Juan Pablo II, que marcó a la Iglesia con su incansable trabajo pastoral de muchas horas, su inagotable sentido de la oración y su entusiasmo por los jóvenes, permanecerá por siempre en la memoria de la gente.
Su día a día, durante los 26 años de vida dentro del Vaticano, lo comenzaba muy temprano de la mañana, con sus primeras oraciones y meditaciones, luego a las 7 de la mañana celebraba la misa en su capilla privada, ante la presencia de 50 huéspedes provenientes del todo el mundo, quienes requerían de una invitación de su secretario privado, monseñor Stanislaw Dziwsiz.
Una hora después se tomaba unos minutos para desayunar. Las encargadas de preparar estos alimentos eran religiosas polacas y miembros de su misma orden polaca arreglaban el apartamento del pontificio.
El Papa solía comer livianamente en el desayuno y para este, el queso y la ensalada eran sus favoritos.
A las 9 de la mañana el pontífice, en ese entonces de 82 años, se dirigía a su estudio para sostener reuniones con sus colaboradores más cercanos y discutir la agenda del día. Finalizada la reunión, se quedaba totalmente solo y cerraban las puertas del estudio. Este era el momento de reflexión, pensamiento creativo y producción escrita.
Su gran pasión: Dios y el trabajo
Su pasión por revelar al mundo que lo más grandioso sobre la Tierra es el amor de Dios lo convirtió en misionero, en un incansable anunciador del Evangelio en todos los rincones del planeta. Convirtiendo así al mundo en su parroquia.
Para finalizar su mañana pastoral Juan Pablo II, conocido como el Papa de los récords, a las 11 de la mañana iniciaba las audiencias privadas, en estas recibía a jefes de Estado, monarcas, diplomáticos, líderes políticos, u otros huéspedes importantes.
Cada visitante de Juan Pablo II, que en repetidas veces se quedaba inmóvil rezando durante horas, se iba con el recuerdo del apretón de manos y con una foto con el Papa sonriente.
El tiempo entre las 12 de la tarde a la 1 de la tarde, antes del almuerzo, estaba reservado para las audiencias en grupo, que superaban a las 2.000 personas que se reunían en la Moderna Sala de Audiencia Pablo VI. Los días miércoles el Papa daba una audiencia general en la Plaza y en la Basílica de San Pedro. Media hora más tarde invitaba a sus huéspedes a comidas de trabajo, igual que lo hacía en algunas ocasiones en el desayuno.
El Santo Padre se concedía 30 minutos de descanso después del almuerzo y luego realizaba una hora de ejercicio físico.
A las 2 de la tarde reanudaba su trabajo en su estudio; durante este tiempo no recibía visitas, estas iniciaban hasta a las 6:30 de la tarde, era el momento de las reuniones administrativas con los oficiales de la Curia.
Cuando su reloj marcaba las 7:30 de la noche, disfrutaba de su cena, la que acompañaba de un postre polaco, su preferido. Antes de ir a la cama, se permitía media hora de lectura. Antes de retirarse, el Santo Padre rezaba las oraciones de la noche en su capilla privada. Alrededor de las 11 de la noche se apagaban las luces del apartamento del Papa.
Reina María Aguilar
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