Dios de
infinita misericordia y bondad,
con corazón
agradecido te invocamos hoy en esta
tierra que en
otros tiempos
recorrió San
Pablo.
Proclamó a las
naciones la verdad de que en
Cristo Dios
reconcilió al mundo consigo.
Que tu voz
resuene en el corazón
de todos los
hombres y mujeres,
cuando los
llames a seguir
el camino de
reconciliación y paz,
y a ser
misericordiosos como Tú.
Señor, tú
diriges palabras de paz
a tu pueblo y a
todos
los que se
convierten a ti de corazón.
Te pedimos por
los pueblos de
Oriente Medio.
Ayúdales a
derribar las barreras
de la
hostilidad y de la división
y a construir
juntos un mundo
de justicia y
solidaridad.
Señor, Tú creas
cielos nuevos
y una tierra
nueva.
Te encomendamos
a los jóvenes
de estas
tierras.
En su corazón
aspiran
a un futuro más
luminoso;
fortalece sus
decisión de ser hombres
y mujeres de
paz y heraldos
de una nueva
esperanza para sus pueblos.
Padre, tú haces
germinar
la justicia en
la tierra.
Te pedimos por
las autoridades civiles
de esta región,
para que se
esfuercen por satisfacer
las justas
aspiraciones de sus pueblos
y eduquen a los
jóvenes
en la justicia
y en la paz.
Impúlsalos a
trabajar generosamente
por el bien
común y a respetar
la dignidad
inalienable de toda persona
y los derechos
fundamentales que derivan de la
imagen y
semejanza del Creador
impresa en todo
ser humano.
Te pedimos de
modo especial
por la
autoridades de
esta noble
tierra de Siria.
Concédeles
sabiduría, clarividencia
y
perseverancia;
no permitas que
se desanimen
en su ardua
tarea de construir
la paz
duradera,
que anhelan
todos los pueblos.
Padre
celestial, en este lugar
donde se
produjo la conversión
del apóstol San
Pablo,
te pedimos por
todos los que creen
en el evangelio
de Jesucristo.
Guía sus pasos
en la verdad y en el amor.
Haz que sean
uno, como Tú eres uno
con el Hijo y
el Espíritu Santo.
Que testimonien
la paz que supera todo
conocimiento y
la luz que triunfa
sobre las
tinieblas de la hostilidad,
del pecado y de
la muerte.
Señor del cielo
y de la tierra,
Creador de la
única familia humana,
te pedimos por
los seguidores
de todas las
religiones.
Que busquen tu
voluntad en la oración
y en la pureza
del corazón,
y te adoren y
glorifiquen tu santo nombre.
Ayúdales a
encontrar en ti la fuerza
para superar el
miedo y la desconfianza, para que
crezca la
amistad
y vivan juntos
en armonía.
Padre
misericordioso,
que todos los
creyentes encuentren
la valentía de
perdonarse unos a otros,
a fin de que se
curen las heridas del pasado y no
sean un
pretexto
para nuevos
sufrimientos en el presente.
Concédenos que
esto se realice
sobre todo en
Tierra Santa,
esta tierra que
bendijiste
con tantos
signos de tu Providencia
y donde te
revelaste como Dios de amor.
A la Madre de
Jesús,
la
bienaventurada siempre Virgen María,
le encomendamos
a los hombres
y a las mujeres
que viven en la tierra
donde vivió
Jesús.
Que, al seguir
su ejemplo,
escuchen la
palabra de Dios
y tengan
respeto y compasión
por lo demás,
especialmente
por los que son
diversos de ellos.
Que, con un
solo corazón y una sola mente,
trabajen para
que todo el mundo sea
una verdadera
casa para todos sus pueblos.
¡Paz! ¡Paz!
¡Paz!
Amén.
San
Juan Pablo II
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