Pero lo que más valoraban los jóvenes es que él los
tomaba en serio. Se los ganaba de un modo natural –sin falsedades– y
espiritual, proponiéndoles grandes retos e ideales capaces de cambiar el rumbo
de sus vidas y, por ende, el de la humanidad.
"No habrá un mundo mejor, nada se
arreglará en la vida social mientras no se dé preferencia a los valores del
espíritu humano". Estas palabras, pronunciadas en 1979, siguen
teniendo actualidad hoy más que ayer y urge llevarlas a la práctica para
conseguir una sociedad mejor y más justa.
Aunque el ambiente en el que se reunía con ellos era
distendido y festivo, él no les ofrecía diversión, ni concesiones, sino un
programa de vida atractivo, pero exigente. En esos encuentros multitudinarios
con los jóvenes –entre ellos las Jornadas Mundiales de la Juventud que él creó–
veíamos a jóvenes con su mochila y saco de dormir al hombro, alegres sin tomar
alcohol, sin caprichos, que acudían a la llamada de un hombre mayor, de un
anciano cada vez con más achaques físicos, pero con una capacidad de
convocatoria jamás vista.
La fuerza de Juan Pablo II radicaba en su personalidad;
no disfrazaba la verdad con su oratoria; ahí radicaba su secreto: en su
honestidad y transparencia, a la vez que en su valentía para proclamar la
verdad, fuera quien fuera el interlocutor.
"La verdad os hará libres".
Él quería edificar una "civilización del amor", no del placer –que no
es progreso, sino esclavitud–. "No grabéis un contenido deformado, empobrecido
y falseado en el proyecto de vuestra vida: el amor se complace en la verdad.
Buscadla donde se encuentre de veras. Si es necesario, sed decididos en ir
contracorriente de las opiniones que circulan y de los eslóganes
propagandísticos".
Hoy, nuestras calles, medios de comunicación, en
definitiva, nuestra sociedad está llena de mensajes hedonistas y superficiales;
el hombre solo será libre cuando descubra que la felicidad no está en el placer
efímero sino en la vivencia de una vida auténtica, fundada sobre sólidos
principios. "La raíz del mal está en el corazón del hombre. El remedio
también está en el corazón".
Foro Juan Pablo II
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