Esta oración fue compuesta por San Juan Pablo II con ocasión del
segundo año de preparación al Jubileo del año 2000.
Espíritu Santo, dulce huésped del alma, muéstranos el sentido profundo
del gran Jubileo y prepara nuestro espíritu para celebrarlo con la fe, en la
esperanza que no defrauda, en la caridad que no espera recompensa.
Espíritu de verdad, que conoces las profundidades de Dios, memoria y
profecía de la Iglesia, dirige la Humanidad para que reconozca en Jesús de
Nazaret el Señor de la gloria, el Salvador del mundo, la culminación de la
Historia.
Ven, Espíritu de amor y de paz.
Espíritu creador, misterioso artífice del Reino, guía la Iglesia con la
fuerza de tus santos dones para cruzar con valentía el umbral del nuevo milenio
y llevar a las generaciones venideras la luz de la Palabra que salva.
Espíritu de santidad, aliento divino que mueve el universo, ven y
renueva la faz de la tierra. Suscita en los cristianos el deseo de la plena
unidad, para ser verdaderamente en el mundo signo e instrumento de la íntima
unión con Dios y de la unidad del género humano.
Ven, Espíritu de amor y de paz.
Espíritu de comunión, alma y sostén de la Iglesia, haz que la riqueza
de los carismas y ministerios contribuya a la unidad del Cuerpo de Cristo, y
que los laicos, los consagrados y los ministros ordenados colaboren juntos en
la edificación del único Reino de Dios.
Espíritu de consuelo, fuente inagotable de gozo y de paz, suscita
solidaridad para con los necesitados, da a los enfermos el aliento necesario,
infunde confianza y esperanza en los que sufren, acrecienta en todos el
compromiso por un mundo mejor.
Ven, Espíritu de amor y de paz.
Espíritu de sabiduría, que iluminas la mente y el corazón, orienta el
camino de la ciencia y la técnica al servicio de la vida, de la justicia y de
la paz. Haz fecundo el diálogo con los miembros de otras religiones. y que las
diversas culturas se abran a los valores del Evangelio.
Espíritu de vida, por el cual el Verbo se hizo carne en el seno de la
Virgen, mujer del silencio y de la escucha, haznos dóciles a las muestras de tu
amor y siempre dispuestos a acoger los signos de los tiempos que Tú pones en el
curso de la Historia.
Ven, Espíritu de amor y de paz.
A Ti, Espíritu de amor, junto con el Padre omnipotente y el Hijo
unigénito, alabanza, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
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