aurora del mundo
nuevo,
Madre de los
vivientes,
a Ti confiamos la
causa de la vida:
mira, Madre, el
número inmenso
de niños a quienes
se impide nacer,
de pobres a
quienes se hace difícil vivir,
de hombres y
mujeres víctimas
de violencia
inhumana,
de ancianos y
enfermos muertos
a causa de la
indiferencia
o de una presunta
piedad.
Haz que quienes
creen en tu Hijo
sepan anunciar con
firmeza y amor
a los hombres de
nuestro tiempo
el Evangelio de la
vida.
Alcánzales la gracia
de acogerlo
como don siempre
nuevo,
la alegría de
celebrarlo con gratitud
durante toda su
existencia
y la valentía de
testimoniarlo
con solícita
constancia, para construir,
junto con todos
los hombres de buena voluntad,
la civilización de
la verdad y del amor,
para alabanza y
gloria de Dios Creador
y amante de la
vida.
San Juan Pablo II.
Evangelium Vitae,
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