"Después
de que Jesús es colocado en el Sepulcro, María Santísima es la Única que
mantiene viva la llama de la fe, preparándose para acoger el anuncio gozoso y
sorprendente de la Resurrección. La
espera que vive la Madre del Señor el Sábado Santo constituye uno de los
momentos más altos de su fe: en la oscuridad que envuelve el universo, Ella
confía plenamente en el Dios de la vida y, recordando las palabras de su Hijo,
espera la realización plena de las promesas divinas"
Oh
María, Tú que has recorrido el camino de la Cruz junto con tu Hijo, quebrantada
por el dolor en tu Corazón de madre, pero recordando siempre el
"fiat" e íntimamente confiada en que Aquél para quien nada es imposible
cumpliría sus promesas, suplica para nosotros y para los hombres de las
generaciones futuras la gracia del abandono en el Amor de Dios. Haz que, ante
el sufrimiento, el rechazo y la prueba, por dura y larga que sea, jamás dudemos
de su Amor. A Jesús, tu Hijo, todo honor y toda gloria por los siglos de los
siglos. Amén.
San Juan
Pablo II
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