómetros, donde pasó la noche.

Miércoles 8 de abril de 1987

En Córdoba Juan Pablo II comenzó su jornada a las 8 de mañana, trasladándose a la Catedral. Dentro del templo esperaban al Papa 300 enfermos e inválidos, que representaban a todos los enfermos del país. El Papa luego de adorar al Santísimo dirigió una alocución a los enfermos. Desde la catedral se dirigió en papamóvil al Área Material Córdoba, donde presidió la misa. Hubo palabras de bienvenida del arzobispo de Córdoba, cardenal Raúl F. Primatesta. A su vez el Papa en la homilía trató el tema de la familia.

Por la tarde se dirigió nuevamente al aeropuerto y subió al avión que lo llevó al aeropuerto Benjamín Matienzo, de Tucumán, ciudad que dista de Córdoba a 510 kilómetros. Fue recibido con gran entusiasmo por unas 80.000 personas, la mayoría de las cuales llegaron a pie desde la ciudad de San Miguel de Tucumán. El aeropuerto se había transformado en un enorme palco sobre el que se alzaba una gran cruz de hierro. El encuentro revistió la forma de celebración de la Palabra. El arzobispo local, monseñor Horacio Bózzoli, dio la bienvenida al Papa y luego él pronunció su homilía sobre el amor de los cristianos a su Patria.

Terminado el acto, la comitiva papal tomó el avión que lo trasladó a Salta, a 234 kilómetros. Desde el aeropuerto, el Papa fue al hipódromo de Limache, para tener un encuentro con los fieles de la arquidiócesis, encuentro que tenía como tema «El V centenario de la evangelización de América Latina», dado que la evangelización de la Argentina comenzó por estas latitudes. En la celebración estaban presentes más de 1.500 representantes de los indios quechuas, tobas, matacos y chiriguanos que vinieron desde distintos puntos. El arzobispo local, monseñor Moisés Julio Blanchoud, dio la bienvenida al Padre Santo y a su vez el Romano Pontífice pronunció una alocución referida al tema del encuentro. Una vez terminada la celebración, la comitiva papal entró en la ciudad. El Papa cenó y pernoctó en el arzobispado.

Jueves 9 de abril de 1987

Por la mañana, desde el arzobispado salteño se dirigió hacia la Catedral para hacer una visita no prevista a las imágenes del Señor y de la Virgen del Milagro. Después de haberse detenido unos momentos para adorar al Santísimo, el Santo Padre habló a los presentes, invitándolos a reflexionar sobre el misterio de la redención.

Luego viajó a Corrientes, a 740 kilómetros de distancia, donde bajo una torrencial lluvia fue recibido y saludado por el arzobispo de Corrientes, monseñor F. Antonio Rossi. Para los 100.000 fieles que participaban era como si resplandeciese el sol, permanecieron quietos, en sus sitios, rezando con el Pontífice, sin preocuparse del auténtico río de agua que caía sobre sus cabezas. Fue un gran testimonio de fe y de amor. La misa concelebrada con los obispos del Nordeste Argentino estuvo dedicada al tema «La religiosidad popular y la piedad mariana en la nueva evangelización».

Por la tarde viajó a Paraná. Fue recibido por el arzobispo de Paraná, monseñor Estanislao Esteban Karlic y luego se dirigió a la explanada que hay al salir de la aeroestación. El encuentro tuvo como tema «El mundo y los inmigrantes», debido a la gran cantidad de inmigrantes que hay en la zona. Terminada la ceremonia religiosa, Juan Pablo II fue a pie hasta el avión, saludando a la gente, y partió rumbo al aeropuerto de Buenos Aires.

Al llegar de nuevo a la capital argentina se trasladó en papamóvil hasta la Nunciatura Apostólica. La gente se agolpaba en este lugar y aclamaba a Juan Pablo II, de suerte que tuvo que salir al balcón a saludar a la muchedumbre. Luego, en un salón de la Nunciatura, tuvo un encuentro con representantes de la comunidad judía en la Argentina.

Viernes 10 de abril de 1987

El viernes, a las 8.15, recorriendo en coche descubierto 18 kilómetros, se trasladó desde la Nunciatura Apostólica al estadio del club Vélez Sársfield, donde celebró la santa misa, dedicada a las personas consagradas y a los agentes de pastoral, aunque asistían también numerosos fieles: había unas 30.000 personas. Concelebraron con el Papa más de 2.000 sacerdotes y estaban presentes unos 1.700 seminaristas, 3.000 religiosas y 400 monjas de clausura.

Terminada la celebración eucarística, el Papa se dirigió en papamóvil a la Catedral de los ucranios, donde saludó a los niños que vestían trajes típicos nacionales ucranios. En el interior había unas 1.000 personas. El eparca, monseñor Andrés Sapelak, dirigió al Papa un saludo y luego de la coronación del ícono de la Virgen de Prokov el Santo Padre dirigió una alocución a los ucranios. Luego nuevamente en papamóvil se dirigió a la Nunciatura.

Por la tarde fue al Mercado Central de Buenos Aires, donde unos 300.000 trabajadores lo saludaron con gran entusiasmo; el Papa bendijo una capilla erigida en el lugar en recuerdo de su visita, el obispo de San Justo, monseñor Rodolfo Bufano dirigió un saludo al Pontífice, quien pronunció un discurso sobre la evangelización del mundo del trabajo.

Desde ahí el Papa se trasladó directamente al estadio Luna Park, donde tuvo un encuentro con la comunidad polaca en la Argentina. Pronunció su discurso en polaco y, terminado el acto se dirigió a la Nunciatura donde por la noche transmitió por radio y televisión un mensaje a todos los presos del país.

Sábado 11 de abril de 1987

A las 8 de la mañana se dirigió al aeroparque rumbo a la ciudad de Rosario, a 304 kilómetros de Buenos Aires. El arzobispo de Rosario, monseñor Jorge M. López, le dio la bienvenida y la homilía papal tuvo como tema la «Vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo». Finalizada la misa el Papa pronunció una plegaria en el Monumento a la Bandera.

Luego del almuerzo en la sede arzobispal voló a Buenos Aires. Cuando se inició el vuelo Su Santidad pidió al piloto que desviara la ruta, a fin de pasar, en vuelo rasante, sobre la Basílica Nacional de Nuestra Señora de Luján. Cuando la nave aérea sobrevolaba la ciudad de Luján, Juan Pablo II llamó a los cardenales Aramburu y Primatesta y juntos rezaron el Santo Rosario.

Desde el aeroparque se dirigió en papamóvil al estadio Luna Park para tener un encuentro con unos diez mil empresarios argentinos. Monseñor Ítalo Severino Di Stéfano, arzobispo de San Juan y presidente del Equipo Episcopal de Pastoral Social, dirigió al Santo Padre una bienvenida y por su parte el Papa pronunció un discurso a los empresarios.

A las 18, en la Nunciatura Apostólica, tuvo un encuentro con los representantes de la comunidad islámica en la Argentina. A la noche, la comitiva papal se dirigió en papamóvil a la avenida 9 de Julio, para el primer encuentro con los jóvenes presentes en Buenos Aires con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. Una impresionante multitud de jóvenes (unos 60.000 eran los no argentinos provenientes de las más diversas partes del mundo), recibió a Juan Pablo II con las luces de colores y los sonidos luminosos y festivos de los fuegos artificiales, y por el ondear de miles de pañuelos y banderas. El cardenal Pironio le dio la bienvenida. A continuación dos jóvenes también le dieron la bienvenida en nombre de todos. Luego comenzó el diálogo por medio de representaciones escénicas. A continuación hablaron jóvenes de diversos países y luego Juan Pablo II pronunció el esperado discurso a los jóvenes.

Domingo 12 de abril de 1987

El Papa comenzó su jornada a las 8 con un encuentro ecuménico en los salones de la Nunciatura. Participaron 35 personas representantes de diversas confesiones cristianas. Monseñor Mario José Serra, presidente del Equipo Episcopal de Ecumenismo, dirigió al Santo Padre unas palabras de salutación y Juan Pablo II respondió con un breve discurso a los hermanos separados.

Luego celebró en la avenida 9 de Julio la misa del Domingo de Ramos, con la que se clausuraba la Jornada Mundial de la Juventud. Era la primera vez, en la historia moderna del papado, que el Santo Padre no celebraba la fiesta de Ramos en Roma. Se calcula que había alrededor de 1.000.000 de personas, la mitad jóvenes. Estaba presente el presidente de la República, doctor Raúl Alfonsín. En el altar se había colocado la auténtica imagen de la Virgen de Luján, que el día anterior había sido traída procesionalmente por los jóvenes.

El Padre Santo pronunció la homilía del Domingo de Ramos. A las palabras del Papa respondieron los jóvenes con un acto de compromiso. Al terminar la misa, el Papa «envió» a los jóvenes al mundo y dio una cruz a cinco de ellos que representaban cada uno de los cinco continentes.

Luego Su Santidad se dirigió a la imagen de la Virgen de Luján y pronunció el acto de consagración a Nuestra Señora. Terminada la celebración, el Papa rezó el «Ángelus» ante la imagen de la Virgen de Luján. Antes de recitar la plegaria mariana, leyó una breve meditación dominical.

Desde la avenida 9 de Julio, Juan Pablo se trasladó en papamóvil a la sede de la Conferencia Episcopal Argentina que bendijo e inauguró (Suipacha 1034). Tras almorzar con todos los obispos en la misma sede, tuvo un encuentro con la Conferencia Episcopal Argentina en donde dirigió un mensaje a los obispos.

Después de este acto se trasladó al Teatro Colón para tener un encuentro con el mundo de la cultura argentina. Luego de las palabras de monseñor Estanislao Karlic, presidente de la Comisión Episcopal de Fe y Cultura, el Padre Santo pronunció una alocución a los hombres de la cultura.

Del Teatro Colón el Papa salió rumbo al aeropuerto de Ezeiza donde pronunció un discurso de despedida. A las 19.30 despegó el avión papal: un Boeing 747 Jumbo de Aerolíneas Argentinas, rumbo a la Ciudad Eterna. La segunda visita de Juan Pablo II al país había finalizado, dejando en todos una profunda emoción.

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sábado, 20 de noviembre de 2010

Juan Pablo II en Argentina - Primera visita

Primera visita: 11 y 12 de junio de 1982

El 2 de abril de 1982 la Argentina recupera las Islas Malvinas, lo que desencadena la reacción británica y sobreviene la guerra entre la Argentina y el Reino Unido. En esos días se conoce la noticia de que el 28 de mayo el Papa haría una visita apostólica a Gran Bretaña, largamente preparada.

Es entonces cuando Juan Pablo II, con paternal delicadeza, decide efectuar fuera de todo programa y sin preparación alguna, una visita fugaz a la Argentina. Inmediatamente escribe una carta a los argentinos fechada el 25 de mayo, que comenzaba diciendo: «A los queridos hijos e hijas de la Nación Argentina: Os escribo por mi propia mano porque siento que debo repetir el gesto paternal del Apóstol Pablo hacia sus hijos, abrazándolos en la fe». El Sumo Pontífice expresó que su viaje a la Argentina era eminentemente pastoral. «Mi viaje a la capital argentina –dijo– es un viaje de amor, de esperanza y de buena voluntad, de un Padre que va al encuentro de los hijos que sufren».

Esta visita constituyó, según opinión de numerosos y caracterizados testigos argentinos y extranjeros, un «acontecimiento nunca visto en el país».

Viernes 11 de junio de 1982

A las 8.50 aterrizó en el aeropuerto internacional de Ezeiza el avión que conducía a Juan Pablo II. El arzobispo de Buenos Aires, cardenal Juan Carlos Aramburu y el nuncio apostólico, monseñor Ubaldo Calabresi, subieron a la aeronave a dar la bienvenida al Papa. Luego de besar el suelo argentino, el Santo Padre fue recibido por el Presidente de la Nación, General Leopoldo Fortunato Galtieri y por autoridades civiles y militares. Durante los 40 kilómentros de su viaje hacia la catedral de Buenos Aires por las autopistas Ricchieri y 25 de Mayo, miles de personas, a pesar del crudo tiempo invernal, saludaban con desbordante entusiasmo al Santo Padre, que respondía visiblemente emocionado a los saludos de la multitud.

En la catedral metropolitana lo esperaban sacerdotes, seminaristas, religiosos, religiosas y miembros de movimientos eclesiales, junto con los obispos argentinos y presidentes de las conferencias episcopales de Latinoamérica. Luego de orar ante el Santísimo Sacramento, pronunció una alocución e impartió la bendición a los presentes.

En la Casa Rosada, fue recibido por el Presidente y tuvo un encuentro con los miembros de la Junta Militar. Luego pasó a la capilla de la Casa de Gobierno donde oró unos momentos. Antes de retirarse el Santo Padre se asomó al balcón para saludar a la inmensa muchedumbre que colmaba la Plaza de Mayo.

Poco después de las 14 el Santo Padre inició su viaje a Luján, distante 70 kilómetros de Buenos Aires. En la Basílica Nacional, ante la imagen de la Patrona de la Argentina, Juan Pablo II oró por la paz, luego le ofreció a la histórica imagen la «Rosa de Oro» que le había traído desde Roma. Concelebró la Misa con los cardenales, obispos y sacerdotes presentes, ante una multitud calculada en una cifra cercana a las 700.000 personas. Juan Pablo II pronunció una homilía en la que exhortó a imitar a Cristo, pidió por los muertos en la guerra con Gran Bretaña y por la rápida terminación del conflicto.


Sábado 12 de junio de 1982

El Santo Padre comenzó la jornada trasladándose a la Curia Metropolitana donde tuvo un encuentro con los cardenales y obispos argentinos, los presidentes de las conferencias episcopales de Latinoamérica y los miembros directivos del CELAM. Luego de orar en la capilla de la Curia, comenzó su reunión con los obispos, a los que les dirigió un mensaje a puertas cerradas.

Luego de saludar a la multitud desde los balcones de la Curia arzobispal se dirigió en «papamóvil» hasta Palermo, donde junto al Monumento de los Españoles se había levantado un gigantesco altar cubierto en el que se concelebró la Santa Misa ante una inmensa multitud, en su mayoría jóvenes. Durante su homilía se refirió a la celebración del Corpus Christi, habló a los jóvenes argentinos, pidió por la paz y recordó a los muertos y heridos en la guerra de las Malvinas.

Finalizada la misa, nuevamente con la repetición de un mismo espectáculo, abigarradas y entusiastas multitudes aplaudieron y vitorearon el paso del Papa por las calles de Buenos y por las autopistas que lo condujeron al Aeropuerto Internacional de Ezeiza. Después de una conversación a solas con el Presidente Galtieri, de unos 20 minutos, el Pontifície pronunció el discurso de despedida que concluyó con un «¡Hasta la vista!».

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martes, 16 de noviembre de 2010

Oración a Nuestra Señora de Kalwaria


“Dirige, oh Señora de las gracias, tu mirada a este pueblo que desde hace siglos permanece fiel a ti y a tu hijo. Dirige la mirada a esta nación, que siempre ha puesto su esperanza en tu amor de Madre. Dirige a nosotros la mirada, de esos tus ojos misericordiosos, y obtennos lo que tus hijos más necesitan. Abre el corazón de los ricos a las necesidades de los pobres y de los que sufren. Haz que los desempleados encuentren trabajo. Ayuda a los que se han quedado en la calle a encontrar una vivienda. Dona a las familias el amor que les permite superar todas las dificultades. Indica a los jóvenes el camino y las perspectivas para el futuro. Envuelve a los niños con el manto de tu protección, para que no sufran. Anima a las comunidades religiosas con la gracia de la fe, la esperanza y la caridad. Haz que los sacerdotes sigan las huellas de tu Hijo dando cada día la vida por las ovejas. Obtén para los obispos la luz del Espíritu Santo, para que guíen a la Iglesia en estas tierras hacia el Reino de tu Hijo por un camino único y recto.
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Madre Santísima, nuestra Señora de Kalwaria, obtén también para mí las fuerzas del cuerpo y del espíritu, para que pueda cumplir hasta el fin la misión que me ha encomendado el Resucitado. En ti pongo todos los frutos de mi vida y de mi ministerio; a ti encomiendo el destino de la Iglesia, a ti entrego mi nación; en ti confío y te declaro una vez más: Totus Tuus, María! Totus Tuus! Amén”.
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SS Juan Pablo II (Julio 2002)

El santuario de Kalwaria Zebrzydowska está situado en Polonia, a una distancia de unos 40 km al suroeste de Cracovia y 15 km al este de Wadowice. El santuario se compone de una basílica barroca dedicada a Nuestra Señora de los Ángeles, un convento de los Frailes Menores, y una serie de capillas, manieristas y barrocas distribuidas a lo largo de seis kilómetros y dedicadas a la Pasión de Jesús y a la vida de la Virgen. En 1999, el santuario de la Pasión y de la Virgen de Kalwaria Zebrzydowska fue inscrito en la UNESCO en la lista del Patrimonio de la Humanidad.

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sábado, 13 de noviembre de 2010

El Ave María


"...La primera parte del Ave María, tomada de las palabras dirigidas a María por el ángel Gabriel y por Santa Isabel, es contemplación adorante del misterio que se realiza en la Virgen de Nazaret. Expresan, por así decir, la admiración del Cielo y de la tierra y, en cierto sentido, dejan entrever la complacencia de Dios mismo al ver su obra maestra –la Encarnación del Hijo en el Seno virginal de María–, análogamente a la mirada de aprobación del Génesis (cf. Gn 1, 31), aquel «pathos con el que Dios, en el alba de la creación, contempló la obra de sus manos». Repetir el Ave María nos acerca a la complacencia de Dios: es júbilo, asombro, reconocimiento del milagro más grande de la historia. Es el cumplimiento de la profecía de María: «Desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada» (Lc1, 48).

El centro del Ave María, casi como engarce entre la primera y la segunda parte, es el Nombre de Jesús. A veces, en el rezo apresurado, no se percibe este aspecto central y tampoco la relación con el misterio de Cristo que se está contemplando. Pero es precisamente el relieve que se da al Nombre de Jesús y a su misterio lo que caracteriza una recitación consciente y fructuosa del Santo Rosario (...) Expresa con intensidad la fe Cristológica, aplicada a los diversos momentos de la Vida del Redentor. Es profesión de fe y, al mismo tiempo, ayuda a mantener atenta la meditación, permitiendo vivir la función asimiladora, innata en la repetición del Ave María, respecto al misterio de Cristo. Repetir el Nombre de Jesús –el único Nombre del cual podemos esperar la salvación (cf. Hch 4, 12)– junto con el de su Madre Santísima, y como dejando que Ella misma nos lo sugiera, es un modo de asimilación, que aspira a hacernos entrar cada vez más profundamente en la Vida de Cristo.

De la especial relación con Cristo, que hace de María la Madre de Dios, la Theotòkos, deriva, además, la fuerza de la súplica con la que nos dirigimos a Ella en la segunda parte del Ave María, confiando a su materna intercesión nuestra vida y la hora de nuestra muerte..."

Rosarium Virginis Mariae, 33
Venerable Siervo de Dios Juan Pablo II


Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre: Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


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sábado, 6 de noviembre de 2010

Totus Tuus


Soy todo tuyo y todas mis cosas Te pertenecen.
Te pongo al centro de mi vida.
Dame Tu corazón, oh María.

Soy todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa.
Madre del Salvador del mundo.
Amen
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“Juan Pablo II nos ha enseñado
a mirar a Cristo con los ojos de María
dado valor al rezo del Santo Rosario”

Benedicto XVI

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martes, 2 de noviembre de 2010

La grandeza de Juan Pablo II

Cuando alguien pronuncia más de 20.000 discursos, se puede afirmar que es un gran comunicador. Si produce más de cien documentos importantes y escribe varios libros Best Sellers, se puede decir que es muy inteligente.

Cuando alguien visita más de cien países sin otro interés que hacer el bien, se puede afirmar que es un hombre generoso. Si sostiene cientos de encuentros semanales con grupos de miles de personas, se puede decir que es un gran líder.

Cuando alguien se encuentra con más de 1.500 jefes de gobierno para hablarles claro de sus problemas y exigirles soluciones, se puede afirmar que es un valiente. Si además, arrastra a sus funerales a millones de personas, se puede decir que era un hombre muy amado.

Pero, cuando esta misma persona, después de haber fallecido, sigue atrayendo diariamente a más de veinte mil personas, ¿qué adjetivo se le puede dar?

Efectivamente, la tumba de Juan Pablo II es visitada todos los días por al menos veinte mil personas. Y, si hablamos de un miércoles de audiencia o de
un domingo de ángelus, la cifra puede subir hasta más de treinta y cinco mil. ¡Otro record roto por este hombre extraordinario!

Cuando al llegar por primera vez al Vaticano, el peregrino se encuentra con un verdadero espectáculo: una fila tan larga que en ocasiones no sólo bordea el perímetro interior de la plaza, sino que serpentea dentro de ella.

Sorprendido, se pregunta: «¿Para qué es esa cola?». Y al saber que es para ver la tumba del Papa Juan Pablo II, no puede hacer menos que lanzar una expresión de asombro.

Mas cuando se acerca a ese enorme conglomerado de gente su admiración crece. En la fila se encuentra de todo: japoneses, alemanes, peruanos, africanos; bajos, gordos, altos, flacos; jóvenes, niños y ancianos. Por ello a algunos peregrinos se les antoja pensar que esta hilera humana no es otra cosa que los brazos con que Juan Pablo II, desde el cielo, abraza al mundo entero.

No importa si hace frío o si el sol quema hasta achicharrar, si llueve o si el viento está desatado. La multitud permanece avanzando hacia su objetivo.

Y a pesar de que las Grutas Vaticanas se encuentren desbordadas, ahí dentro se da una vez más la hazaña de un hombre que se entendía muy bien con las masas: no hay gritos, empujones o quejas; sólo reina el silencio y la oración.

Es, sin duda alguna, la última gran revolución del Papa Wojtyla.

Fuente: Buenas Noticias
Autor: Adolfo Güémez

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sábado, 30 de octubre de 2010

Juan Pablo II: Oración por la familia

Dios, de quien proviene toda paternidad en el cielo y en la tierra: Padre, que eres amor y vida, haz que cada familia humana que habita en nuestro suelo, sea por medio de tu hijo Jesucristo, “nacido de mujer” y mediante el Espíritu Santo, fuente Caridad Divina, un verdadero santuario de vida y amor para las nuevas generaciones. Haz que tu gracia guíe los pensamientos y las obras de los cónyuges, para el bien propio y de todas las familias del mundo.

Haz que las jóvenes generaciones encuentren en la familia un fuerte sostén humano, para que crezcan en la verdad y el amor.

Haz que el amor, reforzado por la gracia del Sacramento del Matrimonio, se manifieste más fuerte que cualquier debilidad o crisis que puedan padecer nuestras familias.

Te pedimos por intermedio de la Familia de Nazaret, que la Iglesia pueda cumplir una misión fecunda en nuestra familia, en medio de todas las naciones de la tierra.

Por Cristo, nuestro Señor, camino, Verdad y Vida, por los siglos de los siglos. Amén

Juan Pablo II


"En virtud de su dignidad y misión, los padres cristianos, tienen el deber específico de educar a sus hijos en la plegaria, de introducirlos
progresivamente al descubrimiento del misterio de Dios y del coloquio personal con El. Sobre todo en la familia cristiana, enriquecida con la gracias y los deberes del sacramento del matrimonio, importa que los hijos aprendan desde los primeros años a conocer y a adorar a Dios y amar al prójimo según la fe recibida en el bautismo. Elemento fundamental e insustituible de la educación de la oración, es el ejemplo concreto el testimonio vivo de los padres ; sólo orando junto con sus hijos, el padre y la madre, mientras ejercen su propio sacerdocio real, calan profundamente en el corazón de sus hijos, dejando huellas que los posteriores acontecimientos de la vida no lograrán borrar"

Juan Pablo II
"Familiaris Consortio (60)"

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martes, 26 de octubre de 2010

Se acelera la beatificación de Juan Pablo II

ROMA, 20 Oct. 10 / 07:36 pm (ACI)

Tras ser recibido el pasado sábado por el Papa Benedicto XVI, el Presidente de Polonia, Bronislaw Komorowski, señaló que uno de los temas de conversación fue el del proceso de beatificación del recordado Juan Pablo II. "Las últimas señales nos hacen entender que este proceso últimamente ha sido acelerado", indicó.

Según señala el diario La Stampa, el mandatario comentó que el tema de la beatificación del Papa polaco fue uno de los asuntos tratados con Benedicto XVI: "sí, obviamente, y también porque mañana (el domingo 17) participaremos en el Vaticano de la canonización del beato polaco Stanislao Kazimierczyk, y naturalmente hemos hablado de la de Juan Pablo II".

Con el Papa Benedicto XVI, continuó, "hemos expresado la esperanza para que siga bien el proceso y las últimas señales nos hacen entender que este proceso últimamente ha sido acelerado"

En el diálogo con el Santo Padre, el Presidente Komorowski también le expuso los procesos de reconciliación con Alemania y Rusia; y explicó que renovó su invitación al Papa Benedicto XVI para que visite Polonia, país que ya visitó en mayo de 2006.

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sábado, 23 de octubre de 2010

Karol Wojtyla: "testarudamente hombre"

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Juan Pablo II, el Grande

Lo que hace "grande" a un hombre no es lo que se dice o se escribe de él, sino lo que realmente es y ha sido en su corta o larga vida. En el caso del Papa recién desaparecido, se han mencionado muchas facetas de su inmensa actividad: Papa de la paz, de la vida, de la juventud, Papa mediático, gran comunicador, Papa mariano, asertor de los derechos humanos, Papa del diálogo, campeón de la libertad y, con mucha razón, Papa del perdón… Pero, la gente, con ese instinto de percepción que le es propio, ha querido anticiparse a la historia, reconociéndole ya el atributo de "Grande", hasta ahora reservado a muy contados papas. Signo de los tiempos y de esa "vox populi, vox Dei" que difícilmente se equivoca. En esta nota, me limitaré a subrayar aspectos poco comentados, pero significativos, con el ánimo de prolongar el halo de su presencia en medio de nosotros y seguir saboreando su cariño, su humanidad, su cotidianidad y cercanía que tan querido lo hicieron en todo el mundo.

Pasión por el hombre, pasión por los hombres

Fue, ante todo, un hombre, profundamente hombre y profundamente cristiano, en un tiempo de generalizada violencia, como nunca en la historia. Bien lo ha graficado Salvatore Martínez, coordinador de Renovación en el Espíritu: Es un hombre inolvidable, un Papa realmente inolvidable, testarudamente hombre y siempre cercano en el signo de la fe. Vale la pena recordar que su primera encíclica está dedicada al hombre, recordando, con el Concilio, que mediante la encarnación, el Hijo de Dios se ha unido, en cierto modo, a todo hombre. Al respecto, el padre Julián Carrón, presidente de Comunión y Liberación, agrega que Juan Pablo II deja al mundo más lleno de la humanidad de Cristo y a la Iglesia más consciente de ser ella misma movimiento. En esta línea, el profesor Andrés Riccardi, iniciador de la Comunidad de san Egidio, rememora el beso del Papa en la mano herida de un gitano, en un campamento de refugiados. A esto, se suma el testimonio de una periodista de la televisión, Paola Saluzzi, quien no duda en afirmar que después de él, habrá un gran vacío, no tanto para la Iglesia, sino porque en la fragilidad del mundo actual no tenemos a otros referentes. Realmente sentiremos mucho su ausencia. Este rasgo explica su incansable lucha por la paz, lucha que lo llevó a enfrentarse con regímenes dictatoriales y con los poderos de este mundo, en defensa de los derechos humanos y en la promoción de una vida mejor para millones de personas.

Solidario en el "Via Crucis" del sufrimiento humano

Cedo, ahora, la palabra al sacerdote Antonio Mazzi, hombre de los medios de comunicación y comprometido también en la redención social de jóvenes en riesgo (droga, sexo, alcohol). Pensábamos, nos dice, que este Papa nos había entregado lo mejor de sí viajando por el mundo, haciendo caer los muros, venciendo los miedos, superando preconceptos, humillando ideologías. Pero no, lo mejor de sí nos lo ha ofrecido desde el mes de febrero hasta su muerte. Los medios nos han hechos asistir a su larga "agonía", como "la misa sobre el mundo", de Teilhard de Chardin. Un Papa cercano en el sufrimiento: esa cara crispada por las muecas, incapaz de emitir una palabra, una sílaba, las ganas de asomarse a la ventana para dar la bendición a la gente… Todo esto ha hecho llorar a millones de personas y de familias recogidas ante el televisor… Muchos se han preguntado por qué y para qué esta exposición en los medios de un hombre que conocimos sano, vigoroso, incansable caminante por los continentes para anunciar a Cristo, como san Pablo. El padre Mazzi anota que sólo ahora comprendemos por qué dejaron a "ese Cristo en el balcón": Juan Pablo, como el Cristo del Viernes santo, quería decirnos, desde lo alto de la cruz: No los dejaré huérfanos. Voy al Padre. No lloren, déjenme ir. Sólo, desde allí, podré enviarles el Espíritu renovador. Porque nuestro mundo necesita más que nunca de un gran soplo del Espíritu. De todas maneras, les dejo a la Madre, cerca de ella, no se sentirán huérfanos. Adiós. La gente lo ha percibido y, en un tiempo marcado como nunca por el sufrimiento y los miedos, ha querido acompañarlo con la oración, los cantos, la cercanía, la esperanza.

Santo "a furor de pueblo"

La expresión es de Chiara Lubich, fundadora de los Focolares, uno de los movimientos eclesiales más numerosos y muy querido por Juan Pablo II. Ella, Chiara, lo quisiera ya "santo", proclamado en la plaza de san Pedro repleta de pueblo y por aclamación, como en la Iglesia antigua. Le hace eco Vittorio Messori, amigo personal del Papa y buen conocedor de su vida. Él dice que era evidente en él la santidad, las virtudes de la fe, de la esperanza y de la caridad vividas heroicamente, en lo cotidiano, con la intensidad del místico que ya ve lo que profesa en el credo. Destaca que de esa caridad brotaba su amor a los hombres, a cuya salvación se entregó sin reserva y sin desmayo. Messori subraya la manera de orar de Juan Pablo II: daba la sensación de que veía a Dios. Del mismo parecer es el brasilero Leonardo Boff, conocido teólogo de la liberación. En un artículo muy crítico acerca de las reformas "que la Iglesia necesitaba" y que Juan Pablo II habría detenido, anota: Las limitaciones de su estilo de gobierno de la Iglesia no impidieron que Juan Pablo II alcanzara la santidad personal en un grado eminente. Fue hombre de profunda oración. A veces, al orar se transfiguraba y palidecía; otras veces, gemía y vertía lágrimas. Una vez, lo sorprendieron en su capilla particular extendido en el suelo, en forma de cruz.

Una vez más, el "sensus fidelium" –voz del Espíritu Santo– se ha activado en el corazón de la Iglesia y, según Messori, ya llegan voces de milagros, de prodigios desde su nativa Polonia hasta estas tierras latinoamericanas que visitó tantas veces y cuyos pueblos alentó hacia la libertad y una vida más digna. Y la gente, en esto de la santidad, casi nunca se equivoca. La expresión pronunciada por un cardenal, mientras el Papa agonizaba, "ahora ya ve y toca a Dios", es una realidad que nos alienta a pedir su intercesión y, tal vez, para muchos, a reorientar su vida.

La "marea humana" que se ha encaminado hacia Roma para despedirlo es el mejor reconocimiento a su constante labor en pos de la dignificación del hombre, y de la empatía que supo establecer con la gente de todo el mundo y de todos los sectores sociales, culturales y religiosos.

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Autor: Benito Spoletini, ssp
Sacerdote de la Sociedad de San Pablo
benitos@arnet.com.ar


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martes, 19 de octubre de 2010

Las diez Ave María

"...Este es el elemento más extenso del Rosario y que a la vez lo convierte en una oración mariana por excelencia. Pero precisamente a la luz del Ave Maria, bien entendida, es donde se nota con claridad que el carácter mariano no se opone al cristológico, sino que más bien lo subraya y lo exalta. En efecto, la primera parte del Ave Maria, tomada de las palabras dirigidas a María por el Ángel Gabriel y por Santa Isabel, es contemplación adorante del misterio que se realiza en la Virgen de Nazaret. Expresan, por así decir, la admiración del Cielo y de la tierra y, en cierto sentido, dejan entrever la complacencia de Dios mismo al ver su Obra maestra –la Encarnación del Hijo en el Seno virginal de María–, análogamente a la mirada de aprobación del Génesis (cf. Gn 1, 31), aquel «pathos con el que Dios, en el alba de la creación, contempló la obra de sus manos». Repetir en el Rosario el Ave Maria nos acerca a la complacencia de Dios: es júbilo, asombro, reconocimiento del milagro más grande de la historia. Es el cumplimiento de la profecía de María: «Desde ahora todas las generaciones me llamarán Bienaventurada» (Lc1, 48)..."

Carta Apostólica "Rosarium Virginis Mariae", punto 33

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miércoles, 13 de octubre de 2010

Juan Pablo II y los Misterios Luminosos

Tradicionalmente, el Rosario estaba dedicado a una de las tres series de “misterios”, que debían ser recitados secuencialmente. Sin embargo, en la carta apostólica Rosarium Virginis Mariae del Papa Juan Pablo II, publicada el 16 de octubre de 2002, fue introducida una nueva serie de “misterios”, los luminosos. Considero oportuna una incorporación que, si bien se deja a la libre consideración de los individuos y de la comunidad, les permita contemplar también los misterios de la vida pública de Cristo desde el Bautismo a la Pasión. En efecto, en estos misterios contemplamos aspectos importantes de la persona de Cristo como revelador definitivo de Dios. Él es quien, declarado Hijo predilecto del Padre en el Bautismo en el Jordán, anuncia la llegada del Reino, dando testimonio de él con sus obras y proclamando sus exigencias. Durante la vida pública es cuando el misterio de Cristo se manifiesta de manera especial como misterio de luz: «Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo» (Jn 9, 5)
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Para que pueda decirse que el Rosario es más plenamente ‘compendio del Evangelio’, es conveniente pues que, tras haber recordado la encarnación y la vida oculta de Cristo (misterios de gozo), y antes de considerar los sufrimientos de la pasión (misterios de dolor) y el triunfo de la resurrección (misterios de gloria), la meditación se centre también en algunos momentos particularmente significativos de la vida pública (misterios de luz). Esta incorporación de nuevos misterios, sin prejuzgar ningún aspecto esencial de la estructura tradicional de esta oración, se orienta a hacerla vivir con renovado interés en la espiritualidad cristiana, como verdadera introducción a la profundidad del Corazón de Cristo, abismo de gozo y de luz, de dolor y de gloria.

Pasando de la infancia y de la vida de Nazaret a la vida pública de Jesús, la contemplación nos lleva a los misterios que se pueden llamar de manera especial «misterios de luz». En realidad, todo el misterio de Cristo es luz. Él es «la luz del mundo» (Jn 8, 12). Pero esta dimensión se manifiesta sobre todo en los años de la vida pública, cuando anuncia el evangelio del Reino. Deseando indicar a la comunidad cristiana cinco momentos significativos –misterios «luminosos»– de esta fase de la vida de Cristo, pienso que se pueden señalar: 1. su Bautismo en el Jordán; 2. su autorrevelación en las bodas de Caná; 3. su anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión; 4. su Transfiguración; 5. institución de la Eucaristía, expresión sacramental del misterio pascual.

Cada uno de estos misterios revela el Reino ya presente en la persona misma de Jesús. Misterio de luz es ante todo el Bautismo en el Jordán. En él, mientras Cristo, como inocente que se hace ‘pecado’ por nosotros ( 2 Co 5, 21), entra en el agua del río, el cielo se abre y la voz del Padre lo proclama Hijo predilecto ( Mt 3, 17 par.), y el Espíritu desciende sobre Él para investirlo de la misión que le espera. Misterio de luz es el comienzo de los signos en Caná (Jn 2, 1-12), cuando Cristo, transformando el agua en vino, abre el corazón de los discípulos a la fe gracias a la intervención de María, la primera creyente. Misterio de luz es la predicación con la cual Jesús anuncia la llegada del Reino de Dios e invita a la conversión ( Mc 1, 15), perdonando los pecados de quien se acerca a Él con humilde fe ( Mc 2, 3-13; Lc 7,47-48), iniciando así el ministerio de misericordia que Él continuará ejerciendo hasta el fin del mundo, especialmente a través del sacramento de la Reconciliación confiado a la Iglesia. Misterio de luz por excelencia es la Transfiguración, que según la tradición tuvo lugar en el Monte Tabor. La gloria de la Divinidad resplandece en el rostro de Cristo, mientras el Padre lo acredita ante los apóstoles extasiados para que lo « escuchen » ( Lc 9, 35 par.) y se dispongan a vivir con Él el momento doloroso de la Pasión, a fin de llegar con Él a la alegría de la Resurrección y a una vida transfigurada por el Espíritu Santo. Misterio de luz es, por fin, la institución de la Eucaristía, en la cual Cristo se hace alimento con su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino, dando testimonio de su amor por la humanidad « hasta el extremo » (Jn13, 1) y por cuya salvación se ofrecerá en sacrificio.

Excepto en el de Caná, en estos misterios la presencia de María queda en el trasfondo. Los Evangelios apenas insinúan su eventual presencia en algún que otro momento de la predicación de Jesús (Mc 3, 31-35; Jn 2, 12) y nada dicen sobre su presencia en el Cenáculo en el momento de la institución de la Eucaristía. Pero, de algún modo, el cometido que desempeña en Caná acompaña toda la misión de Cristo. La revelación, que en el Bautismo en el Jordán proviene directamente del Padre y ha resonado en el Bautista, aparece también en labios de María en Caná y se convierte en su gran invitación materna dirigida a la Iglesia de todos los tiempos: «Haced lo que él os diga» (Jn 2, 5). Es una exhortación que introduce muy bien las palabras y signos de Cristo durante su vida pública, siendo como el telón de fondo mariano de todos los «misterios de luz».

Fuente: Material de Internet

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martes, 5 de octubre de 2010

Juan Pablo II y el Santo Rosario

En el punto 17 de la Carta Apostólica "Rosarium Virginis Mariae" , el Siervo de Dios el Papa Juan Pablo II, expresa que "La Virgen del Rosario continúa su obra de anunciar a Cristo".
El siguiente es el texto completo de dicho punto:

"...El Rosario es también un itinerario de anuncio y de profundización, en el que el misterio de Cristo es presentado continuamente en los diversos aspectos de la experiencia cristiana. Es una presentación orante y contemplativa, que trata de modelar al cristiano según el corazón de Cristo. Efectivamente, si en el rezo del Rosario se valoran adecuadamente todos sus elementos para una meditación eficaz, se da, especialmente en la celebración comunitaria en las parroquias y los santuarios, una significativa oportunidad catequética que los Pastores deben saber aprovechar. La Virgen del Rosario continúa también de este modo su obra de anunciar a Cristo. La historia del Rosario muestra cómo esta oración ha sido utilizada especialmente por los Dominicos, en un momento difícil para la Iglesia a causa de la difusión de la herejía. Hoy estamos ante nuevos desafíos. ¿Por qué no volver a tomar en la mano las cuentas del rosario con la fe de quienes nos han precedido? El Rosario conserva toda su fuerza y sigue siendo un recurso importante en el bagaje pastoral de todo buen evangelizador..."

http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/apost_letters/documents/hf_jp-ii_apl_20021016_rosarium-virginis-mariae_sp.html



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domingo, 29 de agosto de 2010

Juan Pablo II en 40 respuestas

1. ¿Cómo fue la infancia y la juventud de Juan Pablo II?

Karol Wojtyla nació el 18 de Mayo de 1920 en Wadowice, sur de Polonia. Su familia estaba compuesta por su padre, de nombre Karol, un militar del ejército austro-húngaro, su madre, Emilia, una joven sileciana de origen lituano, y un hermano adolescente de nombre Edmund. Los padres de Karol Wojtyla lo bautizaron a los pocos días de nacer en la Iglesia de Santa María de Wadowice. A los 9 años de edad recibió un duro golpe: el fallecimiento de su madre al dar a luz a una niña que murió antes de nacer. Años más tarde falleció su hermano y en 1941 murió su padre.

Uno de sus profesores, el Padre Zacher, recuerda a Karol como un niño muy inteligente, en algunos momentos de mirada triste, muy emotiva y amante de la libertad. Se le daban de maravilla las lenguas antiguas y modernas, un poco peor la física y la química, y muy bien la literatura, la historia, el deporte (todo tipo de deporte: el esquí, el remo, la natación, el montañismo), la música, la poesía. Pero lo que más le gustaba era el teatro, llegando a fundar el grupo de teatro Estudio 39. Al tiempo que se ganaba el pan de cada día picando piedra, a veces a treinta grados bajo cero, Karol y sus amigos se servían del teatro en esos años durísimos del nazismo para llenar de contenido su vida y la de los demás, entre arrestos de la Gestapo y bombardeos de la Luftwaffe.

2. ¿Cómo Juan Pablo II descubrió y desarrolló su vocación al sacerdocio?

Dada su gran inquietud por el teatro y las artes literarias polacas, cuando aún estaba en el colegio Karol Wojtyla pensaba seriamente en la posibilidad de continuar estudios de filología y lingüística polaca, pero un encuentro con el Cardenal Sapieha durante una visita pastoral, le hizo considerar seriamente la posibilidad de seguir la vocación que tenía impresa -entonces aún sin develarse plenamente- en el corazón: el sacerdocio.

Al desatarse la segunda guerra mundial los alemanes cerraron todas las Universidades de Polonia con el objetivo de invadir no sólo el territorio sino también la cultura polaca. Frente a esta situación Karol Wojtyla con un grupo de jóvenes organizaron una Universidad clandestina en donde estudió filosofía, idiomas y literatura. Poco antes de decidir su ingreso al seminario, el joven Karol tuvo que trabajar arduamente como obrero en una cantera. Esta experiencia le ayudó a conocer de cerca el cansancio físico, así como la sencillez, sensatez y fervor religioso de los trabajadores y los pobres.

En 1942 ingresó al Departamento teológico de la Universidad Jaguelloniana. Durante estos años tuvo que vivir oculto, junto con otros seminaristas, quienes fueron acogidos por el Cardenal de Cracovia. El 1 de Noviembre de 1946, a la edad de 26 años, Karol Wojtyla fue ordenado sacerdote en el Seminario Mayor de Cracovia y celebró su primera Misa en la Cripta de San Leonardo en la Catedral de Wavel.

3. ¿Cómo fue la vida de Karol Wojtyla de joven sacerdote y obispo?

Al poco tiempo de su ordenación obtuvo la licenciatura de Teología en la Universidad Pontificia de Roma Angelicum y más adelante se doctoró en Filosofía. Si en filosofía se especializó en la ética de Max Scheler, en teología lo hizo en el místico español San Juan de la Cruz. Durante algún tiempo se desempeñó como profesor de ética en la Universidad Católica de Lublin y en la Universidad Estatal de Cracovia. Junto a la docencia ejerció una intensa labor apostólica, especialmente con los jóvenes, con quienes compartía tanto momentos de reflexión y oración como espacios de distracción y aventura al aire libre.

Con 38 años fue consagrado Obispo Auxiliar del Administrador Apostólico de Cracovia, Monseñor Baziak, convirtiéndose en el miembro más joven del Episcopado Polaco. Participó activamente en el Concilio Vaticano II, especialmente en las comisiones responsables de elaborar las constituciones Lumen Gentium y Gaudium et Spes. Con el fallecimiento, en 1964, de Monseñor Baziak, Wojtyla ocupó la sede de Cracovia como titular. Dos años después, el Papa Pablo VI convierte a Cracovia en Arquidiócesis. Durante su labor como Arzobispo, el futuro Papa se caracterizó por la integración de los laicos en las tareas pastorales, la promoción del apostolado juvenil y vocacional, la construcción de templos a pesar de la fuerte oposición del régimen comunista, la promoción humana y formación religiosa de los obreros y el aliento del pensamiento y las publicaciones católicas.

4. ¿Cómo fue la elección de Juan Pablo II?

En mayo de 1967, a los 47 años de edad, el Arzobispo Wojtyla fue creado Cardenal por el Papa Pablo VI. En 1974 el nuevo Cardenal ordenó a 43 nuevos sacerdotes, en la ordenación sacerdotal más numerosa desde que terminó la Segunda Guerra Mundial.

En 1978 muere el Papa Pablo VI y es elegido nuevo Papa el Cardenal Albino Luciani de 65 años quien tomó el nombre de Juan Pablo I. El “Papa de la Sonrisa”, sin embargo, fallece a los 33 días de su nombramiento. El 15 de octubre de 1978, luego de un nuevo cónclave, el Cardenal polaco Karol Wojtyla es elegido como el sucesor de San Pedro, rompiendo con la tradición de más de 400 años de elegir Papas de origen italiano. El 22 de Octubre de 1978 fue investido como Sumo Pontífice asumiendo el nombre de Juan Pablo II.

Si al asomarse al balcón principal de la fachada de la Basílica de San Pedro el nuevo Papa se presentó como un obispo “de un país lejano”, el primer comentario que minutos antes había hecho Juan Pablo II, mientras el sastre le retocaba una de las tres sotanas bancas preparadas de antemano para el Papa recién elegido, fue: “Desde luego, por falta de valor de los señores cardenales para elegir a un Papa de Polonia no ha quedado…”. Y añadió, resignado y sonriente, la frase con la que empieza y termina todas y cada una de sus intervenciones públicas: “¡Alabado sea Jesucristo!”.

5. ¿Por qué fue excepcional el pontificado de Juan Pablo II?

Decía el Padre Joaquín Alliende, uno de los hombres de confianza del Papa para las catequesis de las Jornadas Mundiales de la Juventud, que si todos los papas son providenciales, algunos, como Juan Pablo II, además son excepcionales.

“He visto que un Papa no es bastante para abrazar a cada uno. Sin embargo, no puede haber más que un Papa y no sé como multiplicarlo”, dijo en su primera audiencia el Papa Wojtyla. Lo cierto es que este Papa, que será recordado por muchas cosas, lo será también por haber sabido cómo solucionar este problema. El ha llevado el barco de la Iglesia como un Padre que bendice a cada uno de sus hijos antes de acostarlos cada noche. Ciertamente se ha multiplicado más que nadie, más que ningún otro Papa había podido hacerlo, y en este multiplicarse ha alcanzado muchos récords que bien podrían aparecer en el libro del guinness: Casi un centenar de viajes fuera de Italia, muchos de ellos a más de cinco países a la vez, trece encíclicas; más de ochenta exhortaciones y cartas apostólicas, miles de alocuciones y mensajes, la personal atención a numerosos movimientos y comunidades eclesiales, que sigue personalmente; las novedosas jornadas mundiales de la juventud -año tras año desde 1985- con las que se ha convertido en la persona que más gente ha congregado en la historia, llegando a reunir varios millones de jóvenes.

6. ¿Por qué el Papa era tan comunicativo y televisivo?

Juan Pablo II no era un hombre de multitudes, sino de personas. El siempre estaba entre personas, se dirigía a personas, provocaba la reacción y la respuesta de personas, y nunca de masas. Formaba parte de su capacidad de espontánea concentración: miraba a cada persona. Y era indiferente a otra mirada, como la mirada de las cámaras o de la televisiones, a las que nunca prestaba atención. Su telegenia era la telegenia de alguien que no se dejaba dominar por la cámara, que no se prestaba a la servidumbre de la imagen pública, y menos a la audiovisual. Él iba a lo suyo, y la cámara le seguía. Para él era mejor así, para la cámara, mucho mejor todavía: actuaba más libremente. En un estudio realizado en EEUU sobre Juan Pablo II y la televisión, la primera conclusión fue ésta: “Juan Pablo II domina la televisión ignorándola”. Y es que la televisión y el resto de los medios de comunicación quedan fascinados y atraídos por la peculiar “autenticidad semántica” de sus gestos.

Ciertamente la telegenia de Juan Pablo II constituía un nuevo lenguaje religioso, una nueva expresión del mensaje cristiano, una concreción más, entre muchas otras, de que la “nueva evangelización” por él propiciada era nueva “en sus métodos, en su ardor y en sus expresiones”, tal y como por vez primera la definió en Haití en 1983.

7. ¿El Papa era de derechas o de izquierdas?

El Papa –este Papa y todos los demás Papas- no era de derechas ni de izquierdas; era de por encima; es decir, de otra dimensión que no tiene nada que ver con unas categorías políticas que por otra parte están ya hasta pasadas de moda. Lamentablemente, caemos todos, de manera especial, los católicos y desde luego también muchos periodistas, en las trampas del lenguaje, que la sociedad actual nos tiende constantemente. Una de ellas, cada vez más evidente, es la de aplicar al mundo eclesial, al ámbito de la vivencia de la fe, categorías de orden político, o económico, o de estructuración de la sociedad, que no tienen nada que ver con la Iglesia. Ocurre también con la palabra democracia. El Señor, en el Evangelio, no dijo “vamos a hacer unas elecciones, unas primarias”; no, dijo: “tú eres Pedro, y eligió al que iba a ser cabeza de la Iglesia”; ni tampoco dijo “voy a hacer un referéndum sobre la verdad” sino “yo soy la verdad”. De modo que aplicar categorías de otro orden diverso a algo como la Iglesia, no tiene el menor sentido y quienes lo hacen se equivocan. Si lo hacen adrede, todavía se equivocan más, obviamente.

8. ¿Quién quiso matar al Papa?

Veinticinco años después de aquella trágica mañana del 13 de mayo en la plaza San Pedro, no hay un solo dato incontrovertible que pueda permitir una respuesta precisa y concreta a esta pregunta. Sólo quien lo hizo puede saberlo; pero de ninguna de las investigaciones policiales y judiciales que siguen abiertas se ha podido demostrar, con pruebas irrefutables, quién quiso asesinar a Juan Pablo II. Otra cosa es que todas las indicaciones y pistas hagan pensar razonablemente en que a la Unión Soviética que estaba dando sus últimas boqueadas como tal, le interesaba mucho que alguien como Juan Pablo II dejara de hacer y decir lo que él hacía y decía. Cuando Mijael Gorvachov, aludió indirectamente a esta cuestión muchos años después, todo lo que dijo fue que la caída del muro de Berlín y por tanto del comunismo, no hubiera sido posible sin Juan Pablo II. En cualquier caso, esa ignominia tristemente histórica, pese sobre quien pese, es ya lo de menos; lo que importa es que en cuanto el Papa pudo salir del hospital, lo primero que hizo fue ir a dar un abrazo y perdonar a quien había querido asesinarle.

9. ¿Ha cambiado Juan Pablo II el curso de la historia contemporánea?

La historia, como dijo hace ya muchos años el padre Bartolomeo Sorge, es como un gran mosaico. Cada uno de los acontecimientos son las piezas que lo componen. Tomados uno por uno, nada dicen: no son otra cosa que hechos para la crónica. En cambio, leídos conjuntamente, componen un diseño que los trasciende y que desvela su sentido más recóndito: de crónica se convierten en historia. Se hace crónica cuando se escribe o se habla sobre el Papa polaco, sus orígenes familiares, sus episodios de juventud; etc. Se hace historia, en cambio, cuando, con mirada de fe, se comprende el papel que el Papa polaco, eslavo, ha tenido en el final del comunismo y en la superación de la división del mundo en bloques ideológicos. Es más que evidente que en este sentido el papel de Juan Pablo II ha sido absolutamente determinante, y desde este punto de vista se puede afirmar con toda legitimidad y verdad que Juan Pablo II ha cambiado el curso de la Historia Contemporánea o por lo menos ha contribuido más que nadie a cambiarlo, y a cambiarlo a mejor.

10. ¿Qué decían del Papa sus Cardenales?

El testimonio de estos tres cardenales bien pueden ser una pequeña muestra de cómo se sentían privilegiados de poder formar parte de este pontificado:

Para el Cardenal Martini, arzobispo emérito de Milán, “Juan Pablo II nunca se cansa de subrayar la centralidad del hombre que, en nuestra civilización, está amenazado por graves peligros. Su magisterio es garantía de llegar a la realización y culminación de aquel acontecimiento que marcó para siempre nuestro siglo: el Concilio Vaticano II”.

Para el Cardenal Antonio María Rouco, Arzobispo de Madrid, “Hoy podemos decir que todo lo que ha ocurrido en Europa Oriental no habría sucedido sin la presencia de este Papa. Hoy, que en la historia de Europa ha habido un viraje profundísimo, Juan Pablo II ha jugado -y juega en ello- un papel decisivo”.

Y para Cardenal Jean Marie Lustiger, Arzobispo de París, “Esta es la etapa más fecunda de su trayectoria pontificia, la de más proyección apostólica sobre este mundo dominado por inmensos sufrimientos. Ante este mundo a la deriva Juan Pablo II enarbola, con decisión y esperanza, la cruz de Cristo Salvador".

11. ¿Quién era Juan Pablo II para las mujeres más carismáticas de la Iglesia?

La Madre Teresa de Calcuta, que fue beatificada por Juan Pablo II, comentaba así la visita del Papa a Calcuta: “La gente decía: Dios ha venido a estar entre nosotros. El Papa ama a los pobres. En la India fue verdaderamente a la casa de los pobres y obligó a nuestro propio pueblo a abrir los ojos. El Papa es un don de Dios”.

Para Patti Mansfield, iniciadora en Estados Unidos de la experiencia de la Renovación Carismática en el seno de la Iglesia Católica, Juan Pablo II “es un tremendo regalo para la Iglesia y para el mundo por su santidad humana, su oración, su sufrimiento, su brillantez intelectual, su carisma para atraer a la gente hacia Dios, su atractivo para los jóvenes, su coraje para enfrentarse a los poderes de este mundo, su firme defensa de la vida humana y el énfasis que pone en transformar el poder en amor, su mensaje de esperanza en medio de tanto pesimismo”.

Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares, se fija sobre todo en que Juan Pablo II “tiene una enorme capacidad de amar de un modo personalizado. Y porque ama, es libre. Libre de esquemas preestablecidos, libre de abrazar a todos los hombres. Aquello que él hace, por medio de su ministerio, adquiere una dimensión tal, un peso tal, una influencia tal, que no se le puede comparar con ningún otro personaje contemporáneo”.

12. ¿Qué decían del Papa sus más cercanos colaboradores?

Cuenta así Joaquín Navarro Vals, director de la Sala Stampa del Vaticano, la oficina de prensa más prestigiosa del mundo, que cuando vio por primera vez un texto salido de la mano de Juan Pablo II comprobó que “en el ángulo superior derecho de cada página, antes de redactar el texto, escribe una invocación jaculatoria. Más adelante comprendí que esas jaculatorias de cada página componen el texto de una oración que se desgrana, con pocas palabras por página, a lo largo de los folios que en cada caso escribe. Así, el texto del documento o discurso, es una reflexión que se desvela en el contexto de una plegaria. Y por tanto, lo que escribe, es también oración: oración de la inteligencia. Escribir, para él, es adentrarse con el pensamiento en un tema mientras la inteligencia, simultáneamente, reza”.

Para el Cardenal Camarlengo, Eduardo Martínez Somalo, “El Santo Padre dirige la Iglesia con oración, con ascetismo, con caridad, con verdad, con humildad, con espíritu de colegialidad. El Papa vive entregado a la Iglesia y la dirige con amor apasionado y con una fidelidad inquebrantable a Cristo, y en Cristo y por Cristo, por el bien de todos los hombres a cuyo encuentro va no sólo en las audiencias romanas, sino en su peregrinar apostólico por el mundo como heraldo del Evangelio”.

13. Mikhail Gorbachov, Ex-presidente de la URSS. Premio Nobel de la Paz, habla de Juan Pablo II.

Su Santidad Juan Pablo II ha merecido el reconocimiento y el profundo respeto de miles y miles de personas, cosa que no me sorprende.

A partir del año 1989, en que lo conocí por primera vez, nos hemos visto en muchas ocasiones. Y en cada encuentro se reforzaba la convicción de que el Papa era un hombre de una gran inteligencia, con la conciencia pura y dotado de nobles propósitos. A Juan Pablo II lo han llamado a menudo el Gran Papa. No formo parte de la Iglesia, pero estoy plenamente de acuerdo…A Juan Pablo II se le ha visto a menudo como un gran político, y no podemos dejar de estar de acuerdo. Es más, probablemente él es el político más grande de la época contemporánea. La suya es una dirección política basada en la negación de la lógica de la violencia, en la lucha continua por las ideas de paz y de un nuevo orden mundial, verdaderamente pacífico y justo.

Quisiera añadir una consideración muy importante: Juan Pablo II es sobre todo un Hombre, un Hombre con mayúscula. Y él es el defensor del hombre, de toda la humanidad. El defensor de los derechos humanos sin hipocresía, un defensor sincero y perseverante…Él es un verdadero apóstol de humanismo.

14. Lech Walesa, Ex-presidente de la República de Polonia, habla de Juan Pablo II

Estoy seguro de que, entre todos los líderes de la historia, Su Santidad Juan Pablo II ocupa un lugar especial. No sólo porque es el jefe espiritual de muchos de miles de católicos, sino también porque es Vicario de Cristo.

En su primer viaje a Polonia, el Santo Padre nos dio tres sencillas indicaciones: "Vivid en la verdad", "No tengáis miedo", "Cambiad el rostro de esta tierra"… Aquella semilla plantada en la tierra polaca dio como fruto el nacimiento de los primeros sindicatos libres en un país comunista, y contribuyó, sucesivamente, a la libertad de Polonia, así como a la de toda la Europa del Este, con la caída más general del comunismo.

Alguien ha dicho que ésta ha sido la respuesta justa a la pregunta de Stalin, que había preguntado riéndose: "¿Cuántas divisiones militares tiene el Papa?". En efecto, no tenía ni una, per la "palabra que se convierte en sustancia ha sido capaz de cambiar el destino de países e imperios… Así, pues, si preguntáis quién es el autor de la independencia polaca y de la caída del Muro de Berlín y del imperio soviético, la respuesta es una sola: Juan Pablo II. Sin él todo esto no habría sucedido nunca. Él ha activado la reacción en cadena de la que somos testigos.

15. ¿Hablaba Juan Pablo II sólo para los católicos?

Todos hemos sentido alguna vez miedo. Cada día que nos levantamos, cuando encendemos la radio, solemos tener la duda, quizá la sospecha, de que la fecha esté marcada en el calendario en color de rojo. ¿Qué nos pasará hoy? ¿Qué habrá ocurrido en el mundo? ¿Y la amenaza de la guerra? ¿Y el hambre, el terrorismo, la violencia? Son sentimientos comunes a todos los hombres. Y, sin embargo, cuando el 22 de octubre de 1978, el recién elegido Juan Pablo II pronunció en la plaza de San Pedro aquella, hoy ya, famosa frase de “¡No tengáis miedo!” estaba haciendo una invitación a todos los hombres, a cada uno de nosotros, a no tener miedo. Era una invitación a pensar que los hombres, todo hombre y todos los hombres, hemos sido redimidos por Cristo. Como Juan Pablo II nos recordó en su primera encíclica, Redemptor Hominis, el poder de la Cruz de Cristo y de su resurrección es más grande que todo el mal que pueda hacer que el hombre tenga miedo. Juan Pablo II se dirigía al corazón atemorizado del hombre con el eco de las palabras del Maestro: No tengáis miedo.

16. ¿Hablaba Juan Pablo II sólo para los ricos, los poderosos, los que tienen cultura?

El lenguaje de Juan Pablo II era el lenguaje universal del corazón del hombre. Juan Pablo II no sólo hablaba a los jefes de las naciones, a los líderes del mundo. También lo hacía cuando se acercaba a un niño y le acariciaba; cuando abrazaba a un sacerdote anciano; o cuando miraba a los ojos de su interlocutor. Juan Pablo II nos recordaba, en cada uno de sus gestos, en cada una de sus palabras, que era testigo de la vida que era más fuerte que la muerte; que era testigo de Dios, que daba la vida porque es amor. El amor es patrimonio de todos los hombres. Para Dios, que es amor, no importa tener mucho o tener poco, saber mucho o saber poco. Lo que Dios quiere, y nos lo repetía constantemente Juan Pablo II, es que el hombre, todo el hombre y todos los hombres, conozcamos y amemos a Cristo, nuestro salvador. En su primera encíclica, Juan Pablo II nos dijo que la misión del cristiano es “revelar a Cristo al mundo, ayudar a todo hombre para que se encuentre a sí mismo en él, ayudar a las generaciones contemporáneas de nuestros hermanos y hermanas, pueblos, naciones, Estados, humanidad, países en vías de desarrollo y países de la opulencia, a todos, a conocer “las insondables riquezas de Cristo” porque éstas son para todo hombre y constituyen el bien de cada uno”.

17. ¿Qué les ha dicho Juan Pablo II a los niños?

Un día, Jesús, dijo “Dejad que los niños se acerquen a mí”. Juan Pablo II también ha repetido las palabras del Maestro: Dejad que los niños se acerquen a mí. El 13 de diciembre de 1994, el Papa escribió una deliciosa carta a los niños del mundo en la que les decía que “si es cierto que un niño es la alegría no sólo de sus padres, sino también de la Iglesia y de toda la sociedad, es cierto igualmente que en nuestros días muchos niños, por desgracia, sufren o son amenazados en varias partes del mundo: padecen hambre y miseria, mueren a causa de enfermedades y de la desnutrición, perecen víctimas de la guerra, son abandonados por sus padres o condenados a vivir sin hogar, privados del calor de una familia propia, soportan muchas formas de violencia y de abuso por parte de los adultos”. Juan Pablo II nos ha enseñado a los mayores, hablando a los niños, qué significa aquello que dijo Jesús: ¿Si no os hacéis como niños no entraréis en el reino de los cielos? Sólo quienes encuentran en Dios a un Padre; sólo los que están llenos de entrega confiada y son ricos en bondad y puros, son como niños. La mejor tarjeta de presentación para entrar en el reino de los cielos.

18. ¿Qué les ha dicho Juan Pablo II a los ancianos?

Cumplidos ya 79 años, un día, Juan Pablo II, cogió su pluma y se puso escribir una carta a los ancianos. La carta comenzaba así: “He sentido el deseo, siendo yo también anciano, de ponerme en diálogo con vosotros. Lo hago, ante todo, dando gracias a Dios por los dones y las oportunidades que hasta hoy me ha concedido en abundancia”. Más adelante, el Papa anciano nos recordaba a todos que “los ancianos ayudan a ver los acontecimientos terrenos con más sabiduría, porque las vicisitudes de la vida los han hecho expertos y maduros. Ellos son depositarios de la memoria colectiva y, por eso, intérpretes privilegiados del conjunto de ideales y valores comunes que rigen y guían la convivencia social. Excluirlos es como rechazar el pasado, en el cual hunde sus raíces el presente, en nombre de una modernidad sin memoria”. Y, al final, el Papa anciano invitaba a los ancianos del mundo a rezar con él: “Cuando venga el momento del “paso” definitivo, concédenos afrontarlo con ánimo sereno, sin pesadumbre por lo que dejemos. Porque al encontrarte a Ti, después de haberte buscado tanto, nos encontraremos con todo valor auténtico experimentado aquí en la tierra, junto a quienes nos han precedido en el signo de la fe y de la esperanza”.

19. ¿Qué les ha dicho el Papa a los jóvenes?

Los jóvenes estaban muy cerca del corazón del Papa, como estuvo el joven discípulo amado durante la última cena muy cerca del corazón de Jesús. Cada vez que Juan Pablo II se reunió con los jóvenes se repitió aquella escena del Evangelio en la que el Maestro respondió a la inquieta pregunta de un joven rico, después de mirarle fijamente a los ojos, y le dijo que para conseguir la vida eterna debía vender cuanto tenía, dárselo a los pobres y seguirle. Pero como nos cuentan los Evangelios, el joven rico se marchó triste. Juan Pablo II no quería que ningún joven del mundo se marchara triste a la vida diaria, después de haber cruzado su mirada con la suya. Muestra de ello es la carta a los jóvenes que el Papa firmó el 31 de marzo de 1985. En ella decía: “La Iglesia mira a los jóvenes; es más, la Iglesia de manera especial se mira a sí misma en los jóvenes, en todos vosotros y a la vez en cada una y en cada uno de vosotros. Así ha sido desde el principio, desde los tiempos apostólicos. Las palabras de san Juan en su Primera Carta pueden ser un singular testimonio: -decía san Juan- Os escribo, jóvenes, porque habéis vencido al Maligno. Os he escrito a vosotros, hijos míos, porque conocéis al Padre… Os he escrito, jóvenes, porque sois fuertes y la Palabra de Dios permanece en vosotros”.

20. ¿Qué les ha dicho el Papa a las mujeres?

El 4 de septiembre de 1995 se inauguró la Conferencia de Pekín sobre la mujer en el mundo. La Secretaria General de esa conferencia, la señora Gertrude Mongella, se había reunido meses antes con Juan Pablo II. Al término de la entrevista comentó que “si todo el mundo razonara como Juan Pablo II, no sería necesario celebrar conferencias de esta clase”. El 29 de junio de 1995, Juan Pablo II escribió una Carta a las mujeres en la que decía “la dignidad de la mujer ha sido ignorada con demasiada frecuencia y sus prerrogativas, tergiversadas. Se las ha relegado al margen de la sociedad y se las ha reducido a simples siervas, lo que ha conducido a un empobrecimiento espiritual de la humanidad”. Juan Pablo II ha explicado, como nadie, lo que es y significa “el genio femenino”, y nos ha recordado a todos que “el respeto por la mujer, el asombro por el misterio de la feminidad, y en fin, el amor esponsal de Dios mismo y de Cristo como se manifiesta en la Redención, son todos elementos de la fe y de la vida de la Iglesia que no han estado nunca completamente ausentes de Ella”. Juan Pablo II ha abierto las espuertas a una rica y fecunda teología de la mujer, que se fija en la Virgen María como inspiradora sin igual.

21. ¿Qué les ha dicho el Papa a las familias?

Cuando Juan Pablo II les hablaba a las familias, pensaba siempre en la Sagrada Familia de Nazaret. Cristo vino al mundo en el seno de una Familia. Y Cristo viene a cada una de nuestras familias en la medida en que son lo primero y los más importante para cada uno de nosotros, y, así, se cumple lo que afirma el Concilio Vaticano II, que Cristo “manifiesta plenamente el hombre al propio hombre”. Muchas han sido las ocasiones en las que Juan Pablo II se ha dirigido a las familias. Hay dos textos suyos de especial relevancia: la encíclica “Familiaris consortio” y la Carta a las Familias, con motivo del año internacional de las familias. En ambos textos, el Papa insiste en que no hay persona, ni sociedad, sin familia. La especial preocupación de la Iglesia, y el particular trabajo por la causa de la familia, no es más que un empeño por la dignidad del hombre, por la defensa del hombre en toda su integridad. La familia es la auténtica escuela de amor, de verdad, de caridad, de libertad y de generosidad. El futuro del hombre, de la humanidad, depende de la familia. “La Iglesia, ha escrito Juan Pablo II, conoce el camino por el que la familia puede llegar al fondo de su más íntima verdad. Este camino, que la Iglesia ha aprendido en la escuela de Cristo y en la de la historia no lo impone, sino que siente en sí la exigencia apremiante de proponerla a todos sin temor, con gran confianza y esperanza, aun sabiendo que la “buena nueva” conoce el lenguaje de la cruz”.

22. ¿Qué les ha dicho el Papa a los sacerdotes?

Es posible que la imagen de los sacerdotes en los medios de comunicación no esté muy bien tratada. Y, por tanto, sea difícil explicar hoy qué es un sacerdote. Sin embargo, si miramos a Juan Pablo II nuestras dudas se aclaran. El Papa era el gran párroco del mundo. Cada año, Juan Pablo II escribía a todos los sacerdotes una carta con motivo del Jueves Santo. El Papa comenzó a forjar su corazón y su inteligencia de padre y pastor desde el día de su ordenación sacerdotal. Fue su inicial ministerio la mejor escuela de caridad, de vida y de entrega a la Iglesia. Con motivo del cincuenta aniversario de su ordenación sacerdotal, escribió un precioso libro en el que contaba su vocación al sacerdocio. Y decía “si se analizan las aspiraciones del hombre contemporáneo en relación con el sacerdote, se verá que, en el fondo, hay en el mismo una sola y gran aspiración: tiene sed de Cristo. ¡Al sacerdote se le pide a Cristo! Y de él, el hombre contemporáneo, tiene derecho a esperarlo, ante todo mediante el anuncio de la Palabra”.

23. ¿Cuál era la mirada de Juan Pablo II sobre los interrogantes del hombre contemporáneo?

Ya en su primer saludo a la ciudad de Roma y al mundo, Juan Pablo II interpeló a los hombres y mujeres de nuestro tiempo con una exclamación que ha repetido después en numerosas ocasiones: “¡no tengáis miedo!, sólo Cristo conoce el corazón del hombre”. En la encíclica Redemptor Hóminis, que señala las líneas maestras de su pontificado, Juan Pablo II afirmaba que el hombre, con sus esperanzas, debilidades y temores, es el camino que debe recorrer la Iglesia. La tarea de la Iglesia es orientar la mirada y la conciencia del hombre hacia Cristo, el único que puede darle el sentido pleno de su existencia. En este sentido, el Papa no dejaba de recordar que no existe ningún otro interlocutor que esté a la altura de los deseos y las exigencias del corazón humano, sino Jesucristo.

¡Qué valor debe tener el hombre a los ojos del Creador, si ha merecido tener tan grande Redentor!, exclamaba Juan Pablo II en su primera Encíclica. En realidad el cristianismo es este profundo estupor respecto al valor y la dignidad del hombre.

24. ¿Qué lugar ocupaba la defensa y promoción de la vida, en el Magisterio de Juan Pablo II?

Consciente de las especiales dificultades de la cultura contemporánea para reconocer el significado y valor de la vida humana en toda su plenitud, Juan Pablo II colocaba “el Evangelio de la vida” en el centro de su magisterio. La encíclica Evangelium Vitae, es una bellísima exposición del valor sagrado e inviolable de toda vida humana, desde su inicio y hasta su término. Sobre este valor se fundamentan, advertía el Papa, la convivencia humana y la misma comunidad política.

No ha faltado en sus intervenciones, la denuncia de las amenazas que se ciernen sobre la vida humana: el aborto, la eutanasia y la manipulación de embriones; también el terrorismo y la explotación económica que condena al hambre a poblaciones enteras.

Juan Pablo II observaba una especie de eclipse del valor de la vida en nuestra cultura contemporánea, y por eso pedía a todos los miembros de la Iglesia, que ofrezcan nuevos signos de esperanza para edificar una civilización de la verdad y del amor.

25. ¿Por qué consideraba Juan Pablo II a las familias una esperanza firme para el futuro de la humanidad?

El Papa ha dedicado una parte importante de su predicación a explicar el profundo misterio de la unión conyugal, así como la vida de la familia que nace de ella. El ser humano no fue creado para la soledad, sino para la comunión, y ésta se realiza de un modo singular en la relación entre un hombre y una mujer que deciden unir sus existencias en un único proyecto de vida. Juan Pablo II observaba que a pesar de las dificultades, Jesús no dejó de afirmar el designio originario de Dios sobre el matrimonio: un amor incondicional, indisoluble y abierto a la vida. Como pastor cercano, el Papa no desconocía las dificultades y los dramas en la vida de las familias, pero también sabía que Jesús proporciona a los esposos, a través del sacramento, la gracia necesaria para superarlas. Las familias cristianas están llamadas a ofrecer un testimonio de caridad y acogida, convirtiéndose así en protagonistas de la misión de la Iglesia.

26. ¿Cómo entendía Juan Pablo II la relación entre la fe y la razón humana?

Para Juan Pablo II la fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Por una parte, en el hombre alienta el deseo de conocer la verdad de sí mismo, de la realidad entera y de su Misterio último, que es Dios. Por otra, Dios mismo ha querido revelarse en términos comprensibles, a través de las palabras y los gestos de Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre. En su encíclica Fides et Ratio, Juan Pablo II muestra el drama de la separación entre fe y razón, porque si la razón del hombre se ve privada de la Revelación, se vuelve presuntuosa o tiende a renunciar a su meta final; y si la fe ignora la razón, corre el peligro de verse reducida a mito o superstición.

Por eso ha pedido a los filósofos y científicos una nueva apertura al anuncio cristiano, y a los teólogos, un renovado empeño para expresar la fe en el contexto cultural de nuestro tiempo.

27. ¿Qué novedad aportaba el magisterio de Juan Pablo II sobre el trabajo humano?

La experiencia personal del mundo del trabajo que Karol Wojtyla llevó consigo a la Sede de Pedro, le ha permitido elaborar un magisterio especialmente rico y original sobre esta materia. De hecho, Juan Pablo II fue el primer Papa de la historia que ha dedicado toda una Encíclica al trabajo humano, la Laborem Exercens. En ella afirmaba que el trabajo es la clave esencial de toda la cuestión social. Especialmente sugestiva es la presentación que hacía en este documento de la dimensión subjetiva del trabajo: el sujeto del trabajo es el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, que ha recibido el encargo de “dominar la tierra”. Por eso el hombre, mediante su trabajo, participa en la tarea de la creación, y al mismo tiempo se realiza en su humanidad. El Papa recordaba con fuerza la prioridad del trabajo humano sobre el capital, y subrayaba la solidaridad como nota distintiva de la verdadera experiencia del trabajo vivida en común. En sus numerosos viajes, no ha dejado de alzar la voz en defensa de condiciones laborales más justas para los trabajadores.

28. ¿De qué forma ha afrontado Juan Pablo II la relación entre la Iglesia Católica y el judaísmo?

Movido por su propia experiencia y sensibilidad personales, Juan Pablo II ha hecho avanzar con determinación el diálogo de la Iglesia católica con el mundo judío. Quedan para la historia su visita a la Sinagoga de Roma, en la que se dirigió a los judíos como “nuestros hermanos mayores”; su discurso en el museo del Holocausto de Jerusalén, donde afirmó que sólo una ideología sin Dios podía llevar a cabo el exterminio de un pueblo entero; y su oración en el Muro de las Lamentaciones, donde pidió perdón a Dios por cuantos en la historia han causado sufrimiento a los hijos de Abraham. Bajo su impulso se publicó una reflexión sobre la tragedia de la Shoá, en la que la Iglesia expresa el deseo de construir un futuro nuevo en el que no existan sentimientos anti judíos entre los cristianos, ni sentimientos anticristianos entre los judíos, sino el respeto mutuo exigido entre quienes adoran al único Creador y Señor, y consideran a Abraham su padre común en la fe.

29. ¿Cuáles eran para Juan Pablo II las claves para establecer una paz justa y duradera en el mundo?

Los pilares de la paz verdadera son la justicia y esa forma particular del amor que es el perdón, afirmó el Papa pocos meses después de la tragedia del Once de Septiembre. Recogiendo la idea de San Agustín, Juan Pablo II definía la paz como “la tranquilidad del orden”, que es mucho más que la ausencia de hostilidades: es el orden establecido por Dios, que tiene en su centro la dignidad inviolable de cada persona. Consciente de los numerosos conflictos que afligen a nuestro mundo, Juan Pablo II advertía que la verdadera paz requiere sanar las heridas abiertas en las relaciones entre personas y comunidades, y para eso son necesarias la justicia y el perdón. Por un lado, la justicia es una virtud moral y una garantía legal que vela sobre el pleno respeto de los derechos y los deberes de todos. Pero el Papa advertía con sabiduría que la justicia humana es siempre frágil e imperfecta, por lo que debe completarse con el perdón, que cura las heridas y restablece en profundidad las relaciones humanas truncadas.

30. ¿Qué le ha impulsado a Juan Pablo II a realizar tantos viajes apostólicos?

Fue Jesús quien encomendó a los apóstoles la misión de ir por el mundo para predicar el Evangelio. Evangelizar, comunicar la Buena Nueva por todos los rincones del planeta… San Pablo en su carta a los romanos escribió con poético realismo: "Qué hermosos son los pies de aquellos que van proclamando el esperanzador anuncio de la paz"… Juan Pablo II siguiendo la voluntad de Cristo y con el entusiasmo de Pablo, pocos días después del inicio del pontificado, dejó claro que su pontificado sería itinerante. El telón de fondo del papado no solo sería la cúpula y la plaza de San Pedro, serían también rascacielos, aldeas perdidas, campos y ciudades de los cinco continentes. Desde el primer momento sus palabras no dejaron lugar a dudas: "Quiero acercarme a todos, a los que rezan y donde rezan… Al beduino en la estepa, a la carmelita o al monje cisterciense en sus conventos; al enfermo en su lecho de sufrimiento, al oprimido, a los humillados… a todos y por doquier. Desearía traspasar el umbral de todas las casas…He decidido viajar hasta los extremos confines de la tierra". A los periodistas, en uno de los vuelos nos dirá: "Cada día recorro en la oración una geografía espiritual… Mi espiritualidad es un poco geográfica".

31. ¿Cuáles eran los objetivos de los viajes del Papa?

Al regresar de una de las visitas a África, Juan Pablo II explicó que se consideraba el párroco del mundo: "Hasta ahora los feligreses se acercaban a la parroquia, ahora es el párroco quién debe ir entre las gentes". Confirmar a los hermanos en la fe es la razón principal de "estas peregrinaciones al santuario viviente del pueblo de Dios". Tres meses después de su elección a la cátedra de Pedro, en su primer viaje pastoral a Méjico, para presidir en Pueblo de los Ángeles la tercera conferencia del episcopado latinoamericano, en la escala de Santo Domingo le preguntamos al papa: "¿hacia dónde iba el pontificado de Juan Pablo II? y contestó sin dudarlo "Hacia adelante, en busca y en defensa del hombre y con el Evangelio en la mano". Al regresar a Roma una semana más tarde, el primero de febrero de 1979, dirá: "He rezado por un mundo más pacífico, más justo y más humano". Confirmar y alentar a los hermanos en la fe era la principal razón de los viajes de Juan Pablo II. No importa que sean pocos, como en Azerbayan donde la comunidad católica apenas son 130 miembros. El Papa iba para asegurarles que él estaba con ellos; que la Iglesia no les abandona.

32. ¿Qué mensaje lanzó Juan Pablo II desde la sede de las Naciones Unidas en 1995?

El Papa ante la Asamblea general de la ONU, planteó la necesidad de elaborar una Carta Internacional de los derechos de los pueblos, una Carta Magna, como medio siglo antes, fue la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Desde la tribuna de los oradores, en el palacio de cristal, acusó a los "nacionalismos exclusivos de causar una pesadilla de violencia". Hizo referencia "a los derechos de las naciones" como "complemento imprescindible de los derechos humanos y señaló que solo con la transformación cualitativa de este esperanzador foro mundial, identificado con la paz "se podrá -dijo el Papa- acabar también con la guerra fría. Les animó a superar los miedos y construir una civilización basada en la solidaridad. Pronunció un mensaje apasionado que concluyó con un vehemente anhelo: "Con la ayuda de Dios podemos construir una verdadera cultura de la libertad. Podemos y ¡debemos hacerlo!" y haciéndolo, nos daremos cuenta de que las lagrimas del siglo XX han preparado el terreno para una nueva primavera del espíritu humano". De pie, los cientos de delegados acogieron el discurso papal con quince minutos de aplausos.

33. ¿Cuál ha sido el viaje para Juan Pablo II con mayor significado?

Sin duda, el viaje a la Tierra de Cristo… a Tierra Santa. Más que un viaje una peregrinación a los lugares donde nació Jesús -Belén- a Nazaret donde vivió con sus padres… a Galilea por donde fue predicando el Evangelio, a Jerusalén donde Cristo sufre la Pasión, Muerte y Resucitará para darnos la Vida Eterna. Era el sueño de un pontificado itinerante que logrará hacerse realidad el 20 de marzo del 2000. Ese día el sucesor de Pedro hizo el camino inverso al apóstol. Desde la Ciudad Eterna a la Ciudad Santa. Una semana más tarde, Juan Pablo II se despidió de Jerusalén, subiendo al Gólgota y besando la piedra del sepulcro en la Basílica del Santo Sepulcro, pero antes había rezado en el Monte de los Olivos y celebrado la Eucaristía en el Cenáculo.

Visitó al Gran Mufti junto a la mezquita de Albutar y a los hebreos les rindió un homenaje visitando el Museo del Holocausto y en el Muro de las Lamentaciones, dejó escrito la petición de perdón por el daño que la Iglesia Católica ha podido hacer al pueblo judío. A los unos y a los otros, les pidió "trabajar juntos y unidos, en favor de la reconciliación y la paz; y cerrar con determinación las heridas del pasado".

34. ¿Qué esperaba el Papa de los jóvenes del tercer milenio?

En el discurso del Papa a los jóvenes en el Monte del Gozo en Santiago de Compostela, les dijo expresamente:” No tengáis miedo a ser santos...” El Papa invitaba a los jóvenes a ser heraldos del Evangelio, mensajeros del amor, testigos valientes de Cristo que no tengan miedo a proclamar con su vida que hoy Cristo, sigue viviendo en medio de nosotros. Les invita a que sean mensajeros de verdad, para ser testigos en el mundo, sobre todo ante sus compañeros de viaje, los jóvenes, que buscan el camino, la verdad, y la vida... “Ha llegado la hora de la nueva evangelización”, y a ello invitaba con fuerza el Papa... porque hoy más que nunca el mundo necesita de ti, de mí, de todos, para proclamar con fuerza el mensaje del Evangelio: que sólo el amor podrá hacer arder al mundo.

35. El Papa trabajando por la paz ¿qué les pedía a los jóvenes constructores de paz?

Nadie pone en duda la situación por la que está atravesando el mundo, ni los esfuerzos que hizo el Papa porque la Paz sea una realidad, y no una utopía. Pero el Papa, siempre ha sido el heraldo de la paz, y en el mensaje que transmitió a los jóvenes en Santiago en el año 1989 les dijo: “...Queridos jóvenes, la expectativa que la humanidad va cultivando entre tanta injusticia y sufrimiento, es la nueva evangelización marcada por la libertad y la paz. Los jóvenes, según palabras del Papa, son los constructores que, guiados por la fuerza del amor, para edificar en la ciudad del hombre, la ciudad de Dios. Y les dice que son el futuro, son el mañana, colaboradores con Dios en la edificación de la civilización del amor. Y atendiendo a las palabras del Papa, nosotros, jóvenes del tercer milenio, hemos de ser testigos de ese mensaje de paz y amor que brota de un Cristo que hoy nos sigue animando a construir un mundo mejor... pero solo podremos conseguirlo, si en nuestro entorno más cercano somos capaces de construir y transmitir esa paz. Sólo así, haremos posible que ese mundo más justo, ese sueño de un mundo en paz se haga realidad.

36. ¿Que decía el Papa a los jóvenes novios y matrimonios en un mundo en el que la familia está siendo atacada?

Con ocasión del encuentro del Papa con los jóvenes en el estadio Santiago Bernabéu en su primera visita a España, dirigiéndose a los jóvenes les dijo: “Jóvenes que me escucháis... Cristo desea enseñaros la maravillosa riqueza del amor conyugal. Dejad que sea Él quien hable a vuestro corazón. No huyáis de Él. Tiene algo importante que deciros para el futuro de vuestro amor...” Invitaba a los jóvenes a que se esfuercen por descubrir la verdadera dimensión del amor, dejando de lado lo que el mundo quiere venderles. Los jóvenes han de hacer que el amor vuelva a su fuente: Cristo, siendo testigos de la verdad, del amor... única verdad digna de seres humanos, llamados a formar parte de la familia de Dios...

37. ¿Que decía el Papa a los jóvenes que sienten la llamada del Señor a la vida consagrada?

En el discurso que el Papa dirigió a los jóvenes en Santiago de Compostela, allá por el año 1989, les dijo: “...Mis amados jóvenes, ¡no tengáis miedo de responder con generosidad a la llamada del Señor! ¡Que vuestra fe brille ante el mundo! ¡Que vuestras acciones muestren vuestro compromiso derivado del mensaje de salvación del Evangelio...! ¡... Mis queridos jóvenes de todos los continentes, ¡no tengáis miedo de ser los santos del nuevo milenio! Sed contemplativos y amantes de la oración, coherentes con vuestra fe y generosos en el servicio a los demás... escuchadme, responded al Señor con corazón fuerte y generoso...” Hoy, los jóvenes del tercer milenio siguen respondiendo con generosidad a la llamada del Señor que les invita a seguirle... jóvenes testigos y testimonios vivos para el mundo... jóvenes que nos siguen demostrando que merece la pena entregar una vida por el Reino.

38. ¿Qué decía el Papa a los jóvenes que quieren comprometerse en el mundo?

En el discurso que el Papa dirigió a los jóvenes en su alocución de bienvenida en el Exhibition Place de Toronto el pasado año, dirigiéndose entusiasmado a los miles de jóvenes congregados les dijo: “...Queridos jóvenes, cuando, sabéis ser dignamente sencillos en un mundo que paga cualquier precio al poder; cuando sois limpios de corazón entre quien juzga sólo en términos de sexo, de apariencia o hipocresía; cuando construís la paz en un mundo de violencia y de guerra; cuando lucháis por la justicia ante la explotación del hombre por el hombre o de una nación por la otra; cuando con la misericordia generosa no buscáis la venganza; sino que llegáis a amar al enemigo; cuando en medio del dolor y las dificultades no perdéis la esperanza y la constancia en el bien, apoyados en el consuelo y ejemplo de Cristo y en el amor al hombre hermano. Entonces os convertís en transformadores eficaces y radicales del mundo y en constructores de la nueva civilización del amor, de la verdad, de la justicia, que Cristo trae como mensaje...no tengáis miedo, Cristo está con vosotros...”

39. ¿Qué decía el Papa a los jóvenes sobre la felicidad?

En Toronto, durante la vigilia de oración en Downsview con los jóvenes, muy ilusionado les dijo: “... El espíritu del mundo ofrece muchos espejismos, muchas parodias de la felicidad. Quizá no haya tiniebla más densa que la que se introduce en el alma de los jóvenes cuando falsos profetas apagan en ellos la luz de la fe, de la esperanza y del amor. El engaño más grande, la mayor fuente de infelicidad es el espejismo de encontrar la vida prescindiendo de Dios, de alcanzar la libertad excluyendo las verdades morales y la responsabilidad personal. Jesús os invita a elegir entre estas dos voces...” Y esa es la clave de la felicidad, un hombre, un nombre que todo lo llena: Cristo Jesús que tiene palabras de vida eterna.

40. ¿Cómo pueden ser los jóvenes luz en un mundo rodeado por las sombras de la noche?

En el mensaje que el Papa dirigió a los jóvenes el Domingo de Ramos del año 2002 en Roma, les invitó a ser “los centinelas de la mañana”. Y siguió haciendo una llamada a ser testigos de la luz allá donde cada joven se encuentre, siendo mensajeros del Reino en el mundo, siendo sal para la tierra, y luz para un mundo que agoniza en medio de la oscuridad de la noche. Les invitó a que no se presten a ser instrumentos de violencia y destrucción, que defiendan la paz, incluso a costa de la propia vida si fuera necesario. Que no se conformen con un mundo en el que muchos seres humanos se mueren de hambre, que no tienen trabajo... defensores de la vida en cada momento de su desarrollo, y que se esfuercen en construir un mundo más habitable para todos.


Cortesía: Arquidiócesis de Madrid

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