"El Corazón de la Madre es en todo semejante al
Corazón del Hijo. También la Bienaventurada Virgen es para la Iglesia una
presencia de paz y de reconciliación: ¿No es Ella quien, por medio del Ángel
Gabriel, recibió el mayor mensaje de reconciliación y de paz que Dios haya
jamás enviado al género humano (Lc. 1,26-38)?
María dio a luz a Aquel que es nuestra reconciliación;
Ella estaba al pie de la Cruz cuando, en la Sangre del Hijo, Dios reconcilió "con Él todas las
cosas" (Col 1,20); ahora, glorificada en el Cielo, tiene -como recuerda
una plegaria litúrgica- "un corazón lleno de misericordia hacia
los pecadores, que, volviendo la mirada a su caridad materna, en Ella se
refugian e imploran el perdón de Dios..."
Beato Juan Pablo II.
Ángelus. Domingo 3 de septiembre de 1989
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