1. ¡Dios te salve, María, llena de gracia, Madre del
Redentor!
Ante tu imagen
de la Pura y Limpia Concepción, Virgen de Luján, Patrona de Argentina, me
postro en este día aquí, en Buenos Aires, con todos los hijos de esta patria
querida, cuyas miradas y cuyos corazones convergen hacia Ti; con todos los jóvenes
de Latinoamérica que agradecen tus desvelos maternales, prodigados sin cesar en
la evangelización del continente en su pasado, presente y futuro; con todos los
jóvenes del mundo, congregados espiritualmente aquí, por un compromiso de fe y
de amor; para ser testigos de Cristo tu Hijo en el tercer milenio de la
historia cristiana, iluminados por tu ejemplo, joven Virgen de Nazaret, que
abriste las puertas de la historia al Redentor del hombre, con tu fe en la
Palabra, con tu cooperación maternal.
2. ¡Dichosa tú porque has creído!
En el día del
triunfo de Jesús, que hace su entrada en Jerusalén manso y humilde, aclamado
como Rey por los sencillos, te aclamamos también a Ti, que sobresales entre los
humildes y pobres del Señor; son éstos los que confían contigo en sus promesas,
y esperan de Él la salvación. Te invocamos como Virgen fiel y Madre amorosa, Virgen
del Calvario y de la Pascua, modelo de la fe y de la caridad de la Iglesia, unida
siempre, como Tú, en la cruz y en la gloria, a su Señor.
3. ¡Madre de Cristo y Madre de la Iglesia!
Te acogemos en
nuestro corazón, como herencia preciosa que Jesús nos confió desde la cruz. Y
en cuanto discípulos de tu Hijo, nos confiamos sin reservas a tu solicitud porque
eres la Madre del Redentor y Madre de los redimidos.
Te encomiendo y
te consagro, Virgen de Luján, la patria argentina, pacificada y reconciliada, las
esperanzas y anhelos de este pueblo, la Iglesia con sus Pastores y sus fieles, las
familias para que crezcan en santidad, los jóvenes para que encuentren la
plenitud de su vocación, humana y cristiana, en una sociedad que cultive sin
desfallecimiento los valores del espíritu.
Te encomiendo a
todos los que sufren, a los pobres, a los enfermos, a los marginados; a los que
la violencia separó para siempre de nuestra compañía, pero permanecen presentes
ante el Señor de la historia y son hijos tuyos, Virgen de Luján, Madre de la
Vida.
Haz que
Argentina entera sea fiel al Evangelio, y abra de par en par su corazón a
Cristo, el Redentor del hombre, la Esperanza de la humanidad.
4. ¡Dios te salve, Virgen de la Esperanza!
Te encomiendo a
todos los jóvenes del mundo, esperanza de la Iglesia y de sus Pastores; evangelizadores
del tercer milenio, testigos de la fe y del amor de Cristo en nuestra sociedad
y entre la juventud.
Haz que, con la
ayuda de la gracia, sean capaces de responder, como Tú, a las promesas de
Cristo, con una entrega generosa y una colaboración fiel.
Haz que, como
Tú, sepan interpretar los anhelos de la humanidad; para que sean presencia
saladora en nuestro mundo Aquel que, por tu amor de Madre, es para siempre el
Emmanuel, el Dios con nosotros, y por la victoria de su cruz y de su
resurrección está ya para siempre con nosotros, hasta el final de los tiempos.
Amén.
San
Juan Pablo II
Buenos Aires, Argentina
Domingo 12 de abril de 1987
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