sábado, 25 de julio de 2015

Oración del Médico

Señor Jesús, Médico divino, que en tu vida terrena tuviste predilección por los que sufren y encomendaste a tus discípulos el ministerio de la curación, haz que estemos siempre dispuestos a aliviar los sufrimientos de nuestros hermanos.

Señor, haznos buenos samaritanos, dispuestos a acoger, curar y consolar a todos aquellos con quienes nos encontramos en nuestro trabajo.

A ejemplo de los médicos santos que nos han precedido, ayúdanos a dar nuestra generosa aportación para renovar constantemente las instituciones sanitarias. Bendice nuestro estudio y nuestra profesión. Ilumina nuestra investigación y nuestra enseñanza.

Por último, concédenos que, habiendo amado y servido constantemente en nuestros hermanos enfermos, al final de nuestra peregrinación terrena podamos contemplar el gozo del encuentro contigo, en tu reino de alegría y paz infinita. Amén.

San Juan Pablo II

jueves, 9 de julio de 2015

Consagración de San Juan Pablo II a la Virgen de Chiquinquirá

1. ¡Dios te salve, María!
Te saludamos con el Angel: Llena de gracia.
El Señor está contigo (cf. Lc 1, 28).
Te saludamos con Isabel: ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¡Feliz porque has creído a las promesas divinas! (cf. Lc 12, 27).

2. ¡Tú eres la llena de gracia!
Te alabamos, Hija predilecta del Padre.
Te bendecimos, Madre del Verbo divino.
Te veneramos, Sagrario del Espíritu Santo.
Te invocamos, Madre y Modelo de toda la Iglesia.
Te contemplamos, imagen realizada de la esperanza de toda la humanidad.

3. ¡El Señor está contigo!
Tú eres la Virgen de la Anunciación, el Sí de la humanidad entera, el misterio de la salvación.
Tú eres la Hija de Sión y el Arca de la nueva Alianza en el misterio de la visitación.
Tú eres la Madre de Jesús, nacido en Belén, la que lo mostraste a los sencillos pastores y a los sabios de Oriente.
Tú eres la Madre que ofrece a su Hijo en el templo, lo acompaña hasta Egipto, lo conduce a Nazaret.
Virgen de los caminos de Jesús, de la vida oculta y del milagro de Caná.
Madre Dolorosa del Calvario y Virgen gozosa de la Resurrección.
Tú eres la Madre de los discípulos de Jesús en la espera y en el gozo de Pentecostés.

4. Bendita...
porque creíste en la palabra del Señor,
porque esperaste en sus promesas,
porque fuiste perfecta en el amor.
Bendita por tu caridad premurosa con Isabel,
por tu bondad materna en Belén,
por tu fortaleza en la persecución,
por tu perseverancia en la búsqueda de Jesús en el templo,
por tu vida sencilla en Nazaret,
por tu intercesión en Caná,
por tu presencia maternal junto a la cruz,
por tu fidelidad en la espera de la resurrección,
por tu oración asidua en Pentecostés.
Bendita eres por la gloria de tu Asunción a los cielos
por tu materna protección sobre la Iglesia,
por tu constante intercesión por toda la humanidad.

5. ¡Santa María, Madre de Dios!
Queremos consagrarnos a Ti.
Porque eres Madre de Dios y Madre nuestra.
Porque tu Hijo Jesús nos confió a todos a Ti.
Porque has querido ser Madre de esta Iglesia de Colombia y has puesto aquí en Chiquinquirá tu santuario.
Nos consagramos a Ti todos los que hemos venido a visitarte en esta celebración solemne de los cuatrocientos años de la renovación de tu imagen.
Te consagro toda la Iglesia de Colombia, con sus Pastores y sus fieles:
Los obispos, que a imitación del Buen Pastor velan por el pueblo que les ha sido encomendado.
Los sacerdotes, que han sido ungidos con el Espíritu
Los religiosos y religiosas, que ofrendan su vida por el reino de Cristo.
Los seminaristas, que han acogido la llamada del Señor.
Los esposos cristianos en la unidad e indisolubilidad de su amor con sus familias.
Los seglares comprometidos en el apostolado.
Los jóvenes que anhelan una sociedad nueva.
Los niños que merecen un mundo más pacífico y humano.
Los enfermos, los pobres, los encarcelados, los perseguidos, los huérfanos, los desesperados, los moribundos.
Te consagro toda esta nación de Colombia de la que eres, Virgen de Chiquinquirá, Patrona y Reina.
Que resplandezcan en sus instituciones los valores del Evangelio.

6. ¡Ruega por nosotros pecadores!
Madre de la iglesia, bajo tu patrocinio nos acogemos y a tu inspiración nos encomendamos.
Te pedimos por la Iglesia de Colombia, para que sea fiel en al pureza de la fe, en la firmeza de la esperanza, en el fuego de la caridad, en la disponibilidad apostólica y misionera, en el compromiso de promover la justicia y la paz entre los hijos de esta tierra bendita.
Te suplicamos que toda la Iglesia de Latinoamérica se mantenga siempre en perfecta comunión de fe y de amor, unida a la Sede de Pedro con estrechos vínculos de obediencia y de caridad.
Te encomendamos la fecundidad de la nueva evangelización, la fidelidad en el amor de preferencia por los pobres y la formación cristiana de los jóvenes, el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, la generosidad de los que se consagran a la misión, la unidad y la santidad de todas las familias.

7. "Ahora y en la hora de nuestra muerte"
¡Virgen del Rosario, Reina de Colombia, Madre nuestra! Ruega por nosotros ahora.
Concédenos el don inestimable de la paz, la superación de todos los odios y rencores, la reconciliación de todos los hermanos.
Que cese la violencia y la guerrilla.
Que progrese y se consolide el diálogo y se inaugure una convivencia pacífica.
Que se abran nuevos caminos de justicia y de prosperidad.
Te lo pedimos a Ti a quien invocamos como Reina de la Paz.
¡Ahora y en la hora de nuestra muerte!
Te encomendamos a todas las víctimas de la injusticia y de la violencia, a todos los que han muerto en las catástrofes naturales, a todos los que en la hora de la muerte acuden a Ti como Madre y Patrona.
Sé para todos nosotros, Puerta del Cielo, vida, dulzura y esperanza, para que juntos podamos contigo glorificar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
¡Amen!
Nuestra Señora de Chiquinquirá, 
es la Patrona de Colombia, 
y su fiesta se celebra el 9 de Julio.       

jueves, 2 de julio de 2015

Oración por los amigos que sufren

Padre misericordioso, Señor de la vida y de la muerte. Nuestro destino está en tus manos.
Míranos con bondad y guía nuestra existencia con tu providencia, llena de sabiduría y amor.
Reanima en nosotros, Señor, la luz de la fe para que aceptemos el misterio de este intenso dolor y para que creamos que tu amor es más fuerte que la muerte.
Mira Señor con bondad la aflicción de quienes lloran la muerte de personas queridas: hijas, padres, hermanos, parientes, amigos.
Que sientan la presencia de cristo que consoló a la viuda de Naím y a las hermanas de Lázaro, pues Él es la resurrección y la vida.
Que encuentren el consuelo del Espíritu, la riqueza de tu amor y la esperanza de tu providencia, que abre senderos de renovación espiritual y asegura a quienes le aman, un futuro mejor.
Ayúdanos a comprender, en este misterio del dolor, que somos peregrinos en la tierra, que debemos estar siempre preparados, porque la muerte puede llegar imprevistamente.
Recuérdanos que debemos sembrar en la tierra lo que recogeremos multiplicado en la gloria, para que vivamos mirándote siempre a ti.
Padre y juez de vivos y muertos, que al final nos juzgarás con amor. Te damos gracias, Padre, porque en la fe el dolor nos acerca más a ti y en él crece la fraternidad y la solidaridad de todos los que abren su corazón al prójimo necesitado. Amén.
San Juan Pablo II