El papa Francisco anunció la canonización de dos de sus
predecesores: el papa Juan Pablo II (sumo pontífice entre 1978 y 2005) y el
papa Juan XXIII (1958-1963). No debería sorprendernos que Juan Pablo II, cuyo
pontificado predominó a finales del siglo XX, esté en la vía rápida a la
santidad.
Cuando murió en 2005, la multitud coreaba: "¡Santo,
súbito!" (¡Santo, ya!). El Vaticano verificó su primer milagro: haber
curado el Parkinson de una monja francesa. Él también padeció esa enfermedad un
par de meses antes de morir. Lo beatificaron en 2011 y su segundo milagro —una
mujer costarricense que tenía un aneurisma se curó luego de haber orado en uno
de sus santuarios— fue ratificado ese mismo año.
Por otra parte, la canonización de Juan XXIII fue
inesperada, pero tiene sentido. Juan presidió el Segundo Concilio Vaticano, la
gran reunión fue celebrada a mediados del siglo pasado con la que transformó
completamente el catolicismo moderno y que ahora cumple cincuenta años.
El papa Francisco ha enfatizado la naturaleza divina de
la labor de este concilio durante los últimos meses y omitió el requisito de
acreditar dos milagros de su autoría.
Un vocero del Vaticano subrayó que "como nadie
duda" de la santidad de Juan, el papa Francisco decidió seguir adelante
con la doble canonización. (Los primeros reportes procedentes de Italia indican
que el 8 de diciembre —que este año cae en domingo— y la fiesta de la
Inmaculada Concepción son las fechas más probables).
¿Por qué se canoniza a un papa? Esencialmente, los
católicos creen que un santo es una persona divina ya fallecida a través de la
cual Dios interviene para ayudar a los vivos. Durante los primeros 1,500 años
de la historia del catolicismo, la proclamación de un santo ocurría por
votación popular y no por medio de un procedimiento papal formal. Aunque había
algunos santos celebrados en todo el mundo cristiano, la gran mayoría solo
gozaba de veneración local o regional.
Como ocurrió con muchos otros procedimientos católicos,
los movimientos de reforma del papado medieval llevaron gradualmente al control
del proceso de canonización. En 1588, el papa Sixto V implementó la
"Sagrada Congregación de Ritos", un órgano que debía asumir el
control total de todos los procedimientos de beatificación y canonización.
Sin embargo, las comunidades locales y los líderes
religiosos siempre han pretendido promover a sus santos locales y a veces
empiezan a venerar a algunas personas sin contar con la aprobación oficial del
Vaticano. De hecho, el papa Juan Pablo II supervisó la canonización de más
personas (483) de las que habían sido proclamadas en los 500 años anteriores,
en parte para dar el respaldo del Vaticano a los santos que habían surgido en
todo el mundo católico.
De los 256 papas, 78 fueron canonizados. Esta podría
parecer una cifra importante, pero incluye a 52 de los primeros 54 papas. Luego
del siglo VI, el proceso decreció rápidamente. Para la época de los grandes
movimientos en la reforma del Medievo, la mayoría de los papas no eran
proclamados santos ni era necesario que ocurriera, ya que la santidad era
reservada para aquellas personas que no estaban tan profundamente envueltas en
los asuntos mundanos.
El papa Celestino V, por ejemplo, podría haberse vuelto santo,
pero era más reconocido por su discreta vida como ermitaño que por su breve
papado (también representó una fuente de inspiración para el retiro del papa
Benedicto XVI). Durante la era moderna, ha sido más probable que se reconozca
como santos a los líderes piadosos de algunas comunidades como la Madre Teresa
y otros personajes que no pertenecían a la élite de la jerarquía católica. Así,
la incipiente canonización de estos dos papas resulta inusual.
¿Qué sucede en Roma? Hay que remitirse a los pasajes de
la historia: para decidir quién puede ser santo casi siempre se toma en cuenta
el contexto local y las necesidades contemporáneas. Muchos de los elementos más
conservadores del mundo católico han promovido la santidad de Juan Pablo II.
Sin embargo, Juan XXIII es una especie de héroe para los grupos más liberales
por su apoyo al Concilio Vaticano II.
Tal vez, al relacionar a estos dos papas, Francisco
quiere hacer algo más para enfatizar la continuidad y las relaciones que
existen entre los católicos de todas clases, un tema que ha predominado hasta
ahora en su papado.
Por David M. Perry, especial para CNN
David M. Perry es profesor
adjunto de Historia
en la Universidad Dominica en River Forest, Illinois.
en la Universidad Dominica en River Forest, Illinois.
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