Cuenta el Cardenal Coppa, sobre un viaje del Papa a
República Checa en el año 1995, cuando ya comenzaba a usar bastón a causa de su
salud:
“La primera noche de aquel viaje, luego de volver de la
cena con los obispos, bajó a la capilla ante el Santísimo. Las hermanas habían
preparado para él un gran reclinatorio, pero prefirió rezar en uno de las
bancas habituales. Yo lo acompañaba, esperándolo afuera de la capilla...
La noche siguiente tuve que responder a una llamada
urgente y no pude acompañarlo a la capilla. Llegué luego, cuando ya estaba
arrodillado. Antes de entrar escuché como una música distinta, y cuando abrí
silenciosamente la puerta, escuché como, arrodillado en la banca, cantaba
sumisamente ante el tabernáculo.
El Papa cantaba en voz baja ante Jesús Eucaristía: el
Papa y Cristo en la Hostia, Pedro y Cristo. Fue para mí una cosa emocionante,
un fortísimo reclamo de fe y amor para la Eucaristía, y a la realidad del
ministerio petrino.
Nunca he olvidado ese delicado canto, que era como un
coloquio de amor con Cristo...
Ese canto nos demuestra, de modo superlativo, que Juan
Pablo II ha sido verdaderamente un enamorado de Cristo.”
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