"A ti,
Virgen inmaculada, predestinada por Dios sobre toda otra criatura como abogada
de gracia y modelo de santidad para su pueblo, guía tú a sus hijos en la
peregrinación de la fe, haciéndolos cada vez más obedientes y fieles a la
palabra de Dios."
Oh María,
aurora del mundo nuevo,
Madre de los
vivientes,
a Ti confiamos
la causa de la vida:
mira, Madre, el
número inmenso
de niños a
quienes se impide nacer,
de pobres a
quienes se hace difícil vivir,
de hombres y
mujeres víctimas
de violencia
inhumana,
de ancianos y
enfermos muertos
a causa de la
indiferencia
o de una
presunta piedad.
Haz que quienes
creen en tu Hijo
sepan anunciar
con firmeza y amor
a los hombres
de nuestro tiempo
el Evangelio de
la vida.
Alcánzales la
gracia de acogerlo
como don
siempre nuevo,
la alegría de
celebrarlo con gratitud
durante toda su
existencia
y la valentía
de testimoniarlo
con solícita
constancia, para construir,
junto con todos
los hombres de buena voluntad,
la civilización
de la verdad y del amor,
para alabanza y
gloria de Dios Creador
y amante de la
vida.
San Juan Pablo
II
Evangelium Vitae, 105
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