“Habemus Papa"
fue el anunció que hizo el cardenal italiano Pericle Felici al mundo y a 100
mil fieles católicos que se encontraban en la Plaza de San Pedro, la tarde del
16 de octubre de 1978, a la expectativa de quien será el sucesor de Juan Pablo
I, cuyo pontificado duró solo 33 días.
El nombramiento recayó sobre el cardenal polaco Karol
Wojtyla, de 58 años, y causó sorpresa pues se terminaba con los 450 años de
pontificados italianos.
Wojtyla, el Papa más joven del siglo, escogió como nombre
Juan Pablo II en honor a sus antecesores: Juan XIII, Pablo VI y Juan Pablo I.
Desde un inicio, su carisma conquistó a los católicos del
mundo. Tuvo convicciones muy claras que cumplió durante su pontificado, el
tercero más largo de la historia con 26 años y medio.
Dijo que un Papa no debe ser un soberano sino un pastor
que anuncie el Evangelio de Cristo, y así lo hizo: viajó 104 veces y visitó 129
ciudades, lo que equivale a un recorrido de 1,2 millones de kilómetros y haber
estado fuera del Vaticano dos años y ocho meses.
Se lo conocía como el "Papa viajero", aunque la
prensa en Latinoamérica lo catalogaba como el "goleador de la fe",
"el atleta de Dios", "el trotamundos del Evangelio" o
"el Papa de la juventud".
En sus perfiles, se destaca su fe inquebrantable, su
temple para hacer respetar los derechos de los seres humanos, apelaba a
mantener las familias unidas y una juventud sana. Esto, como él mismo lo dijo,
se debía a que durante su juventud vivió dos sucesos extremos que marcaron el
siglo XX: el nazismo y el comunismo.
De ahí, se explica también su deseo de luchar por el
bienestar de los pueblos e inició un proceso de pacificación en el mundo, lo
que lo convirtió en un personaje influyente a la hora de tomar decisiones
políticas: contribuyó personalmente para que su natal Polonia y Rusia salgan
del comunismo, apeló también en varias ocasiones como mediador entre naciones
en conflicto, un ejemplo concreto es el Conflicto del Beagle, un paso
interoceánico que no pertenece a ningún océano, entre la Argentina y Chile en
1978. Ambas naciones estaban al borde de la guerra, tenían militares en sus
fronteras en disputa de unas islas que se encuentran en la parte del canal que
comparten los dos países. Juan Pablo II consiguió que firmen un tratado de paz.
El Pontífice también tuvo influencia en la reanudación de
las negociaciones de paz entre los estado del Oriente Medio.
Se mostraba opuesto a los extremos socialistas o
capitalistas. Eso explicaría, según sus seguidores, su viaje a Cuba en 1998 a
fin de intentar suavizar el sistema. No tuvo ningún reparo en reprender
públicamente al cardenal nicaragüense Ernesto Cardenal, quien en 1983 se
encontraba arrodillado frente a él a su llegada al aeropuerto de Managua. Lo
increpó por su apoyo y trabajo al Frente Sandinista del Liberación Nacional,
del presidente Daniel Ortega, y por ocupar el cargo de ministro de Educación,
colaborando así a terminar con la dictadura de Anastasio Somoza.
Este suceso fue visto por los progresistas católicos como
el alineamiento del Pontífice a las dictaduras militares, de hecho fue muy
criticado por mantener buenas relaciones con el exdictador chileno Augusto
Pinochet.
Fue duro y radical con lo sacerdotes que apostaban por la
Teología de la Liberación y defendió con tenacidad los principios básicos de la
Iglesia.
Sin embargo, respetaba los valores de otras religiones,
lo que lo llevó a reunirse con ortodoxos, budistas y mahometanos
Al inicio de su pontificado, la Santa Sede tenía
relaciones diplomáticas con 84 estados. Al fallecer este Papa, las tenía con
173.
Fue un devoto de la Virgen, algunos de sus biógrafos
indican que el amor inmenso que sentía hacia ella surgió luego de la inesperada
muerte de su madre.
Su vida estuvo marcada por trágicos sucesos que pusieron
el él un dejo de tristeza, pero siempre estuvo lleno de fe y esperanza.
Cuando tenía 9 años, su madre murió mientras daba a luz a
su hermana, quien también falleció. Entonces, su padre se dedicó de lleno a él
y a su hermano, Edmund Wojtyla.
Edmund, 14 años mayor al Papa, estudiaba medicina y murió
tras haber sido contagiado de una enfermedad infecciosa que causa erupciones en
todo el cuerpo, llamada escarlatina.
Fue otro duró golpe en su vida, pero, ya más apegado a
Dios, aceptó con humildad sus designios.
Durante su pontificado fue evidente el deterioro de
salud, pero se mostraba con una gran fuerza interior. Tras el intento del
asesinato en 1981, se le detectó cáncer al intestino y tuvo caídas, en las que
se fracturó el hombro, en 1993; el fémur, en 1994, y fue diagnosticado con la
enfermedad de Parkinson en 1996.
Fue la primera vez que un Papa dio a conocer abiertamente
sus enfermedades. En septiembre de 2003, su salud empeoró notablemente y la
Cúpula de la Iglesia comenzó a preparar a los católicos para su muerte.
Se negó a tomar medicinas y, aún sin casi poder hablar y
con el mal de Parkinson avanzado, se opuso a la guerra contra Iraq.
A inicios de 2005, tuvo complicaciones respiratorias y, a
finales de marzo, una fuerte infección a las vías urinarias. El 2 de abril a
las 21:37 (hora de Italia) dijo: "Déjenme ir a la casa de mi padre",
y murió.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario