domingo, 11 de diciembre de 2022

Tercer Domingo de Adviento

“Fortaleced vuestros corazones” (St 5,8). Con el tercer domingo de Adviento, que estamos celebrando, hemos llegado ya al “corazón” del itinerario espiritual que nos llevará hasta los pies de la santa Gruta, para contemplar, adorar y dar gracias al Verbo de Dios, hecho hombre para la salvación de toda la humanidad. Y la liturgia de hoy, como si quisiera sostenernos en el arduo camino de preparación y conversión, está dominada por una invitación a la confianza y a la esperanza, pues la espera del creyente no es vana y la promesa de Dios es verdadera.
 
Faltan ya pocos días para la celebración de la Navidad del Señor y queremos vivirlos siguiendo las huellas de María y haciendo nuestros, en la medida de lo posible, los sentimientos que ella experimentó en la trémula espera del nacimiento de Jesús. Podemos intuir cuáles eran los sentimientos de María, totalmente abandonada en las manos del Señor. Ella es la mujer creyente: en la profundidad de su obediencia interior madura la plenitud de los tiempos.
 
Por estar enraizada en la fe, la Madre del Verbo hecho hombre encarna la gran esperanza del mundo. En ella confluye tanto la espera mesiánica de Israel como el anhelo de salvación de la humanidad entera. Preparémonos para la Navidad con la fe y la esperanza de María. Dejemos que el mismo amor que vibra en su adhesión al plan divino toque nuestro corazón.
 
San Juan Pablo II

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