El Santo Padre Juan Pablo II, como Cristo el Señor hace dos mil años, siempre durante su pontificado elevó al Padre esta ferviente súplica: «¡Que todos sean uno (Ut unum sint)… para que el mundo crea!».
Como incansable artesano de la reconciliación, el amado Beato trabajó desde el inicio de su pontificado por lograr la unidad y reconciliación de todos los cristianos entre sí, sin que ello signifique de ningún modo claudicar a la Verdad: «El diálogo -dijo Juan Pablo II a los Obispos austriacos, en 1998-, a diferencia de una conversación superficial, tiene como objetivo el descubrimiento y el reconocimiento común de la verdad. (…) La fe viva, transmitida por la Iglesia universal, representa el fundamento del diálogo para todas las partes. Quien abandona esta base común elimina de todo diálogo en la Iglesia, la posibilidad de convertirse en diálogo de salvación. (…) nadie puede desempeñar sinceramente un papel en un proceso de diálogo si no está dispuesto a exponerse a la verdad y a crecer en ella».
Próximos a cumplir siete años de su partida al Cielo, cercanos también al primer año de su beatificación, recordemos al Gran Juan Pablo II con una oración y renovemos nuestro compromiso para ser apóstoles incasables del diálogo que conduce a la unidad, para que de verdad “todos seamos uno para que el mundo crea…” Jn 17, 21.
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