"Mis
queridos hermanos y hermanas: Junto a vosotros está siempre Santa María, como
estuvo al pie de la Cruz de Jesús. Acudid a Ella exponiéndole vuestros dolores.
La mano y la mirada maternales de la Virgen os aliviará y consolará, como sólo
Ella sabe hacerlo. Cuando recéis el Santo Rosario, poned especial acento en
aquella invocación de la letanía: "Salud de los enfermos, ruega por
nosotros". "
- San Juan
Pablo II. Conclusión del Discurso a los enfermos. Catedral de Córdoba
(Argentina) 8 de abril de 1987 -
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