El 8 de noviembre se inició en los países del Hemisferio
Sur
el mes consagrado a María Santísima, que culmina el 8
de diciembre
con la celebración de la fiesta de la Inmaculada
Concepción del María.
La piedad popular ha visto en este mes una excelente
ocasión
para multiplicar las iniciativas de piedad mariana.
"VIRGO FIDELIS"
"...De
entre tantos títulos atribuidos a la Virgen, a lo largo de los siglos, por el
amor filial de los cristianos, hay uno de profundísimo significado: Virgo
Fidelis, Virgen fiel. ¿Qué significa esta fidelidad de María? ¿Cuáles son les
dimensiones de esa fidelidad?
La primera
dimensión se llama búsqueda. María fue fiel ante todo cuando, con amor se puso
a buscar el sentido profundo del Designio de Dios en Ella y para el mundo.
“¿Quomodo fiet? -¿Cómo sucederá esto?”, preguntaba Ella al Ángel de la
Anunciación. Ya en el Antiguo Testamento el sentido de esta búsqueda se traduce
en una expresión de rara belleza y extraordinario contenido espiritual: “buscar
el Rostro del Señor”. No habrá fidelidad si no hubiere en la raíz esta
ardiente, paciente y generosa búsqueda; si no se encontrara en el corazón del
hombre una pregunta, para la cual sólo Dios tiene respuesta, mejor dicho, para
la cual sólo Dios es la respuesta.
La segunda
dimensión de la fidelidad se llama acogida, aceptación. El “quomodo fiet” se
transforma, en los labios de María, en un “fiat”. Que se haga, estoy pronta,
acepto: éste es el momento crucial de la fidelidad, momento en el cual el
hombre percibe que jamás comprenderá totalmente el cómo; que hay en el Designio
de Dios más zonas de misterio que de evidencia; que, por más que haga, jamás
logrará captarlo todo. Es entonces cuando el hombre acepta el misterio, le da
un lugar en su corazón así como “María conservaba todas estas cosas,
meditándolas en su corazón”. Es el momento en el que el hombre se abandona al
misterio, no con la resignación de alguien que capitula frente a un enigma, a
un absurdo, sino más bien con la disponibilidad de quien se abre para ser
habitado por algo – ¡por Alguien! – más grande que el propio corazón. Esa
aceptación se cumple en definitiva por la fe que es la adhesión de todo el ser
al misterio que se revela.
Coherencia, es
la tercera dimensión de la fidelidad. Vivir de acuerdo con lo que se cree.
Ajustar la propia vida al objeto de la propia adhesión. Aceptar
incomprensiones, persecuciones antes que permitir rupturas entre lo que se vive
y lo que se cree: esta es la coherencia. Aquí se encuentra, quizás, el núcleo
más íntimo de la fidelidad.
Pero toda
fidelidad debe pasar por la prueba más exigente: la de la duración. Por eso la
cuarta dimensión de la fidelidad es la constancia. Es fácil ser coherente por
un día o algunos días. Difícil e importante es ser coherente toda la vida. Es
fácil ser coherente en la hora de la exaltación, difícil serlo en la hora de la
tribulación. Y sólo puede llamarse fidelidad una coherencia que dura a lo largo
de toda la vida. El “fiat” de María en la Anunciación encuentra su plenitud en
el “fiat” silencioso que repite al pie de la cruz. Ser fiel es no traicionar en
les tinieblas lo que se aceptó en público.
De todas les
enseñanzas que la Virgen da a sus hijos, quizás la más bella e importante es
esta lección de fidelidad..."
Extracto de la
Homilía de San Juan Pablo II en la Catedral de la ciudad de México del 26 de
enero de 1979.
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