Con motivo de los 25 años de la segunda visita de Juan
Pablo II a la Argentina, los Obispos realizaron una Misa de Acción de Gracias.
El siguiente es el texto de la Homilía realizada por Mons. Héctor Luis
Villalba, Arzobispo Emérito de Tucumán
La visita del Beato Juan Pablo II a nuestro país fue una
gracia singular. Estuvo entre nosotros del 6 al 12 de abril de 1987. El
magisterio y la actividad que desplegó nos llaman la atención. Recorrió diez
diócesis y pronunció veintisiete discursos.
Su paso dejó una huella profunda. Su presencia y su
palabra, a través de la radio y la televisión llegaron a todos los rincones.
Nuestro Pueblo recorrió en su persona el Vicario de Cristo y ha escuchado de sus
labios la palabra del Señor. El Papa vino a la Argentina para darnos nuevos
motivos de esperanza.
Descubrimos los gestos de delicadeza del Papa, como
cuando secó las lágrimas de aquel rostro con sus propias manos, al amor
preferencial que tiene por los enfermos, los ancianos y los niños. Recibimos el
testimonio del Papa orante. Una oración
constante, una oración que contagia. El papa, como Jesús, nos enseña a rezar.
Juntos a los gestos elocuentes, nos dejo su enseñanza. Juan
Pablo II nos dijo que venía para “que la semilla del Evangelio penetre más
profundamente en todos los ambientes de esta noble y fecunda tierra argentina”.
El 12 de abril nos habló a los obispos. Comenzó diciendo
que “Este encuentro ya casi en las últimas horas de mi permanencia en vuestro
país, quiere ser un momento análogo a aquél que Jesús quiso compartir con sus
Apóstoles cuando después de la misión de los a las aldeas de Israel, los invitó
a un lugar retirado, cerca de Betsaida para hacerles descansar y quedarse a
solas con ellos: Vengan ustedes solos a un lugar desierto para descansar un
poco. Hoy es el mismo Jesús quien nos convoca y nos reúne; el mismo Jesús está
en medio de nosotros para guiarnos con su luz y su gracia”.
Nos dijo en esa oportunidad. “Quiero recordaros, en
nombre del Señor, algo que está muy dentro de vuestro corazón sacerdotal: el
presente y el futuro de la evangelización de Argentina está en vuestras manos”.
Y agregó el Papa: “la evangelización ha de apoyarse, como
es su fundamento en vuestra unidad de Pastores, modelo y causa visible de la
comunión eclesial recordad la plegaria del Señor Jesús que dirigió al Padre por
los Apóstoles: Que todos sean uno: como tú Padre, estás en mí y yo en ti, que
también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.
Estas palabras contienen la voluntad divina de unidad para los Apóstoles y para
los Sucesores, los Obispos: unidad de pensamiento, de palabra, de sentimiento y
de acción entre todos los obispos, miembros de un mismo colegio, cuya cabeza
visible es el Papa”.
El 10 de abril en el estadio de Vélez Sársfield tuvo
lugar el encuentro con los sacerdotes, los consagrados y los agentes de
pastoral de todo el país. En la homilía de la Misa nos dijo: “Iglesia en
Argentina ¡Levántate, resplandece, porque ha llegado tu luz, y la gloria del
Señor alborea sobre ti!” (cf. Is. 60,1).
Sin dudas que uno de los frutos de la visita del papa a
la Argentina son Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización. A menos de un
mes de la partida del Papa, el 3 de mayo, se realiza la Asamblea Episcopal. En
la declaración conclusiva: “Iglesia en Argentina ¡levántate!: Se decide
proyectar líneas fundamentales para la nueva evangelización, con la
participación de todo el Pueblo de Dios.
Fue conmovedor
como el domingo de Pascua de 2005, marcado por el sufrimiento, el Papa Juan
Pablo II se asomó a la ventana de su escritorio en la Plaza San Pedro e impartió, por última vez, su bendición.
Pidamos ahora, asomado a la ventana de la casa del Padre
no bendiga desde el cielo.
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