"...De entre tantos títulos atribuidos a la Virgen, a lo largo de
los siglos, por el amor filial de los cristianos, hay uno de profundísimo
significado: Virgo Fidelis, Virgen fiel.
¿Qué significa esta fidelidad de María? ¿Cuáles son les dimensiones de esa fidelidad?
La primera dimensión se llama búsqueda. María fue fiel ante todo
cuando, con amor se puso a buscar el sentido profundo del Designio de Dios en
Ella y para el mundo. ¿Quomodo fiet?
-¿Cómo sucederá esto?, preguntaba Ella al Ángel de la Anunciación.
Ya en el Antiguo Testamento el sentido de esta búsqueda se traduce en una
expresión de rara belleza y extraordinario contenido espiritual: buscar el
Rostro del Señor. No habrá fidelidad si no
hubiere en la raíz esta ardiente, paciente y generosa
búsqueda; si no se encontrara en el corazón del hombre una pregunta, para la
cual sólo Dios tiene respuesta, mejor dicho, para la cual sólo Dios es la
respuesta.
La segunda dimensión se llama acogida, aceptación. El quomodo fiet
se
transforma, en los labios de María, en un ‘fiat’. Que se haga,
estoy pronta, acepto: éste es el momento
crucial de la fidelidad, momento en el cual el hombre percibe que jamás comprenderá totalmente el cómo; que hay en el
Designio de Dios más zonas de misterio que de evidencia; que,
por más que haga, jamás logrará captarlo todo. Es entonces cuando el hombre
acepta el misterio, le da un lugar en su corazón así como María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su
corazón. Es el momento en el que el hombre se abandona al
misterio, no con la resignación de alguien que capitula frente a un enigma, a
un absurdo, sino más bien con la disponibilidad de quien se abre para ser
habitado por algo ¡por Alguien! más grande que el
propio corazón. Esa aceptación se cumple en
definitiva por la fe que es la adhesión de todo el ser al misterio que se
revela.
Coherencia, es la tercera dimensión de la fidelidad. Vivir de acuerdo
con lo que se cree. Ajustar la propia vida al objeto de la propia adhesión.
Aceptar incomprensiones, persecuciones antes que permitir rupturas entre lo que
se vive y lo que se cree: esta es la coherencia. Aquí se encuentra, quizás, el
núcleo más íntimo de la fidelidad.
Pero toda fidelidad debe pasar por la prueba más exigente: la de la
duración. Por eso la cuarta dimensión de la fidelidad es la constancia. Es
fácil ser coherente por un día o algunos días. Difícil e importante es ser
coherente toda la vida. Es fácil ser coherente en la hora de la exaltación,
difícil serlo en la hora de la tribulación. Y sólo puede llamarse fidelidad una
coherencia que dura a lo largo de toda la vida. El ‘fiat’ de María en la Anunciación encuentra su
plenitud en el ‘fiat’ silencioso que
repite al pie de la cruz. Ser fiel es no traicionar en les tinieblas lo que se
aceptó en público.
De todas les enseñanzas que la Virgen da a sus hijos, quizás la más
bella e importante es esta lección de fidelidad..."
San Juan Pablo II
Homilía en la Catedral de México. 26 de enero de 1979
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