domingo, 16 de abril de 2023

San Juan Pablo II y la Fiesta de la Divina Misericordia

La fiesta que celebramos el Domingo II de Pascua es dedicada a la Divina Misericordia.
 
Jesús habló por primera vez a Santa Faustina de instituir esta fiesta el 22 de febrero de 1931 en Plock el mismo día en que le pidió que pintara su imagen y le dijo: “Yo deseo que haya una Fiesta de la Divina Misericordia. Quiero que esta imagen que pintarás con el pincel, sea bendecida con solemnidad el primer Domingo después de la Pascua de Resurrección; ese Domingo debe ser la Fiesta de la Misericordia”.
 
Durante los años posteriores, Jesús le repitió a Santa Faustina este deseo en catorce ocasiones, definiendo precisamente la ubicación de esta fiesta en el calendario litúrgico de la Iglesia, el motivo y el objetivo de instituirla, el modo de prepararla y celebrarla, así como las gracias a ella vinculada.
 
El 30 de abril del año 2000, coincidiendo con la canonización de Santa Faustina, “Apóstol de la Divina Misericordia”, San Juan Pablo II instituyó oficialmente la Fiesta de la Divina Misericordia a celebrarse todos los años en esa misma fecha: Domingo siguiente a la Pascua de Resurrección.
 
Luego de su homilía, Juan Pablo II anunció: «En todo el mundo, el segundo Domingo de Pascua recibirá el nombre de Domingo de la Divina Misericordia. Una invitación perenne para el mundo cristiano a afrontar, con confianza en la benevolencia divina, las dificultades y las pruebas que esperan al género humano en los años venideros».
 
Con la institución de esta Fiesta, San Juan Pablo II concluyó la tarea asignada por Nuestro Señor Jesús a Santa Faustina en Polonia, 69 años atrás, cuando en febrero de 1931 le dijo: “Deseo que haya una Fiesta de la Misericordia”. Dicha Fiesta constituye uno de los elementos centrales del Mensaje de la Divina Misericordia según le fuera revelado por nuestro Señor a Sor Faustina.
 
«Es el Amor que convierte los corazones y dona la paz» -escribió San Juan Pablo II– destacando que «el mundo tiene mucha necesidad de comprender y acoger la Divina Misericordia».

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