Señor Jesús, Médico divino, que en tu
vida terrena tuviste predilección por los que sufren y encomendaste a tus
discípulos el ministerio de la curación, haz que estemos siempre dispuestos a
aliviar los sufrimientos de nuestros hermanos.
Señor, haznos buenos samaritanos,
dispuestos a acoger, curar y consolar a todos aquellos con quienes nos
encontramos en nuestro trabajo.
A ejemplo de los médicos santos que nos
han precedido, ayúdanos a dar nuestra generosa aportación para renovar
constantemente las instituciones sanitarias. Bendice nuestro estudio y nuestra
profesión. Ilumina nuestra investigación y nuestra enseñanza.
Por último, concédenos que, habiendo
amado y servido constantemente en nuestros hermanos enfermos, al final de
nuestra peregrinación terrena podamos contemplar el gozo del encuentro contigo,
en tu reino de alegría y paz infinita. Amén.
San Juan Pablo II
No hay comentarios:
Publicar un comentario