«Madre de los hombres y de
los pueblos, Tú conoces todos sus sufrimientos y sus esperanzas, Tú sientes
maternalmente todas las luchas entre el bien y el mal, entre la luz y las
tinieblas que sacuden al mundo, acoge nuestro grito dirigido en el Espíritu Santo
directamente a tu Corazón y abraza con el Amor de la Madre y de la Esclava del
Señor a los que más esperan este abrazo, y, al mismo tiempo, a aquellos cuya
entrega Tú esperas de modo especial. Toma bajo tu protección materna a toda la
familia humana a la que, con todo afecto a Ti, Madre, confiamos. Que se acerque
para todos el tiempo de la paz y de la libertad, el tiempo de la verdad, de la
justicia y de la esperanza».
San Juan Pablo II
Basílica de Santa María la Mayor.
7 de junio de 1981.
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