domingo, 3 de marzo de 2024

San Juan Pablo II, un enamorado del Santo Rosario

San Juan Pablo II fue un gran enamorado del Rosario. Toda la vida lo promocionó de la mejor manera: “rezándolo” en público, en privado, en los grandes acontecimientos, sobre todos aquellos en los que se debía, por las malas circunstancias, invocar la paz.
 
Gracias a él, hoy miles de personas rezan el Rosario con frecuencia, quizás porque ha demostrado y enseñado cuánto hace bien tener esta buena práctica.
 
Lo podemos ver en su carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, enteramente dedicada a esta oración, y en donde agregó los “Misterios de la luz”.
 
“Tenemos que redescubrir la profundidad mística encerrada en la sencillez de esta oración, tan querida por la tradición popular”, anunció el 16 de octubre del 2002 al presentar la carta.
 
De esta carta y de otras intervenciones del santo padre a los fieles, hemos extraídos algunas de las frases más significativas sobre esta estimada oración del santo Rosario:
 
“El Rosario es la oración más sencilla a la Virgen, pero la más llena de contenidos bíblicos”.
 
“Recorrer con María las decenas del Rosario, es como ir a la escuela de María para leer a Cristo, para penetrar sus secretos, para entender sus mensajes”.
“En el Rosario hacemos lo que hace María, meditamos en nuestro corazón los misterios de Cristo”.
 
“El Rosario es la oración en la que, con la repetición del saludo del Ángel a María, tratamos de sacar nuestras consideraciones sobre el misterio de la redención  partiendo de la meditación de la Virgen”.
 
“En la oración del Rosario nos unimos a la Virgen como los Apóstoles congregados en el cenáculo después de la ascensión de Cristo”.
 
“La plegaria del Rosario es oración del hombre en favor del hombre: es la oración de la solidaridad humana, oración colegial de los redimidos, que refleja el espíritu y las intenciones de la primera redimida: María”.
 
“El Rosario es la oración que indica la perspectiva del reino de Dios y orienta a los hombres para recibir los frutos de la redención”.
 
“En los misterios del santo Rosario contemplamos y revivimos los gozos, dolores y gloria de Cristo y su Madre Santa, que pasan a ser gozos, dolores y esperanzas del hombre”.
 
“El Rosario forma parte de la mejor y más reconocida tradición de la contemplación cristiana”.
 
“El Rosario me ha acompañado en los momentos de alegría y en los de tribulación. A él he confiado tantas preocupaciones y en él siempre he encontrado consuelo” 

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