Queridas familias cristianas: ¡Anunciad con alegría al
mundo entero el maravilloso tesoro que, como iglesias domésticas, lleváis con
vosotros! Esposos cristianos, en vuestra comunión de vida y amor, en vuestra
entrega recíproca y en la acogida generosa de los hijos… ¡Sed en Cristo luz del
mundo!
El Señor os pide que seáis cada día como la lámpara que
no se oculta, sino que es puesta "sobre el candelero para que alumbre a
todos los que están en la casa" (Mt 5,15). Sed ante todo "buena
noticia para el tercer milenio" viviendo con empeño vuestra vocación.
El matrimonio que habéis celebrado un día, más o menos
lejano, es vuestro modo específico de ser discípulos de Jesús, de contribuir a
la edificación del Reino de Dios, de caminar hacia la santidad a la que todo
cristiano está llamado.
Los esposos cristianos, como afirma el Concilio Vaticano
II, cumpliendo su deber conyugal y familiar, "se acercan cada vez más a su
propia perfección y a su santificación mutua"
San Juan Pablo II
IV Encuentro Mundial de las Familias
25 de Enero de 2003
Fuente: El Camino de María
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