domingo, 25 de septiembre de 2011

Virgen del Rosario de San Nicolás

«Oh Rosario bendito de María, dulce cadena que nos une con Dios, vínculo de amor que nos une a los Ángeles, torre de salvación contra los asaltos del infierno, puerto seguro en el común naufragio, no te dejaremos jamás. Tú serás nuestro consuelo en la hora de la agonía. Para Ti el último beso de la vida que se apaga. Y el último susurro de nuestros labios será tu suave Nombre, oh Reina del Rosario de Pompeya, oh Madre nuestra querida, oh Refugio de los pecadores, oh Soberana consoladora de los tristes. Que seas bendita por doquier, hoy y siempre, en la tierra y en el Cielo» (Beato Juan Pablo II, octubre 2002)


"...La primera parte del Ave María, tomada de las palabras dirigidas a María por el ángel Gabriel y por Santa Isabel, es contemplación adorante del misterio que se realiza en la Virgen de Nazaret. Expresan, por así decir, la admiración del Cielo y de la tierra y, en cierto sentido, dejan entrever la complacencia de Dios mismo al ver su obra maestra –la Encarnación del Hijo en el Seno virginal de María–, análogamente a la mirada de aprobación del Génesis (cf. Gn 1, 31), aquel «pathos con el que Dios, en el alba de la creación, contempló la obra de sus manos». Repetir el Ave María nos acerca a la complacencia de Dios: es júbilo, asombro, reconocimiento del milagro más grande de la historia. Es el cumplimiento de la profecía de María: «Desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada» (Lc1, 48).

El centro del Ave María, casi como engarce entre la primera y la segunda parte, es el Nombre de Jesús. A veces, en el rezo apresurado, no se percibe este aspecto central y tampoco la relación con el misterio de Cristo que se está contemplando. Pero es precisamente el relieve que se da al Nombre de Jesús y a su misterio lo que caracteriza una recitación consciente y fructuosa del Santo Rosario (...) Expresa con intensidad la fe Cristológica, aplicada a los diversos momentos de la Vida del Redentor. Es profesión de fe y, al mismo tiempo, ayuda a mantener atenta la meditación, permitiendo vivir la función asimiladora, innata en la repetición del Ave María, respecto al misterio de Cristo. Repetir el Nombre de Jesús –el único Nombre del cual podemos esperar la salvación (cf. Hch 4, 12)– junto con el de su Madre Santísima, y como dejando que Ella misma nos lo sugiera, es un modo de asimilación, que aspira a hacernos entrar cada vez más profundamente en la Vida de Cristo.

De la especial relación con Cristo, que hace de María la Madre de Dios, la Theotòkos, deriva, además, la fuerza de la súplica con la que nos dirigimos a Ella en la segunda parte del Ave María, confiando a su materna intercesión nuestra vida y la hora de nuestra muerte..."  

Beato Juan Pablo II
Rosarium Virginis Mariae, 33
.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Estas cosas conmovían a Juan Pablo II


Muchísimas veces a lo largo de su pontificado, Juan Pablo II se expresó de manera categórica contra las condiciones de miseria extrema en que viven millones de hermanos nuestros en el mundo. 
.
Él fue un constante defensor de la dignidad de todas las personas, del derecho de los niños por nacer, de los derechos de la mujer, de la justa distribución de la riqueza en todos los países. Él siempre se pronunció contra la guerra, contra la marginación, contra toda forma de discriminación o explotación. Él defendió personalmente en los tiempos de su juventud a los polacos y judíos que eran perseguidos por el nazismo. Él siempre nos recordó que todos somos hijos de Dios y hermanos en Cristo. Él siempre se conmovió profundamente con el dolor de los seres humanos sin distinción de raza, edad ni religión.

Por eso, hoy, Juan Pablo II, nos pediría a todos que nos comprometamos para que cosas como las que se ven en este video y que son crudamente ciertas, no sigan sucediendo en el mundo. 
.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Juan Pablo II a Nuestra Señora de los Dolores

"Oh María, Tú que has recorrido el Camino de la Cruz junto con Tu Hijo, quebrantada por el dolor en Tu Corazón de Madre, pero recordando siempre el "fiat" e íntimamente confiada en que Aquél para quien nada es imposible cumpliría sus promesas. Suplica para nosotros y para los hombres de las generaciones futuras la gracia del abandono en el Amor de Dios. Haz que ante el sufrimiento, el rechazo y la prueba, por dura y larga que sea, jamás dudemos de su Amor.A Jesús, tu Hijo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén." 
(Beato Juan Pablo II)

Hoy, 15 de septiembre en el calendario litúrgico se celebra la memoria de los dolores de la Santísima Virgen María. Esta fiesta fue precedida por la de la Exaltación de la Santa Cruz que celebramos ayer.
.
¡Qué desconcertante es el misterio de la Cruz! Después de haber meditado largamente en él San Pablo escribió a los cristianos de Galacia "En cuanto a mí, ¡Dios me libre de gloriarme si no es en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo" (Ga 6, 14).

También la Santísima Virgen podría haber repetido —¡y con mayor verdad!— esas mismas palabras. Contemplando a su Hijo moribundo en el Calvario había comprendido que la "gloria" de su maternidad divina alcanzaba en aquel momento su ápice, participando directamente en la obra de la Redención. Además, había comprendido que a partir de aquel momento el dolor humano, hecho suyo por el Hijo Crucificado, adquiría un valor inestimable.

Hoy, por tanto, la Virgen de los Dolores, firme junto a la Cruz, con la elocuencia muda del ejemplo, nos habla del significado del sufrimiento en el Plan Divino de la Redención.

Ella fue la primera que supo y quiso participar en el misterio salvífico "asociándose con entrañas de madre a su sacrificio consintiendo amorosamente en la inmolación de la víctima que Ella misma había engendrado" (Lumen gentium 58). Íntimamente enriquecida por esta experiencia inefable, se acerca a quien sufre, lo toma de la mano y lo invita a subir con Ella al Calvario y a detenerse ante el Crucificado.

En aquel cuerpo martirizado está la única respuesta convincente para las preguntas que se elevan imperiosamente desde el corazón. Y con la respuesta se recibe también la fuerza necesaria para desempeñar el propio papel en la lucha que —como escribí en la carta apostólica Salvifici doloris— opone las fuerzas del bien a las del mal (cf. n. 27). Y agregué: "Los que participan en los sufrimientos de Cristo conservan en sus sufrimientos una especialísima partícula del tesoro infinito de la redención del mundo, y pueden compartir este tesoro con los demás" (ib.)

Pidamos a la Virgen de los Dolores que alimente en nosotros la firmeza de la fe y el ardor de la caridad, de forma que llevemos con valor nuestra cruz cada día (cf. Lc 9, 23) y así participemos eficazmente en la obra de la redención. "Fac ut ardeat cor meum", "¡haz que, amando a Cristo, se inflame mi corazón, para que pueda agradarle!"  Amén.

Juan Pablo II
15 de septiembre de 1991
.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Juan Pablo II a Nuestra Señora de Coromoto

Guanare, 10 de febrero de 1996

Virgen y Madre nuestra de Coromoto, que siempre has preservado la fe del pueblo venezolano. En tus manos pongo sus alegrías y esperanzas, las tristezas y sufrimientos de todos tus hijos. Implora sobre los Obispos y Presbíteros los dones del Espíritu, para que, fieles a sus promesas sacerdotales, sean infatigables mensajeros de la Buena Nueva, especialmente entre los más pobres y necesitados. Infunde en los religiosos y religiosas el ejemplo de tu entrega total a Dios, para que en el servicio abnegado a los hermanos los acompañe en sus trabajos y necesidades. Madre de la Iglesia, alienta a los fieles laicos, comprometidos con la Nueva Evangelización, para que, con la promoción humana y la evangelización de la cultura, sean auténticos apóstoles en el Tercer Milenio. Protege a todas las familias venezolanas, para que sean verdaderas Iglesias domésticas, donde se custodie el tesoro de la fe y de la vida, donde se enseñe y se practique siempre la caridad fraterna. Ayuda a los católicos a ser sal y luz para los demás, como auténticos testigos de Cristo, presencia salvadora del Señor, fuente de paz, de alegría, de esperanza. Reina y Madre Santa de Coromoto, ilumina a quienes rigen los destinos de Venezuela, para que trabajen por el progreso de todos, salvaguardando los valores morales y sociales cristianos. Ayuda a todos y cada uno de tus hijos e hijas, para que, con Cristo Nuestro Señor y Hermano, caminen juntos hacia el Padre, en la unidad del Espíritu Santo.
Amén.
Juan Pablo II
.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

La Santísima Virgen María y Juan Pablo II


El 8 de Setiembre celebramos la Natividad de la Santísima Virgen María, y también la festividad de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. Por eso vamos a recordar algunas expresiones del Beato Juan Pablo II referidas a nuestra Madre del Cielo, a la vez que ilustramos este artículo con una fotografía del magno Papa tomada en su visita pastoral a Cuba en enero del año 1998

* "María, hija de Israel, tú has proclamado la misericordia ofrecida a los hombres, de edad en edad, por el amor misericordioso del Padre"

* "María, Virgen Santa, Sierva del Señor, tú has llevado en tu seno el fruto precioso de la Misericordia divina"

* "María, tú que has guardado en tu corazón las palabras de salvación, testimonias ante el mundo la absoluta fidelidad de Dios a su amor"

* "María, tú que seguiste a tu Hijo Jesús hasta el pie de la cruz con el fiat de tu corazón de madre, te adheriste sin reserva al servicio redentor"

* "María, Madre de misericordia, muestra a tus hijos el Corazón de Jesús, que tú viste abierto para ser siempre fuente de vida"

* "María, presente en medio de los discípulos, tú haces cercano a nosotros el amor vivificante de tu Hijo resucitado"

* "María, Madre atenta a los peligros y a las pruebas de los hermanos de tu Hijo, tú no cesas de conducirles por el camino de la salvación"

Oración

Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Vos. Ésta es la oración que tú inspiraste, oh María, a santa Catalina Labouré, y esta invocación, grabada en la medalla la llevan y pronuncian ahora muchos fieles por el mundo entero. ¡Bendita tú entre todas las mujeres! ¡Bienaventurada tú que has creído! ¡El Poderoso ha hecho maravillas en ti! ¡La maravilla de tu maternidad divina! Y con vistas a ésta, ¡la maravilla de tu Inmaculada Concepción! ¡La maravilla de tu fiat! ¡Has sido asociada tan íntimamente a toda la obra de nuestra redención, has sido asociada a la cruz de nuestro Salvador!

Tu corazón fue traspasado junto con su Corazón. Y ahora, en la gloria de tu Hijo, no cesas de interceder por nosotros, pobres pecadores. Velas sobre la Iglesia de la que eres Madre. Velas sobre cada uno de tus hijos. Obtienes de Dios para nosotros todas esas gracias que simbolizan los rayos de luz que irradian de tus manos abiertas. Con la única condición de que nos atrevemos a pedírtelas, de que nos acerquemos a ti con la confianza, osadía y sencillez de un niño. Y precisamente así nos encaminas sin cesar a tu Divino Hijo.

S.S Juan Pablo II
.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Juan Pablo II en la historia

En la historia de la Iglesia, Juan Pablo II quedará como el Papa del Concilio Vaticano II, que participó en la confección de sus documentos, que orientó con estas claves todo su pontificado, y que resolvió la crisis posconciliar.

Además realizó una obra titánica de visita a la Iglesia universal y de renovación de la doctrina con sus iniciativas. Con especial gratitud quedará el recuerdo de las Jornadas Mundiales de la Juventud, testimonio del futuro. Su sucesor dirá de él: “deja una Iglesia más valiente, más libre, más joven. Una Iglesia que, según su enseñanza y su ejemplo, mira con serenidad al pasado y no tiene miedo del futuro”.

Y lo hizo sin perder su talante de hombre sencillo, piadoso, tranquilo y alegre. Patente a la vista de todos, porque era un Papa que ha vivido siempre rodeado de público.

Además, el mundo le debe su contribución a la caída del muro de Berlín, que no era sólo una frontera-prisión para impedir escapar a media Europa del mayor y más fallido experimento político de la historia; sino también una frontera mental que atraviesa el siglo XX. Fue una inmensa alegría para Juan Pablo II que inició su pontificado al grito de “abrid las puertas a Cristo”. Y lo pagó con un intento de asesinato. Pero también luchó por abrir las fronteras de un capitalismo que sólo valora el dinero; o de un positivismo cientifista que no puede defender lo que es el amor, la justicia, la libertad y la persona.

Juan Luis Lorda
Profesor de Teología
Universidad de Navarra
.