Padre Bueno, en Cristo tu Hijo nos revelas tu amor, nos
abrazas como a tus hijos y nos ofreces la posibilidad de descubrir, en tu
voluntad, los rasgos de nuestro verdadero rostro.
Padre santo, Tú nos llamas a ser santos como Tú eres
santo. Te pedimos que nunca falten a tu Iglesia ministros y apóstoles santos
que, con la palabra y con los sacramentos, preparen el camino para el encuentro
contigo.
Padre misericordioso, da a la Humanidad extraviada,
hombres y mujeres, que, con el testimonio de una vida transfigurada, a imagen
de tu Hijo, caminen alegremente con todos los demás hermanos y hermanas hacia
la patria celestial.
Padre nuestro, con la voz de tu Espíritu Santo, y
confiando en la materna intercesión de María, te pedimos ardientemente: manda a
tu Iglesia sacerdotes, que sean testimonios valientes de tu infinita bondad.
¡Amén!
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