"...En este día primero del mes de Mayo, junto con
todos vosotros, también yo he querido venir en peregrinación a este lugar
bendito, para arrodillarme a los pies de la imagen milagrosa, que, desde hace
siglos, no cesa de dispensar gracias y consuelo espiritual, y para dar así
comienzo solemne al mes mariano, que en la piedad popular encuentra expresiones
sumamente delicadas de veneración y afecto hacia nuestra Madre Dulcísima. La
tradición cristiana, que nos hace ofrecer flores, ramilletes y piadosos propósitos
a la Toda-hermosa y Toda-Santa, encuentre en este Santuario, que sugiere en
medio de la campiña romana, rica de luz y verdor, el punto ideal de referencia
en este mes consagrado a Ella. Tanto más que Su Imagen, representada sentada en
el trono, con el Niño Jesús en sus brazos, y con la paloma descendiendo sobre
Ella, como símbolo del Espíritu Santo, que es precisamente el Divino Amor, nos
trae a la mente los vínculos dulces y puros que unen a la Virgen María con el
Espíritu Santo y con el Señor Jesús. Flor nacida de Su Seno, en la obra de
nuestra redención. Cuadro admirable, ya contemplado, en una evocación lírica,
por el mayor poeta italiano cuando hace exclamar a San Bernardo: "En Tu
Seno se enciende el Amor por el que caldeada en la eterna paz ha brotado así
esta Flor." (Paradiso, 33, 7-9)..."
San Juan Pablo II.
Santuario del Divino Amore. 1 de mayo de 1979
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