jueves, 28 de abril de 2011

Testamento de Juan Pablo II


No sé cuando sucederá, pero como todo, también este momento lo dejo en manos de la Madre de mi Maestro: 'Totus Tuus'.

Doy gracias a todos. A todos pido perdón.

Pido también la oración, para que la Misericordia de Dios se muestre más grande que mi debilidad e indignidad.

No dejo tras de mí propiedad alguna de la que haya que disponer.

En cuanto a las cosas de uso cotidiano que me servían, pido que sean distribuidas como sea oportuno.

Que los apuntes personales sean quemados. Pido que de esto se ocupe don Stanislao, a quien agradezco su colaboración y su ayuda tan prolongada y compresiva.

Todos los otros agradecimientos, en cambio, los dejo en el corazón delante de Dios mismo, porque es difícil expresarlos.

(6.III.1979)

…ahora, en el año en el que la edad de mi vida alcanza los ochenta años ('octogesima adveniens'), es necesario preguntarse si no es tiempo de repetir con el bíblico Simeón 'Nunc dimittis'.

El día 13 de mayo de 1981, el día del atentado al Papa (…), la Divina Providencia me ha salvado en un modo milagroso de la muerte. (…) Desde este momento -mi vida- le pertenece aún más a Él. Espero que Él me ayude a reconocer hasta cuándo debo continuar este servicio…

En la medida en que se acerca el límite de mi vida terrena regreso con la memoria al principio…

a mis Padres, al Hermano y a la Hermana (que no he conocido, porque murió antes de mi nacimiento), a la parroquia de Wadowice, donde he sido bautizado, a aquella ciudad de mi amor…

...a los coetáneos, compañeros y compañeras de la escuela elemental, del gimnasio, de la Universidad, hasta los tiempos de la ocupación, cuando trabajé como obrero…

…y en seguida a la parroquia de Niegowie, a aquella Cracoviana de San Floriano, a la pastoral de los académicos, al ambiente... a todos los ambientes... a Cracovia y a Roma...

…a las personas que en modo especial me han sido confiadas en el Señor.

Por lo que se refiere al funeral, repito las mismas disposiciones que dio el Santo Padre Pablo VI (el sepulcro en la tierra, no en un sarcófago).

Después de la muerte pido la Santa Misa y la oración.

Aceptando ya desde ahora esta muerte, espero que el Cristo me dé la gracia para el último pasaje, es decir (mi) Pascua.

(7.III.2000)


Juan Pablo II

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