domingo, 26 de noviembre de 2017

San Juan Pablo II: Jesucristo Rey del Universo

«El reino escatológico de Cristo y de Dios (cf Col 1, 13) llegará a su cumplimiento cuando el Señor sea todo en todos, después de haber aniquilado el dominio de Satanás, del pecado y de la muerte.

Sin embargo, el reino de Dios ya está presente “en misterio” dentro de la historia, y actúa en los que lo reciben. Está presente en la realidad de la Iglesia, que es sacramento de salvación y, a la vez, misterio cuyos confines solo conoce la misericordia del Padre que quiere salvar a todos. “La Iglesia llega, en cierto modo, tan lejos como la oración: dondequiera que haya un hombre que ora” (Audiencia general 14-3-1979]. La santidad de la Iglesia de aquí abajo es prefiguración de la futura plenitud del reino.

Las espléndidas expresiones de la Carta a los Colosenses, a propósito de este reino (Col 1, 13), se refieren a todos los cristianos, pero en particular a María, preservada totalmente de la opresión del mal: “Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor”. Con Cristo el reino de Dios ha irrumpido en la historia, y todos los que lo han acogido se han hecho partícipes de él: “A cuantos lo recibieron, les da el poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre” (Jn 1, 12).

María, Madre de Cristo y discípula fiel de la Palabra, entró en plenitud en el reino. Toda su existencia de criatura amada por el Señor (kejaritoméne) y animada por el Espíritu, es testimonio concreto y preludio de las realidades escatológicas».

San Juan Pablo II
Ángelus 20-11-1983

sábado, 11 de noviembre de 2017

Mes de María . Virgo Fidelis

El 8 de noviembre se inició en los países del Hemisferio Sur  
el mes consagrado a María Santísima, que culmina el 8 de diciembre
con la celebración de la fiesta de la Inmaculada Concepción del María.
La piedad popular ha visto en este mes una excelente ocasión
para multiplicar las iniciativas de piedad mariana.
"VIRGO FIDELIS"

"...De entre tantos títulos atribuidos a la Virgen, a lo largo de los siglos, por el amor filial de los cristianos, hay uno de profundísimo significado: Virgo Fidelis, Virgen fiel. ¿Qué significa esta fidelidad de María? ¿Cuáles son les dimensiones de esa fidelidad?

La primera dimensión se llama búsqueda. María fue fiel ante todo cuando, con amor se puso a buscar el sentido profundo del Designio de Dios en Ella y para el mundo. “¿Quomodo fiet? -¿Cómo sucederá esto?”, preguntaba Ella al Ángel de la Anunciación. Ya en el Antiguo Testamento el sentido de esta búsqueda se traduce en una expresión de rara belleza y extraordinario contenido espiritual: “buscar el Rostro del Señor”. No habrá fidelidad si no hubiere en la raíz esta ardiente, paciente y generosa búsqueda; si no se encontrara en el corazón del hombre una pregunta, para la cual sólo Dios tiene respuesta, mejor dicho, para la cual sólo Dios es la respuesta.

La segunda dimensión de la fidelidad se llama acogida, aceptación. El “quomodo fiet” se transforma, en los labios de María, en un “fiat”. Que se haga, estoy pronta, acepto: éste es el momento crucial de la fidelidad, momento en el cual el hombre percibe que jamás comprenderá totalmente el cómo; que hay en el Designio de Dios más zonas de misterio que de evidencia; que, por más que haga, jamás logrará captarlo todo. Es entonces cuando el hombre acepta el misterio, le da un lugar en su corazón así como “María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”. Es el momento en el que el hombre se abandona al misterio, no con la resignación de alguien que capitula frente a un enigma, a un absurdo, sino más bien con la disponibilidad de quien se abre para ser habitado por algo – ¡por Alguien! – más grande que el propio corazón. Esa aceptación se cumple en definitiva por la fe que es la adhesión de todo el ser al misterio que se revela.

Coherencia, es la tercera dimensión de la fidelidad. Vivir de acuerdo con lo que se cree. Ajustar la propia vida al objeto de la propia adhesión. Aceptar incomprensiones, persecuciones antes que permitir rupturas entre lo que se vive y lo que se cree: esta es la coherencia. Aquí se encuentra, quizás, el núcleo más íntimo de la fidelidad.

Pero toda fidelidad debe pasar por la prueba más exigente: la de la duración. Por eso la cuarta dimensión de la fidelidad es la constancia. Es fácil ser coherente por un día o algunos días. Difícil e importante es ser coherente toda la vida. Es fácil ser coherente en la hora de la exaltación, difícil serlo en la hora de la tribulación. Y sólo puede llamarse fidelidad una coherencia que dura a lo largo de toda la vida. El “fiat” de María en la Anunciación encuentra su plenitud en el “fiat” silencioso que repite al pie de la cruz. Ser fiel es no traicionar en les tinieblas lo que se aceptó en público.

De todas les enseñanzas que la Virgen da a sus hijos, quizás la más bella e importante es esta lección de fidelidad..."

Extracto de la Homilía de San Juan Pablo II en la Catedral de la ciudad de México del 26 de enero de 1979.