“Dirige, oh Señora de las gracias, tu mirada a este pueblo que desde hace siglos permanece fiel a ti y a tu hijo. Dirige la mirada a esta nación, que siempre ha puesto su esperanza en tu amor de Madre. Dirige a nosotros la mirada, de esos tus ojos misericordiosos, y obtennos lo que tus hijos más necesitan. Abre el corazón de los ricos a las necesidades de los pobres y de los que sufren. Haz que los desempleados encuentren trabajo. Ayuda a los que se han quedado en la calle a encontrar una vivienda. Dona a las familias el amor que les permite superar todas las dificultades. Indica a los jóvenes el camino y las perspectivas para el futuro. Envuelve a los niños con el manto de tu protección, para que no sufran. Anima a las comunidades religiosas con la gracia de la fe, la esperanza y la caridad. Haz que los sacerdotes sigan las huellas de tu Hijo dando cada día la vida por las ovejas. Obtén para los obispos la luz del Espíritu Santo, para que guíen a la Iglesia en estas tierras hacia el Reino de tu Hijo por un camino único y recto.
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Madre Santísima, nuestra Señora de Kalwaria, obtén también para mí las fuerzas del cuerpo y del espíritu, para que pueda cumplir hasta el fin la misión que me ha encomendado el Resucitado. En ti pongo todos los frutos de mi vida y de mi ministerio; a ti encomiendo el destino de la Iglesia, a ti entrego mi nación; en ti confío y te declaro una vez más: Totus Tuus, María! Totus Tuus! Amén”.
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SS Juan Pablo II (Julio 2002)
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